HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Perpetuarse en el poder

 

Las actuaciones de Nicolás Maduro para perpetuarse en el poder en Venezuela son absolutamente ilegítimas a la luz del deber ser de una democracia, y se identifica cada vez más con un régimen totalitario en el cualquier asomo de crítica es aplastado en forma despiadada. Desde que los opositores se atrevieron a comienzos del año pasado a salir a las calles a protestar en masa por lo que viene ocurriendo, el gobierno chavista puso en acción su capacidad represiva y en una estrategia maquiavélica acelera su marcha para acaparar cada vez más poder en el Ejecutivo. Con la masacre del grupo que lideraba el policía rebelde Óscar Pérez quedó clara, por ejemplo, la falta de escrúpulos del gobierno para usar la violencia.

La determinación reciente de la Asamblea Constituyente (instancia que no es aceptada por la mayor parte del mundo por la manera ilegal con que nació, anulando a la legítima Asamblea Nacional), para que las elecciones presidenciales en ese país se realicen en abril próximo, es el broche que el gobierno autoritario le quiere poner a una seguidilla de hechos que apuntan a desaparecer las voces que se levantan para rechazar los abusos que se cometen a diario en el vecino país.

No puede olvidarse que a finales del año pasado las elecciones regionales que se inventó Maduro llevaron a consolidar la hegemonía del chavismo, y de manera arbitraria el Ejecutivo, con la ayuda del Consejo Nacional Electoral, inhabilitaron para las presidenciales a los opositores que no participaron como protesta por la forma burda y descarada con la que los líderes del llamado Socialismo del Siglo XXI le vienen dando golpes mortales al remedo de democracia que hoy existe. Los diálogos en República Dominicana han sido solo un engaño para ganar tiempo y aniquilar la posibilidad de recuperar la democracia.

Con razón la comunidad internacional se sigue manifestando negativamente ante la convocatoria sorpresiva y amañada a elecciones presidenciales, y es válido exigir que haya garantía real de elecciones justas y libres en las que participen en igualdad de condiciones quienes se oponen al gobierno chavista. Eso, pese a que la premura con que fueron convocadas no permite una reacción suficiente de la oposición para consolidar el respaldo a un solo líder. Lo lógico sería, inclusive, que la fecha fuera en el segundo semestre, que no haya vetos para ningún opositor, que se reforme el Consejo Nacional Electoral y que se permita la presencia de observadores internacionales.

Si el partido chavista acoge la oferta de Maduro de ser su candidato, su permanencia estaría segura hasta el 2025, algo que aseguraría la debacle total del vecino país, con efectos supremamente negativos para Colombia. Lo peor es que los opositores no han logrado consolidar una voz sólida que los convierta en opción real de poder, y arrebatarle así a los chavistas la posibilidad de perpetuarse. Las divisiones internas y la falta de una estrategia de equipo hacen que hoy el panorama sea muy oscuro, y que se pierda la última posibilidad de corregirle el camino a ese país.

Relacionado con esta situación, que ha llevado a decenas de miles de venezolanos a huir y buscar un mejor destino, es lamentable que en la zona de frontera con Colombia se den fenómenos de xenofobia ante quienes buscan en nuestro territorio una nueva esperanza. Es verdad que la emergencia humanitaria que padecen hoy los venezolanos trae dificultades a ciudades como Cúcuta, las cuales el Estado colombiano debe atender de la manera adecuada, para mitigar el impacto, pero es inhumana la violencia que algunos nacionales comienzan a tener frente a los vecinos que sufren con el régimen de Maduro.

Internacionalista

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