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Soldados con una única misión: hacer reír

Hace 25 años, entre procesos de paz fallidos y algunos de los momentos más violentos del Conflicto interno armado, un grupo de soldados cambiaron su uniforme y el camuflaje militar, por colorido maquillaje y ropaje, nariz roja, pelucas y zapatones gigantes, con la firme intensión de seguir cumpliendo su deber: servir.

Se trata de ‘El Circo Colombia’, del cual hacen parte soldados del Comando de Apoyo de Acción Integral y Desarrollo del Ejército Nacional, quienes tienen como misión recorrer el país para llegar con su gran carpa, con un despliegue de luces, color, sonrisas y humor, con funciones para más de 800 personas, por lo que suelen permanecer en un mismo lugar hasta una semana, con el fin de realizar las funciones suficientes para que nadie se quede sin esta sana diversión.

 

“Es un circo dirigido a las comunidades más apartadas y necesitadas, con el único objetivo de acercarnos y llevar un mensaje de paz a través del arte circense. Los soldados todos los días nos entrenamos para proteger y nosotros nos preparamos todos los días para entretener”, comentó el Sargento Segundo Elkin Contreras, Director Artístico del Circo Colombia, quien lleva 18 años haciendo parte del Ejército Nacional y director del circo.

Su formato se podría denominar de circo contemporáneo, al no utilizar animales en sus actos, los cuales están compuestos por rutinas de payasos, también de ilusionismo o magia, junto a actos de malabares y acrobacias.  

Diversión, color y alegría pero con mucha disciplina. Deben cumplir con el orden que exige pertenecer a las Fuerzas Militares y, a la vez, preparar sus rutinas para el show y en el caso de los acróbatas, mantenerse en forma.

El sargento segundo Elkin Eduardo Contreras lleva 18 años haciendo parte de esta gran carpa, recorriendo los diferentes rincones de la geografía nacional, viendo cómo en los últimos años han podido llegar con su sano entretenimiento a zonas a las cuales, por temas de orden público, no podían llegar, e incluso a San Andrés, Isla, siendo el primer circo que se presenta en dicha región.

Es una ardua labor que hacen con el mayor de los afectos. Por lo general viajan 25 personas, quienes tienen múltiples funciones dentro del circo, pues además de ser las estrellas de los actos en escena, son quienes descargan los materiales, montan la carpa, acondicionan el sonido y las luces, además de salir por el pueblo invitando a los habitantes a las diferentes funciones.

La alegría para el pueblo comienza con la llegada de los camiones que llevan la producción. Los niños que los reciben no pierden detalle de todo el montaje y cómo la carpa va tomando forma en alguna de las zonas de la población, mientras no dejan de preguntar por cada uno de los detalles de la estructura. Ellos no imaginan que quienes hacen el montaje, horas más tarde, serán los acróbatas, los payasos o magos que les llevarán alegría.

Una vez se encienden las luces de la carpa del Circo Colombia, la atmósfera derrocha alegría, mostrando otra faceta de los soldados a través del arte circense.

Sólo un civil hace parte de este circo, integrado por suboficiales, soldados profesionales y soldados regulares que prestan su servicio militar, quienes se dieron cuenta que servir desde el Ejército se puede hacer más allá de un uniforme y un equipamiento bélico. “Es llegar con el arte para unir, sensibilizar y acompañar. Servir, ayudar como ser humano y como soldado a través del arte”, continuó el director.

“Desde el 2008 hago parte del Ejército Nacional, desde que realicé mi servicio militar obligatorio y tenía un poco de conocimiento sobre el circo, porque en mi vida civil había trabajado en el circo, por lo que no lo pensé dos veces para hacer parte. Aprendo y sigo aprendiendo con mis personajes y mis acrobacias, como el trapecio, con el propósito de llegarle a la comunidad y darle diversión”, comentó el soldado profesional Javier Cárdenas, quien además de ser acróbata, es uno de los payasos llamado ‘Sancochito’.

EN TIEMPOS DE PAZ

Tras los Acuerdos de Paz con las FARC aseguran que su labor sigue siendo la misma, aunque ahora pueden llegar a zonas que por temas de seguridad no habían podido llegar por efectos del conflicto, y aunque la mayoría de pobladores los reciben con los brazos abiertos, algunos pocos no ven con buenos ojos que soldados del Ejército Nacional dejen su camuflado por la pintura y los atuendos característicos de un payaso.

“Algunos piensan que estamos transgrediendo, que llegamos a manipular, pero la esencia de nosotros es servir, ayudar”, continúa el Sargento Segundo Contreras, quien también es el encargado de hacer el reclutamiento, en las distintas unidades del Ejército Nacional, del talento para seguir nutriendo este circo de nuevas y divertidas rutinas.

Son muchas las anécdotas que a lo largo de los 25 años sus miembros han ido atesorando, como la vivida por  el soldado profesional Javier Cárdenas, en el municipio de Soacha, donde una niña, tras finalizar la última función, no lo quería dejar ir, por lo cual, él espera que el circo regrese pronto a esta población azotada por la violencia y el desplazamiento.

O lo vivido por el Sargento Segundo Contreras, que un día se encontró con un joven soldado que le contó que de niño, tuvo la oportunidad de asistir a las funciones del Circo Colombia en su pueblo, y por esa experiencia, decidió que quería hacer parte del Ejército.

BOGOTÁ (Colprensa).

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