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La batalla para rescatar del olvido un campo de concentración nazi en Belgrado

Momentos después de nacer en un campo de concentración nazi en Belgrado, Estera Bajer fue exfiltrada, escondida en un bolso. Su madre y casi 7.000 mujeres, niños y ancianos judíos tuvieron menos suerte: murieron asesinados.

«Cada vez que vengo aquí, me siento mal», afirma Bajer, nacida en 1942 en el campo de Staro Sajmiste.

Antes del asesinato de mujeres, niños y ancianos, los hombres ya habían sido ejecutados, en su mayoría de un disparo, en un lugar de las afueras de la capital serbia.

Después del exterminio de los judíos, unos 30.000 opositores, combatientes de la resistencia y trabajadores forzados acabaron en los centros de detención de Staro Sajmiste hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Por lo menos 10.000 de ellos murieron de enfermedades o como consecuencia de torturas.

Estera Bajer pasó tres años en un orfanato antes de ser adoptada por parientes no judíos después de la guerra.

Ahora, a sus 77 años, sólo desea una cosa: «que las nuevas generaciones puedan ver lo que pasó aquí» y se construya un monumento conmemorativo en este sitio.

Un lugar flanqueado por el río Sava, frente al corazón histórico de la ciudad, por el que muchos practican running sin imaginarse lo que fue en su día.

Su torre central se está desmoronando. Alrededor hay columpios para niños y ropa tendida. Una familia gitana fue expulsada de allí hace unos años pero, según los vecinos, unos okupas se han apropiado del lugar.

– Restaurantes y discoteca –

En el edificio que servía de morgue hay un restaurante. Un empresario, Miodrag Krsmanovic, compró la antigua enfermería al gobierno en los años 1980 y abrió una discoteca, un club deportivo y un restaurante.

El año pasado, quiso montar una guardería, apostando por «un nuevo comienzo para toda la zona», explica a la AFP. Pero se topó con voces que lo acusaron de falta de respeto por las víctimas.

Durante mucho tiempo sólo hubo una pequeña placa conmemorativa que no especificaba que había habido víctimas judías. En los años 1990 se levantó un monumento más grande pero sigue sin haber uno representativo de la magnitud de la tragedia.

«No hay ninguna explicación. No me lo explico», afirma con un suspiro Robert Sabados, presidente de la Federación de las comunidades judías de Serbia.

«Quizá (durante la era comunista) intentamos colectivamente olvidar lo que había pasado aquí», dice Sabados.

«Imposible saber que aquí hubo un campo de concentración», lamenta Estera Bajer.

– Olvido –

Los nazis ocuparon el lugar en 1941 y en el mismo encerraron a judíos y gitanos. A partir de la primavera de 1942, cuando había cientos de gitanos en el interior, trajeron un camión de gas desde Alemania para asfixiarlos. En poco más de dos meses murieron todos los prisioneros.

En mayo de 1942, el 90% de la población judía había sido exterminada en Serbia, que dentro de sus fronteras actuales contaba con unos 16.000 judíos antes de la guerra, según Yad Vashem, el Instituto Internacional para la Memoria del Holocausto, en Israel.

¿Cómo pudo desaparecer de la memoria el campo de Staro Sajmiste?

«Es exactamente el tipo de pregunta que me preocupa desde el comienzo», afirma Jovan Byford, un historiador serbo-británico.

El régimen comunista de Tito intentó ocultar los temas polémicos, sobre todo los susceptibles de alimentar divisiones nacionales entre los pueblos de la nueva federación.

– Superar las discrepancias –

«Nadie hablaba (de Staro Sajmiste) durante la era yugoslava», confirma Estera Bajer.

Tras la caída del comunismo resurgió el tema de la historia del campo. Pero no se levantó un monumento conmemorativo por falta de fondos y de voluntad política.

Este verano, el presidente Aleksandar Vucic reconoció «errores» y se comprometió a avanzar en este tema. Pero tendrá que salvar obstáculos.

Según Jovan Byford, los nacionalistas serbios intentan «apropiarse» del lugar y convertirlo en un símbolo de la persecución de los serbios, principalmente a manos de los ustachis, colaboradores croatas del régimen nazi.

Robert Sabados quiere que su comunidad disponga de «total independencia» para gestionar todo lo que tenga que ver con la matanza de judíos en este antiguo campamento. «No queremos que se politice», advierte.

Belgrado, Serbia | AFP | 

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