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Así fue la canonización del Papa a Oscar Arnulfo Romero y a Pablo VI

En el Vaticano se celebró la canonización de los religiosos católicos.

El Papa Francisco proclamó este domingo santos al arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero y a Pablo VI en una ceremonia en la que elogió su atención a los pobres y su entrega, a pesar de las dificultades.

 

Ante cerca 70.000 personas, con el telón de fondo de la basílica de San Pedro en la que se habían colgado los tapices de los siete santos proclamados hoy, Francisco celebró la canonización del que es ya San Romero de América y de Giovani Battista Monti, el papa que clausuró el Concilio Vaticano II.

En su homilía, dedicada a la necesidad de la privación de la riqueza y lo material para seguir a Jesús, el pontífice dedicó solo unas breves palabras a los nuevos santos.

Francisco elogió de san Oscar Romero, asesinado en 1980 por un comando de la ultraderecha, que abandonó “la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”.

En homenaje, el Papa usó como vestimentas litúrgicas durante la ceremonia el cíngulo con sangre que llevaba en la cintura Romero el día de su asesinato en 1980, así como la casulla de Pablo VI.

Miles de personas, entre religiosos, fieles y autoridades de los dos continentes asistieron a la solemne proclamación en el Vaticano, entre ellos unos 7.000 salvadoreños.

¿Quién fue Pablo VI?

El italiano Giovanni Battista Montini, nacido en 1897 en el seno de una familia noble, fue pontífice de 1963 a 1978, años difíciles para la Iglesia, marcados también por la influencia de la Teología de la Liberación en América Latina y los curas guerrilleros, como el padre Camilo Torres.

Durante su pontificado clausuró en 1965 las labores del Concilio Vaticano II, iniciadas por Juan XXIII en 1962, y puso en marcha muchas de las reformas que se indicaban: suprimir el índice de libros prohibidos, ofreciendo libertad de pensamiento e impulsando una nueva administración eclesial, más democrática, como la creación entre otras de los sínodos de obispos.

El Papa Pablo VI fue “el profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres”, declaró Francisco durante la ceremonia este domingo para su canonización.

“Pablo VI, aún en medio de dificultades e incomprensiones, testimonió de una manera apasionada la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús”, agrego.

De Pablo VI recordó además que “fue el sabio timonel” del Concilio Vaticano II y que animó a “vivir nuestra vocación común: la vocación universal a la santidad. No a medias, sino a la santidad”.

En estos días se han hecho muchas comparaciones entre las dificultades que tuvo que pasar Romero durante su vida, y también en el proceso de canonización, por la oposición de algunos obispos y en la Curia, y las dificultades de Pablo VI para llevar a cabo las reformas surgidas del Concilio Vaticano II.

Francisco proclamó también santos a la que es considerada la primera santa boliviana, aunque nacida en España, Nazaria Ignacia March; a los italianos Francesco Spinelli, Vincenzo Romano y Nunzio Sulpriziola y a la religiosa alemana María Katharina Kasper.

Todos estos santos, en diferentes contextos, señaló el pontífice argentino, “han traducido con la vida la Palabra de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgar y de dejar” y abogó para que “el Señor nos ayude a imitar su ejemplo”.

A los fieles, entre ellos miles de peregrinos salvadoreños, pero también llegados de la región italiana de Lombardía, de donde era Montini, Francisco les dijo: “No vayas detrás de Jesús solo cuando te apetezca, sino búscalo cada día; no te conformes con observar los preceptos, con dar un poco de limosna y decir algunas oraciones”.

Subrayó que San Pablo decía “que el amor al dinero es la raíz de todos los males” e insistió en que “donde el dinero se pone en el centro, no hay lugar para Dios y tampoco para el hombre”.

“Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso”, agrego.

Por ello instó a pedir “la gracia de saber dejar por amor del Señor: dejar las riquezas, la nostalgia de los puestos y el poder, las estructuras que ya no son adecuadas para el anuncio del Evangelio, los lastres que entorpecen la misión, los lazos que nos atan al mundo”.

Al final de la ceremonia, el pontífice Francisco saludó a las delegaciones y citó a la reina Sofia en representación de España y también al presidente El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; el de Chile, Sebastián Piñera y el de Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez.

También saludó al exarzobispo de Canterbury Rowan Williams, líder de la iglesia anglicana y presente en la canonización: una estatua de Romero se encuentra colocada ya entre los santos en la abadía de Westminster.

AFP

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