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Una ‘Roca’ gigantesca para contener a Senegal

Veloces, escurridizos, potentes. Senegal hace gala de un poderío físico avasallante, al que le suma una buena técnica con la pelota. ¿Cómo puede Colombia contrarrestar el juego de los leones africanos? Pekerman echa mano de su ‘Roca’.

Carlos Sánchez es la piedra angular en la que descansa el combinado colombiano que dirige el entrenador argentino, un hombre efectivo en la recuperación de la pelota, rápido en la entrega y complemento perfecto del cuatro posterior.

Su retorno al once inicialista, luego de ser expulsado a los 3 minutos en la derrota 2-1 ante Japón en Saransk, en la primera fecha del Grupo H del Mundial Rusia-2018, es un sello de garantía para el esquema de juego cafetero.

 

La tempranera roja ante los ‘Samuráis Azules’ desbarató los planes de Pekerman.

Colombia, a pesar del hombre de más, logró empatar el partido finalizada la primera parte, pero la exigencia física y el vertiginoso ritmo que Japón le imprimió al juego dibujaron el amargo debut.

Sánchez fue objeto de amenazas de muerte por usuarios de redes sociales en su país, un episodio que no pasó inadvertido en Rusia y que la Policía colombiana asumió con celeridad para encontrar y judicializar a los supuestos responsables.

Intranquilo pero arropado por sus compañeros, Sánchez volverá a ser ese lugarteniente en el que se respalda James, Falcao, Cuadrado y Quintero. La ‘Roca’ va y viene, ordena, manda. Es la voz de la experiencia y una de las armas para contener a Senegal.

 

ADN CHARRÚA, EL SECRETO

La historia futbolística de la ‘Roca’, de 32 años, comenzó muy joven, fuera de las fronteras de Colombia.

Sánchez desembarcó en Uruguay en el verano de 2003 con apenas 17 años. El club Danubio le ofreció un modesto hogar y River Plate lo lanzó a la selección de Colombia.

 

El ‘paisito’ como cariñosamente llaman los uruguayos a su tierra.

Le brindó su primera oportunidad en el profesionalismo, y bien que la aprovechó.

El hombre tímido que llegó del remoto Quibdó, en el selvático departamento de Chocó (sobre el océano Pacífico), se fue transformando en Uruguay en un muchachito maduro, que vivía con poco, que sufrió con los inviernos y extrañaba su lejano hogar.

 

Dos años en Danubio (2003 a 2005) fueron suficientes para que un ídolo odiado y amado por los uruguayos, Juan Ramón Carrasco, le ofreciera un puesto en el River Plate que dirigía.

Fueron dos años (2005 al 2007) de intenso aprendizaje en el arte de defender, en medio de un fútbol que hace del derroche físico una virtud y que alimenta su orgullo con ese espíritu indefinible conocido como la garra charrúa.

 

Jorge Luis Pinto, el exseleccionador costarricense en Brasil-2014 y por ese tiempo al frente del combinado cafetero, lo citó por primera vez a la selección en enero de 2007 para un amistoso contra Panamá.

Desde ese entonces la ‘Roca’ Sánchez se hizo imprescindible en las convocatorias.

 

UN MURO PARA LOS LEONES

En la Copa América de 2011, en Argentina, Sánchez, ya en el Valenciennes francés (2007 a 2013), llamó la atención de la crítica cuando demostró que era posible marcar a Messi sin golpearlo y borrarlo literalmente de un partido.

El brillante Mundial-2014 de Colombia le abrió las puertas de la Premier League inglesa fichando por el Aston Villa en agosto de 2014, luego de una temporada en el fútbol español en el modesto Elche (2013-2014).

 

Con los ‘villanos’ estuvo dos temporadas y recaló en la Fiorentina en el verano de 2016. Apenas una temporada y media con los violetas, Sánchez volvió a dar el salto a España, esta vez al Espanyol en una cesión de seis meses desde el pasado 31 de enero.

Sánchez regresará a Florencia finalizado el Mundial, pero otros posibles caminos se le podrían abrir si hace honor en Rusia a la fortaleza de su sobrenombre.

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