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Dolor emocional, también en el paraíso de la fama

Hay personas que se hacen famosas por sus habilidades o ser excepcionales; otros, sin ser singulares, aprenden a gestionarse como marca. Este es el caso de varios youtubers, quienes trabajan para lanzarse a la fama. Ellos se preparan, entienden que lo que funcionan son los planos cortos, el humor y, en algunos casos, poner en evidencia situaciones conflictivas para los jóvenes.

Algunos genuinamente lo ven como un medio para compartir sus conocimientos, divulgar la ciencia o promover un tema como los libros, el cine o la cocina. Cualquiera sea la motivación es posible que esta determinación los lleve a tener, en mayor o menor medida, audiencias y ser famosos. Que los reconozcan cuando van por la calle.

Hay quienes tienen tantos seguidores como tres veces la población de Medellín (2.508.452, Dane, 2018). Es el caso de la bogotana de 24 años Paula Galindo, más conocida como Pautips (8.426.927 seguidores), quien abrió su canal en 2012 y hace unas semanas fue tendencia en redes y apareció en distintos medios de comunicación luego de publicar un video de 13 minutos titulado Adiós, que en sus primeras 24 horas superó los 4 millones de reproducciones.

Allí dijo: “Ya llevo mucho tiempo dándome excusas, necesito tiempo para mí, para recuperarme, para descansar, para curarme porque no puedo seguir así. Poco a poco les he ido compartiendo que no estoy bien, que tengo episodios depresivos y que lo del trastorno de alimentación sigue allí y lo mejor que puedo hacer para mí y para ustedes es recuperarme completamente y volver aquí con muchas ganas”.

Algunos interpretaron que se iba de Youtube; ella, posteriormente y a través de las historias de Instagram, argumentó que solo anunció que se despedía de Los Ángeles y que publicaría menos videos mientras estaba en tratamiento. Ahora la acusan de haberse aprovechado y jugado con sus emociones y las de sus seguidores para promover la línea de maquillaje Love yourself (Amate a ti misma).

Detrás de este caso, sea una estrategia de mercadeo o no, surgen preguntas: ¿qué pasa con las emociones cuando se expone tanto la vida a otros a través de redes sociales o medios de comunicación? ¿Los famosos sufren de dolor emocional?

La privacidad está en jaque

Hasta los exhibicionistas se cansan de mostrarse. Los seres humanos se sobrecargan y más cuando su vida se convierte en trabajo, como es el caso de los youtubers, quienes viven de hacer videos sobre cómo existen, cómo comen, cómo son y hasta sobre cómo pueden ser o no quienes los siguen.

Juan Vásquez, psicólogo clínico de la U. de A. con maestría en psicología de la Universidad del Norte, cuenta que tal nivel de exposición tiene costos emocionales: “Cuando ellos hablan de este tema es común escucharlos decir que la línea entre lo público y privado se desdibuja porque son personas que viven con el otro en el hombro. Es como estar vigilado todo el tiempo y, ya que el trabajo es la vida, no tienen la capacidad de establecer líneas que los dividan”.

El caso de Galindo se ha tornado frecuente. Le pasó a El Rubios, la estrella española con cerca de 30 millones de seguidores, quien en mayo de 2018 publicó el video Me voy a dar un tiempo, y argumentó que se ponía más nervioso con cada nuevo video y le costaba más respirar. Cuatro meses después estaba subiendo contenidos a su cuenta de Youtube. Regresó.

Carlos Esteban Estrada, psicólogo de la Universidad San Buenaventura, magíster en psicología y cofundador de Psicoredes, organización que explora comportamientos humanos en entornos digitales, dice por su parte que “este es un trabajo que requiere mucha energía y las personas se exponen a altas exigencias sociales y a todo tipo de comentarios de los públicos”.

Y como las lógicas de este quehacer, en muchas ocasiones, implican llevar el trabajo a la casa porque su vida es el objeto a mercadear, un artículo que sube o baja de precio respecto a los likes y visualizaciones , “algunos pueden estar padeciendo un burnout”, anota Vásquez. Este síndrome, llamado también desgaste profesional según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), indica que el nivel de productividad cae si las personas trabajan más de 48 horas a la semana. Esto luego de examinar la cantidad de horas laboradas en varios países durante 22 años.

Aunque estos personajes van aprendiendo con el tiempo sobre la afectación emocional que implica la exposición, la enfermedad llega como un llamado del cuerpo. No solo le pasa a youtubers, el desgaste laboral se ha registrado con cifras altas en el sector de la salud.

