HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Los vehículos presidenciales

Me complace mucho vincularme a HOY DIARIO DEL MADALENA. A partir de hoy estaré semanalmente. Muchas gracias a su director Ulilo Acevedo Silva.

El tema de la utilización de los vehículos de transporte de los presidentes siempre ha dado lugar a debate. Hace un par de semanas aquí se armó un “obispero” porque se recordó que el avión de la Casa de Nariño viajó a Roma a la canonización de la madre Laura, con unos periodistas, y más recientemente estuvo en el parque de Panaca con amigos de la familia presidencial. El populista Antonio Manuel López Obrador, presidente de México, ofreció vender el avión de su país y está encartado porque nadie se lo compra.

Cuando esos aparatos no existían el presidente de Colombia, José Eusebio Otálora, que también necesitaba transportarse, resolvió comprarle a don Salomón Koppel un magnifico landó, con dos caballos de raza normanda, dos juegos de arneses de lujo y dos libreas completas, todo por la suma de cuatro mil pesos en plata, que con descuento del 30 por ciento equivalía 2.800 pesos en oro, pagaderos por cuotas semanales de 500 pesos, con el aditamento de que en el negocio entraba el negro postillón de Jamaica comprometido en servir mediante el sueldo mensual de 16 pesos y los alimentos.

La compra la hizo Otálora para que, por “decoro nacional”, la Presidencia tuviera un coche de tracción animal propio en vez de alquilar cada vez que se requería. A pesar de que se comprobó que la partida correspondiente estaba en el presupuesto, la oposición pidió que se esclareciera el punto de si el coche “se debe considerar como un mueble, como un semoviente o ambas denominaciones, puesto que en el contrato se hace mención de dos caballos que ponen el vehículo en movimiento”.

El debate concluyó con una acusación en el Senado por “deshonestidad y malversación de fondos”, situación que empeoró la maltrecha salud de Otálora, llevándolo a la muerte 38 días después de haber dejado la Presidencia, el 8 de mayo de 1884, en la población de Tocaima.

El landó ni siquiera lo llevó al cementerio. (Tomado de El Espectador)

*Abogado*Periodista*Historiador

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Aceptar Leer más