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Tras los pasos de Gauguin en la lejana Tahití

Basada en el diario de viaje de Paul Gauguin, ‘Noa Noa, Viaje a Tahití’, que narra su visita y residencia en Papeete, ciudad de la Polinesia francesa, este jueves se estrena en distintas salas de cine del país.

La película sumerge al espectador en la cotidianidad de la isla que inspiró el periodo creativo más brillante del pintor, del que surgieron 66 lienzos y esculturas, que hicieron parte de la legendaria exposición organizada por el galerista Paul Durand-Ruel en 1893.

‘Gauguin’  narra la historia de su relación con una indígena maorí, Téhura, quien se convirtió en su compañera y musa, y quien representó la dualidad de una cultura evangelizada. 
Una civilización que estaba desapareciendo.

Protagonizada por Vincent Cassel, junto a Tuheï Adams y Malik Zidi, presenta la vida de un ser libre, salvaje, pionero y revolucionario, Paul Gauguin, quien se exilió de la tradición europea y sus códigos morales, políticos y estéticos. Emprendió un viaje a la remota, hermosa y exótica Tahiti para encontrar pobreza, enfermedad y a Tehura, la mujer que se convirtió en su esposa y la inspiración de sus más grandes cuadros.

Pierre Cottereau, director de fotografía de la película, habló con Colprensa sobre lo que significó la realización de esta película que se estrena esta semana en Colombia.

Arte y Naturaleza

¿Cómo es su relación con Edouard Deluc?

Nuestra colaboración es el resultado de una larga relación de trabajo. Durante 15 años, he trabajado en todas las obras de Edouard, con la excepción de ‘¿Dónde está Kim Basinger?’, y en su primer largo, ‘Welcome to Argentina’.

Edouard me habló muy temprano de su descubrimiento de Noa Noa y su proyecto. Leí las primeras sinopsis y  seguí el desarrollo de distintas versiones, desde la primera, en que se veía su gusto por la contemplación, hasta las versiones siguientes, que restructuraron los problemas narrativos a través del triángulo amoroso.  

‘Gauguin’ es una mezcla de estos dos acercamientos. Más que narrar una historia en el sentido lineal del término, la idea de Edouard era ir a Polinesia, grabar las emociones del personaje, su relación con la belleza, para mostrar a un hombre listo para dedicar su vida al arte, un hombre cuyo único amor es la pintura. Edouard fue entrenado en bellas artes, y su relación con el cine se nutre de esa sensibilidad.

 

¿Cómo abordó a Gauguin?

Claro que consulté los escritos por y sobre Gauguin, pero de manera transversal. Con Edouard mantuvimos una conversación continua y que mi perspectiva no debía nunca interferir con la suya.

A diferencia de Edouard, quien ha sido tocado profundamente por el arte de Gauguin, le gusta el arte moderno y sus premisas, yo no sabía mucho de Gauguin. Eso no era un reto, ya que lo que teníamos que hacer era un retrato de un personaje que no fuera ni sintético ni simpático, y reflejar lo que estaba viviendo: absoluto dolor o quietud. Claro, teníamos que evocar sus pinturas sin dar la sensación que estábamos pegados a su hombro.

En la película escogí dos rangos de colores: uno de colores primarios para tratar de recrear las pinturas; y otro para expresar el lujo y sutilidad de los verdes que se ven en pantalla.

 

¿Cómo describir la estética de la película?

No la discutimos, o por lo menos no de la manera que normalmente se hace. La estética de una película suele ser la estética del director, y en el caso de Edouard, eso es verdad. Me siento muy cómodo con su dirección artística, que permea cada detalle del proceso de hacer la película. A él le gusta enfatizar lo que graba con simplicidad. Todo lo que pone en pantalla es importante, aun si no sabemos de antemano como se va a ver el montaje.

Una pieza de decoración, un paisaje, algo físico, la secuencia, es sobre ese campo que dejo mis rastros. Confiamos el uno en el otro. Tengo mucha suerte de tener la oportunidad de experimentar cuando quiero, si sugiero algo que lo que él no está cómodo es porque he tomado la dirección equivocada.

Por ejemplo, Edouard usó ‘The Assassination of Jesse James by the Coward’ Robert Ford de Andrew Dominik como referencia, mientras que yo lo hice con fotos de un artículo del New York Times de los años de 1930, sobre los afroamericanos.

 

La naturaleza es una parte importante de la película…

La historia de Gauguin, de un hombre que se encuentre a solas en la naturaleza y el viaje que completa en la isla, me recuerda a Edouard mismo, quein la naturaleza no la graba de manera alegórica, sino desde el piso, de la manera más humilde posible. Es como un cuento de hadas, a la vez es el jardín del Edén y el infierno. Es la matriz y es original en el sentido más puro del término.

 

Otra cosa que sobresale son las escenas de noche…

Las múltiples escenas de noche fueron uno de los retos de la película. Grabamos de la manera más ágil posible. Para muchos de los interiores, usamos una vela como la única fuente de luz y una técnica de post color para llegar a los tonos que quería.

Gauguin era un hombre que no tenía mucho en su billetera, por lo que la manera más minimalista que pudiéramos usar para grabar era, sin duda, la mejor manera de hacerle justicia. Además, nosotros también teníamos muy pocas opciones.

 

Bogotá, Colprensa

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