HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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‘Gracias a Dios nos levantamos’: comerciantes de calles 11 y 12

Los bomberos de Santa Marta participaron arduamente para apagar el fuego que consumió algunos locales comerciales del sector. /MONTINER ALVIS.

Toda esa odisea y pesadilla dejó una lección de vida y de esperanza para cientos de empleados, comerciantes y ciudadanía en general. Después de la tragedia se gestó una transformación urbana en el mercado público, el cual levanta vuelo como el ave fénix desde las cenizas.

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Al cumplirse hoy 20 de septiembre dos años de presentarse el voraz incendio que acabó con algunos establecimientos comerciales y kioscos ubicados en el mercado público de Santa Marta, los afectados coincidieron en que después de la tragedia ahora tienen la bendición divina.

 ‘‘Lo que nos pasó hace dos años fue una pesadilla, ver arder en llamas el edificio con toda la mercancía adentro fue algo estremecedor ya que nunca nos imaginamos que algo así pudiera ocurrir. A pesar del horror de ese día hoy estamos saliendo adelante y sorteando las vicisitudes para no abandonar a las personas que con este empleo logran sacar adelante a sus familias’’, así lo expresó Jhon Fredy Giraldo, administrador de uno de los edificios afectados y que se demolió por completo.

A su turno Hilary Rincón, secretaria del almacén Estrella de la Moda, recordó aquella mañana cuando llegó a su lugar de trabajo y ver a los bomberos todavía a esa hora intentando sofocar las llamas. Dijo que ese día fue horrible porque nunca podrá olvidar el desespero y quizás la impotencia de los voluntarios y el personal de socorristas que no tenían agua suficiente para apagar el fuego.

‘‘Ver como se quemaba el sitio de trabajo es algo fuerte para uno ya que pensar en el futuro producía desesperanza. Todo el esfuerzo y la labor de muchos años quedaba en cenizas y eso fue duro. A pesar de todo nunca perdimos la fe, la pasión ni las ganas de salir adelante porque el amor al trabajo y a lo que veníamos haciendo permaneció intacto para tomar un nuevo impulso’’, indicó.

Una vez el fuego devoró literalmente la edificación y todo lo que había adentro, el balance de los organismos de socorro fue que las estructuras quedaron muy debilitadas por lo que se ordenó  la demolición completa y así se hizo. El gobierno distrital prometió ciertos incentivos tributarios a los dueños de los lotes y se generó alguna solidaridad del sector bancario.

 ‘‘A dos años de la tragedia aún no nos reponemos de las pérdidas. Nosotros somos arrendatarios acá y nos tocó esperar un año mientras los propietarios levantaban nuevamente el local. Hemos recurrido a la vida crediticia con los proveedores para poder continuar con el negocio porque empezados prácticamente bajo cero. En el momento seguimos con deudas bancarias y trabajando con mercancías acreditadas por los proveedores pero las expectativas son positivas gracias a la renovación que tiene toda esta zona contigua al mercado público’’, enfatizó Giraldo.

UN EPISODIO DOLOROSO

Sin duda alguna nadie podrá olvidar jamás aquella madrugada del día 20 de septiembre cuando inició un incendio en la zona contigua a El Emporio. El fuego se propagó de manera rápida y arrasó con plásticos, maderas, ropa y una variedad de productos que se expendían en los locales comerciales del sector. Fue una madrugada y un amanecer terrible para los samarios que fueron testigos de la capacidad destructora de la candela. La capacidad y el esfuerzo de los bomberos fue insuficiente para la magnitud del incendio, y cosa rara el agua escaseaba y no había la suficiente presión para alcanzar la altura de las llamas.

El apoyo del cuerpo de bomberos del Atlántico, de Ciénaga y de la empresa Drummond Ltd. aportó en algo para mitigar la tragedia pero no fue suficiente. En la calle 11 las máquinas no pudieron acceder a las edificaciones que ardían porque los kioscos de ventas lo impedían ya que ocupaban la calle y el espacio público.

Toda esa odisea y pesadilla dejó una lección de vida y de esperanza para cientos de empleados, comerciantes y ciudadanía en general. Después de la tragedia se gestó una transformación urbana en el mercado público, y como reza el adagio popular: el ave fénix alzaba su vuelo nuevamente desde las cenizas.

GRANDES BENDICIONES

Martha Giraldo, propietaria de Comercializadora Bedoya Giraldo y Cacharrería La 11, dijo que los seres humanos deben aprender de las desgracias o fatalidades y que es posible ser resilientes. Para nosotros ese insuceso se convirtió en una oportunidad que Dios nos dio de tener un local mejor, un sector más adecuado. Y realmente yo he sentido la bendición divina porque entre todos hemos salido adelante con esfuerzo y sacrificio.

‘‘Seguimos esmerándonos por ofrecer una mejor atención a los clientes y la gente nos han correspondido. Nuestros proveedores también han sido muy atentos y solidarios ya que hemos contado con su ayuda siempre’’, recalcó.

Doña Martha afirma que la gracia de Dios ha sido maravillosa en cada uno de sus empleados y por esa razón se oficiará una eucaristía especial de acción de gracias este jueves 20 de septiembre en la parroquia de San Francisco a las 7:00 a.m.

‘‘Después de esa tragedia todos nos vimos volcados a ese resurgir, a ese volver a empezar porque eso fue lo que hicimos volver a empezar de cero ya que se perdió toda la mercancía y el local que debió demolerse completamente. Nuestros empleados estaban muy angustiados aquel día pero Dios me dio la fortaleza para darles ánimo y pedirles que saliéramos adelante. Esa misma noche le pedí a un señor de enfrente que me arrendara su local y allí funcionamos mientras se reconstruyó el edificio más moderno y amplio’’, comentó.

Es válido mencionar que en las calles 11 y 12 ahora es posible la mejor movilidad de los peatones, además existe unas rutas del servicio de transporte urbano, de taxis y amplios andenes para poder efectuar las compras sin inconvenientes. Los locales comerciales disponen de albercas profundas en donde se almacena agua que se pueda requerir en otra eventualidad o emergencia. Existe vigilancia privada en el área y no se permite mantener bombillos encendidos dentro de los establecimientos para evitar algún corto circuito.

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