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Expulsiones aumentan tensión en las relaciones entre Colombia y Venezuela

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Según la versión de su esposa, todo empezó con un procedimiento de rutina, un llamado de atención porque el carro del venezolano Carlos Manuel Pino García, estaba mal parqueado frente a su casa.

Eran las 3:20 de la tarde de este miércoles cuando Gloria Flórez, su compañera sentimental desde hace 18 años, llegó hasta su lugar de residencia y presenció, a juicio de ella, un acto de arbitrariedad por parte de los uniformados que se llevaron a su esposo hasta las instalaciones de Migración Colombia y horas más tarde lo pusieron en un vuelo que lo condujo hacía su país natal.

Realmente, no se trataba de un asunto de tránsito. Pino Flórez estaba siendo detenido por autoridades de inmigración señalado de ser una “amenaza para la seguridad nacional”. “Nosotros como autoridad migratoria no podemos esperar que se afecte la seguridad del país”, explicó en la mañana de este jueves Christian Krüger, director de Migración Colombia, entidad que realizó el procedimiento.

El funcionario, aduciendo razones de confidencialidad, no reveló más detalles sobre las razones de la expulsión. Solo manifestó que una entidad del Estado había elaborado un informe que constató las actuaciones de Pino que representaban un riesgo para la seguridad nacional.

Sin embargo, horas más tarde se conoció que el informe, que reposa en el despacho del Almirante Rodolfo Amaya Kerguelen, director de la Dirección Nacional de Inteligencia, relata que a Pino García de 62 años de edad, se le estaba haciendo seguimiento desde hace varios años.

Como fruto de ese seguimiento se comprobó, al parecer, que sostuvo reuniones con personas que estaban vinculadas directamente con las manifestaciones estudiantiles que se llevaron a cabo durante los últimos días en el territorio nacional. Estas evidencias llevaron a las autoridades colombianas a la conclusión de que Pino debía ser expulsado del país de inmediato con el fin de salvaguardar la seguridad de los colombianos.

PARA MANEJAR CON «PINZAS»

Aunque la expulsión de ciudadanos extranjeros es una figura usual en el derecho internacional y hace parte de la discrecionalidad de todos los gobiernos, el analista político Carlos Arias cree que el gobierno colombiano debió evaluar la situación delicada en la que se encuentran las relaciones con Venezuela.

Según Arias, la situación está para manejar «con pinzas”, ya que al Gobierno de Venezuela le interesa provocar a sus vecinos, en especial a Colombia, para ganar réditos a nivel interno.

A Colombia, a juicio del analista, “le tocaría llevar una política diplomática de alto nivel” ya que en este momento es el Estado colombiano el que debe tener “sabiduría”  y el manejo en relaciones internacionales suficientes para no “caer en la trampa del Gobierno Venezolano, y en una segunda retaliación”.

Segunda, porque la represalia del Gobierno venezolano ya se produjo: en la tarde del jueves, el canciller venezolano, Jorge Arreaza, anunció la expulsión del cónsul colombiano en Venezuela, Juan Carlos Pérez Villamizar.

«Ante la arbitraria medida de secuestro y expulsión por parte de las autoridades colombianas del ciudadano venezolano Carlos Pino, funcionario de nuestra Embajada en Bogotá, anunciamos la expulsión de Juan Carlos Pérez Villamizar, funcionario consular colombiano no acreditado», dijo el ministro de relaciones exteriores venezolano.

El excanciller Julio Londoño Paredes cree, por el contrario, que la expulsión de Pino García es un ejercicio de la potestad soberana del gobierno colombiano y no significa nada nuevo en las ya de por sí deterioradas relaciones entre Colombia y Venezuela.

“Yo creo que las autoridades de Migración Colombia actuaron teniendo en cuenta una serie de factores que validaban la salida del señor del país. Estoy convencido que Migración Colombia y la Cancilleria colombiana en ningún momento actuarían en un sentido discriminatorio para un venezolano, precisamente en un momento donde el país está precisamente recibiendo 5.000 venezolanos diarios”, dijo Londoño.

Y agregó que la crisis en las relaciones no es resultado de la expulsión sino de “las actitudes beligerantes y groseras que ha tenido el presidente Nicolás Maduro con Colombia”.

Su opinión la respalda el penalista Iván Cancino, quien defendió el derecho del gobierno colombiano a tomar esa decisión. Según él, “Colombia, según su criterio puede expulsar de su país a cualquier extranjero que considere que está haciendo algo en contra de la soberanía o de la equidad política del país y Migración ya explicó, así que la expulsión está perfecta”.

NUEVO CHOQUE CON LA OPOSICIÓN

Después de la expulsión de su esposo, Gloria Flórez, quien fue secretaria de Gobierno en la administración de Gustavo Petro como Alcalde de Bogotá, aseguró que lo hecho por el Gobierno colombiano fue una arbitrariedad no solo contra su esposo, sino contra el hijo de los dos, que además de ser colombiano, es menor de edad.

Petro fue uno de los dirigentes de oposición que criticó con mayor vehemencia la detención de Pino. La calificó como el inicio de los «juegos del fuego». «Comienzan a jugar con fuego, cuando el salón de juegos esta lleno de petróleo», afirmó en su cuenta de Twitter, en donde también anunció que el caso debe ser objeto de una «denuncia mundial».

“Creo que estamos ante un hecho que hay que transcribir a un contexto político en el que hay fuerzas interesadas en que se provoque una situación no solo diplomática sino también militar entre ambos países”, dijo por su parte el senador del Polo Democrático, Iván Cepeda.

La vicepresidenta colombiana, Martha Lucía Ramírez, por su parte, defendió la decisión del gobierno colombiano y aseguró que las dos expulsiones, la de Pino y la del cónsul colombiano en Venezuela no se pueden comparar. «Este es un señor (Pino) que no tenía una función pública ni estaba acreditado como diplomático en Colombia. A cambio, lo que está haciendo el gobierno venezolano es inaceptable, porque está expulsando a un funcionario de carrera, debidamente acreditado, que ejerce funciones consulares», señaló.

Este nuevo tire y afloje, hace parte de una situación de tensión que en cierta forma se está volviendo rutinaria. La semana pasada, los dos gobiernos chocaron por la llegada de unos aviones ruso Tupolev, que venían a participar en ejercicios militares. Y en pocos días, el 10 de enero, Maduro tomará posesión para un nuevo periodo, frente a lo cual, Colombia viene promoviendo, a través del Grupo de Lima, que no se le reconozca como presidente legítimo.

BOGOTÁ (Colprensa).

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