HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Planear no es atiborrar

Todo gobierno tiene un plan de desarrollo. Pero no todo gobierno deber elaborarlo, cada 4 años, de conformidad con las líneas que traza la Constitución. Como es el caso colombiano.

Colombia es uno de los pocos países del mundo, acaso el único, cuya Constitución dice cómo se elabora, cómo se discute en el Congreso, y cómo se ejecuta el plan cuatrienal de desarrollo. De allí la importancia, cuando se habla de que se aproxima la expedición del plan de desarrollo del gobierno del presidente Duque, de mirar con mucho cuidado qué dice la Constitución sobre los planes de desarrollo.

El artículo 339 de la Carta es muy claro al respecto. El plan consta de dos partes: de una parte general, en primer lugar, donde se señalarán los propósitos y objetivos nacionales de largo plazo, las metas y prioridades de la acción estatal a mediano plazo, y las estrategias y orientaciones generales de la política económica, social y ambiental que serán adoptadas por el gobierno. Esta es la parte conceptual del plan.

En segundo lugar, contendrá un plan de inversiones públicas que se plasma en presupuestos plurianuales para los “principales programas y proyectos de inversión pública nacional”, con la especificación de los recursos financieros requeridos para su ejecución.

La diligente directora del Departamento Nacional de Planeación, la Dra. Alonso, viene trabajando a toda máquina en la elaboración del plan que definirá la hoja de ruta del cuatrienio del presidente Duque, y que debe ser aprobado por el Congreso a comienzos del año entrante.

Se ha vuelto una malsana costumbre que durante la discusión del Plan de Desarrollo los parlamentarios forcejean con el gobierno para que se incluyan multitud de pequeñas partidas de interés para sus regiones, pero que no constituyen “los principales programas y proyectos de inversión pública nacional” de que habla la Constitución. El resultado de esto son unos farragosos planes de desarrollo, casi que ridículos, en donde se entremezclan obras de señalada importancia con pequeñas obras de desarrollo local que los gobiernos permiten incluir en los planes de desarrollo, para simplemente facilitar su trámite parlamentario.

En el fondo, acceder a que los planes de desarrollo se conviertan en atiborrada lista de mercado es una manera de distribuir mermelada que desvirtúa el espíritu auténtico de un plan cuatrienal de desarrollo. En el que deben aparecer solamente las grandes inversiones que se van a ejecutar con su correspondiente “presupuesto plurianual”, como lo manda la Constitución. Es decir, con la identificación precisa de las fuentes de recursos de que se dispondrá. Para que el plan no se convierta en una disparatada lista de buenos propósitos, sin posibilidad alguna de ejecutarlo.

Se acerca, pues, el momento en que el país elaborará su plan nacional de desarrollo para los próximos 4 años. Bien entendida, ésta es quizás la ley más importante que se produce en Colombia cada 4 años. Ojalá lo comprendamos bien, para que se puedan promover desde allí las grandes políticas que se supone debe impulsar el plan de desarrollo. Sin confundir el plan con una atiborrada lista de mercado de pequeñas obritas municipales, que se negocian a la media noche del último día en el Congreso solo para facilitar su aprobación. Pero sin ningún provecho.

Al plan de desarrollo le ha salido ahora una nueva pata. En la reunión “construyendo país” que tuvo lugar en La Guajira el gobierno ofreció que abriría un portal para que cualquier persona presentara iniciativas para ser incluidas en el plan de desarrollo. Esto en principio suena bien, pero habría que preguntarse cómo se va a manejar.

Planeación Nacional va a recibir un verdadero alud de propuestas a través de este portal que se está promocionando intensamente. ¿Cuántas propuestas va a recibir? ¿80 mil? ¿100mil? No se sabe. Y ¿Cómo va a escoger entre ellas? ¿Cuáles van al plan? ¿Cuáles no?

El síndrome -bien intencionado desde luego pero riesgoso- del exceso de consultas, puede volverse un ejercicio retórico, donde las propuestas ciudadanas, a riesgo de atiborrar el plan, terminen en el cajón del olvido.

*ExMinistro de Estado

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