Un caso es el del periodista Francisco J. Escobar S., conocido como Patxo Escobar, quien dirigió la revista Esquire en Colombia y luego de salir de la revista Semana creó un canal de Youtube para hablar sobre sus ataques de pánico. En uno de ellos dice: “Cuando entré al mundo del pánico no encontraba una ayuda clara en la web… La hallé en los consultorios de mis psiquiatras, en las muchas lecturas que me recomendaron, en la meditación, el ejercicio, el yoga, la buena alimentación, el cambio de hábitos y de vida”. Señala que empezó su canal con el fin de ayudar a “los que sufrimos de esta, la enfermedad del nuevo siglo, la ansiedad; el pánico”.

El cuerpo avisa

La declaración de Galindo generó empatía en algunos, pero otros la han criticado. “Nuestra depresión no es un juego… Usaste una enfermedad seria, de forma irresponsable, para que todo se centrara en ti, como siempre”, escribió la bloguera Luz Lancheros en el portal Nueva Mujer. “Habrías podido hacer algo bueno, habrías podido, de una vez por todas, hacer un llamado poderoso por la salud mental”, continuó.

Lo cierto es que hacer pornomiseria de las emociones (abuso de ellas para llamar la atención) es aterrador, dice Laura Restrepo Vélez, psicóloga clínica de la UPB, y con esto se pone en riesgo, por ejemplo, lo que significa tener depresión, una enfermedad que se caracteriza por la distimia –pobre conciencia del estado de ánimo, pensamiento negativo, baja autoestima y anergia (falta de energía)–. Es un término usado indiscriminadamente para referirse a una tristeza, una emoción humana diferente a la depresión, que afecta a 300 millones de personas en el mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La diferencia es abismal y, manifestarse deprimido cuando se tiene tristeza es, para muchos, sinónimo de inconsciencia y desconocimiento. Les parece que compararlos le quita importancia, que no debería, a la enfermedad. Sin embargo, es cierto y rescatable que “estos influenciadores están poniendo en boca de muchos conceptos de salud mental estigmatizados y que difícilmente se abordan”, señala ella.

Autoconcepto desdibujado

Los videos de despedida de muchos de estos youtubers parecen darse en momentos de angustia: “Me cansé de ser mi propia jueza, de exigirme tanto, me cansé de nunca descansar”, dijo Galindo en el suyo. Algo parecido le contó Rubius a sus seguidores.

Varios parecen manifestar que están luchando contra la ansiedad, como si esta fuera un enemigo. En un caso extremo esto puede llevar a ataques de pánico.

Eso le pasó a Steve Hayes, doctor en psicología de la Universidad de Nevada, quien recomendó en una publicación del portal BigThink: “Una persona con ataques de ansiedad –puedo decir esto de adentro hacia afuera ya que habla una persona con trastorno de pánico en recuperación–, ha adoptado una postura con respecto al mundo en el que su propia ansiedad es su enemigo y piensa que si puede reducirla, los ataques no aparecerán o al menos no con tanta intensidad y menos delante de quien no desean. Pero de hecho todo eso no es la solución al problema. Es el problema. Ver la ansiedad como enemigo es una especie de proceso de auto invalidación centrado en el interior que te enredará aún más con estos procesos”.

La ansiedad, precisa Vásquez, cuando se hace crónica –es decir no esa que siente porque tiene que entregar un trabajo o un proyecto– es la forma que tiene el cuerpo de gritar que algo anda mal.

La idea sobre sí mismo se esculpe de afuera para adentro, pasa toda la vida, pero hay épocas en las que esto puede ser más crítico, como en la adolescencia.

En el caso de los famosos se tendría que tener presente que los espectadores, los likes y esas interacciones no siempre recíprocas, inciden en el cómo se ven a ellos mismos. “Es diferente elaborar un auto concepto a partir de cómo te ven 10 personas con las que trabajas, o tres con las que vives, a hacerlo a partir de miles o millones de personas que siguen tus movimientos en redes”, anota Restrepo Vélez. La opinión que se tiene sobre sí mismo es una tensión constante y es probable que un desajuste de la imagen propia se deba a una falta de auto conocimiento.

Los expertos consultados aseguran que el apoyo psicológico es fundamental en general y en el caso de estas personas se hace más determinante. Eso no es debilidad y lo que presenta es una oportunidad de reconstruirse, no importa incluso si se es famoso o no.

El Colombiano.

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