HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Sin diálogo no hay democracia

La política debería darse siempre en espacios de deliberación, pero bajo ninguna circunstancia, como vemos sucede con frecuencia, caracterizarla por las descalificaciones o acusaciones sobre corrupción y demás desmanes en mensajes que buscan explotar las emociones que no la razón de las gentes; y el político, darse a conocer más en su personalidad, capacidad de improvisación, de respuesta ante la crítica y de templanza en el ejercicio político, toda vez que la democracia se sustenta en la deliberación pública, en el diálogo franco camino a generar las mejores alternativas para el bienestar de la mayoría; en el diálogo, entendido como la contrastación inteligente de argumentos, lo que permitirá generar las mejores opciones de acción colectiva.

No necesita la política demagogos, sofistas, populistas ni neopopulistas, quienes pretenden ganarse el favor de las gentes a través de halagos fáciles, sentimentales o argumentos falsos disfrazados de verdad y viceversa. Los políticos están obligados a actuar con base en la verdad, predicar con el ejemplo, con base en un diálogo franco sujeto al escrutinio de la mayoría, ya que en democracia no puede gobernarse sólo y por ningún motivo desde la visión de quien triunfa en los procesos electorales, ya que gane quien gane deberá abrirse a un proceso permanente de discusión pública. Hoy en las democracias representativas, quien gana no puede asumirse como depositario de la totalidad de la voluntad ciudadana, de ahí que tengamos un voto útil y otro de castigo, lo que implica que la ciudadanía no necesariamente está de acuerdo con los planteamientos de quien gana, sino que vota por X o Y opción para evitar otras que considera tanto más dañinas como menos deseables.

De ahí que quien resulte ganador de la elección tiene que reconocer que es su responsabilidad romper con la lógica de la tozudez que ha imperado hasta ahora. Por el contrario, debe entender que la consolidación democrática necesita apertura, capacidad de escuchar a los otros y de construir gobiernos incluyentes de la diferencia. A fin de cuentas, al ganar se gana es el privilegio de servirle a la comunidad y al territorio, fundamentos esenciales en la materialización de espacios ciertos de inclusión.

Una de las motivaciones que lleva al elector promedio a votar por uno u otro candidato o por uno u otro partido, es la esperanza o ilusión de que con el que ha elegido le irá mejor que con cualquiera de los demás. En todo, el bien mayor es robustecer la democracia, promoverla, defenderla, ya que hace ella posible y estimula las ideas y su difusión. El único recurso que la misma democracia nos entrega es el convencer para vencer en aras de una superior estabilidad económica y política, todo lo cual, con argumentos debidamente sustentados, en lo que interesan definidas políticas públicas, consultar al elector, explicarle, darle argumentos, datos e información para que lector saque sus propias conclusiones y en lo posible acierte en favor de las alternativas mejores en bien de todos.

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*Jurista

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