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Se pasa a la historia de diversas maneras, con grandeza o ignominia, como ha pasado a muchos de los nuestros. Producto de una vida ejemplar, haber apoyado significativamente una causa trascendental y noble; o, haber actuado perversamente con conciencia plena. Sostiene Edward Hallett Carr (1892-1983), que la historia es “un proceso continuo de interacción entre el historiador y los hechos, un diálogo sin fin entre el presente y el pasado”, lo que da cuenta de lo uno y otro.
Las dos próximas alcaldías de Santa Marta, y desde luego las que les sucedan, deben y tienen que ser alcaldías para la buena y positiva historia. La comprendida entre 2020-2023, es la antesala de la que conmemorará los 500 años de nuestra ciudad para el mundo occidental, siendo la del período 2024-2027, la encargada de celebrarlos. Se requieren administraciones gestoras nacional e internacionalmente, con capacidad gerencial, que nos potencien y catapulten universalmente, ser escenario en estos años de los más de los eventos de valía que fueren posibles, lo mismo que acudir a la cooperación nacional y extranjera, entre otros mínimos diligenciamientos.
Alcaldes que en el Solio Distrital logren una grande como mayor aprobación ciudadana. Están en la obligación de ser unos burgomaestres históricos, eficaces, eficiente y efectivos. Que hagan crecer la cuidad ordenadamente. No más alcaldes populistas y malos administradores, sino aptos para reordenar una ciudad caótica y enderezarla, ponerla en marcha, acelerarle sus ritmos de desarrollo y crecimiento en procura de una integral prosperidad. Alcaldes de cambios y positivas transformaciones.
Dignatarios que hagan de Santa Marta, punto real de referencia principal de conformidad con su vocación más connotada, la turística, y demás otras que le garanticen contexto de progreso. Ser nervio comercial, con mejores accesos, más moderna, adecuada movilidad, amplias vías, mejor transporte masivo, embellecida para propios y foráneos. Una ciudad de barrios ordenados, con optima extensión de la cobertura de infraestructura de agua potable e internet gratuito en espacios públicos, procurando en gran parte concesiones, inversión privada, sin inflar la burocracia que agota los recursos que deberían destinarse a inversión.
Una ciudad dotada de un buen servicio eléctrico y de seguridad ciudadana. Un Distrito que avance a gran velocidad que consolide su posición como uno de los principales puertos del país. Una ciudad que crezca sin afanes, bien y mejor, pujante, con una economía vibrante y un modelo económico que propicie un constante crecimiento. Es liderar razonadamente un verdadero surgimiento económico que vitalice la ciudad y revitalice todas sus áreas. La ciudad lo merece. Cinco siglos de historia así lo amerita.