HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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421 casas afectadas por creciente súbita de ríos

El agua y lodo ingresaron a las viviendas afectando muebles y electrodomésticos a las familias que habitan en el área rural de Santa Marta.

En cabañas de Buritaca resultaron afectadas 350 casas en esa vereda, mientras que en Don Diego hubo 20 viviendas, en Guachaca 30 y en Puerto Nuevo 21 casas inundadas.

Un total de 421 viviendas del área rural del distrito de Santa Marta resultaron afectadas por la creciente súbita de los ríos que descienden de la Sierra Nevada, según el reporte entregado por la Defensa Civil Colombiana, sede Magdalena.

De acuerdo con un balance entregado por el mayor Eduardo Vélez, director del organismo naranja, las fuertes precipitaciones que cayeron anoche y en horas de la madrugada de este lunes contribuyeron con el aumento en los caudales de los ríos Don Diego, Buritaca y Guachaca generando estragos en las poblaciones ribereñas.

‘‘En el sector de las cabañas de Buritaca resultaron afectadas 350 casas en esa vereda, mientras que en Don Diego hubo 20 viviendas, en Guachaca 30 y en Puerto Nuevo 21 casas que se vieron inundadas. Esas afectaciones se registraron en horas de la madrugada donde la mayoría de las personas advierten el ingreso del agua a sus casas trayendo la pérdida de enseres, alimentos y algunos electrodomésticos’’, precisó el mayor Vélez.

Comentó además que por fortuna no se presentaron personas heridas o víctimas fatales lo que es digno de destacar aunque las pérdidas materiales fueron mucho y están por ser cuantificadas.

El director de la Defensa Civil Colombiana, regional Magdalena, reiteró que de acuerdo con el informe del Ideam es que se mantenga la alerta roja en la zona porque existe la probabilidad de ciertos desbordamientos originados por la creciente súbita de los ríos. ‘‘La geomorfología de estos ríos hace que ante lluvias fuertes en la parte alta de la Sierra los ríos crezcan porque tienen un recorrido muy corto y una profunda inclinación lo que hace que los volúmenes de agua sean muy rápidos y afecten de inmediato a la población’’, indicó el mayor Vélez.

Fue categórico al manifestar que no se puede bajar la guardia o confiarse por lo que hizo un llamado a la comunidad a que esté vigilante y activa mientras persista la alerta roja. Destacó que los comités barriales y los comités veredales de emergencia deben continuar con las medidas de precaución y que los observadores comunitarios anuncien al percatar cualquier cambio en los niveles de los ríos y ordenen evacuar hacia sectores más altos.

‘‘Es importante mantener especial atención en los ofidios ya que estos réptiles cuando hay inundaciones buscan sitios secos como las viviendas y hay que estar prevenidos para lo no ocurrencia de una mordedura. Otra recomendación es mantener una fluida comunicación con las autoridades tanto locales como municipales para poder avisar tan pronto ocurra una situación o eventualidad’’, manifestó.

Es válido mencionar que los organismos de socorro mantienen un monitoreo permanente sobre los afluentes mientras transcurre esta temporada de lluvias que se extenderá hasta el mes de noviembre.

El reporte de los expertos del Ideam establece que el clima está variando de forma abrupta por lo que es vital mantenerse en alerta sobretodo en las regiones ribereñas ante posibles crecientes súbitas.

ESTRAGOS EN LA CALLE 22

En lo que respecta al área urbana de Santa Marta, el aguacero causó inundaciones pero al mismo tiempo un derrumbe en el cerro de la Avenida Santa Rita (calle 22) entre calles 13 y 12ª. La situación fue atendida por el personal adscrito al Cuerpo de Bomberos de Santa Marta que constató la emergencia que deja solo pérdidas materiales.

Aunque el aguacero del día domingo no fue prolongado sí fue intenso con breves interrupciones. La lluvia inició de manera aislada en algunos sectores a partir de las 7:00 p.m., luego escampaba por raticos y nuevamente arreciaba agua a cántaros. Santa Marta colapsó por completo: el flujo de busetas y taxis disminuyó en un 80%, las calles quedaron anegadas y después de 9:30 de la noche la ciudad simulaba un pueblo fantasma, lúgubre y frío. 

Algunos de los pocos conductores de taxis que se arriesgaron a prestar el servicio aprovecharon para cobrar tarifas excesivas en trayectos relativamente cortos y que los usuarios pagaban porque solo importaba era llegar a sus hogares.

CIUDAD AHOGADA 

Muchas personas con zapatos en sus manos rogaban para que apareciera alguna buseta y de hecho pasaban pero tan llenas que simulaban ‘sardinas en lata’, mientras que los taxistas eran contados con los dedos de la mano.

Dos amigos turistas vivieron su más triste experiencia al intentar llegar a un hostal cerca a la clínica La Milagrosa. Se trata de Carolina Guañarita Flórez, socióloga de la universidad del Valle y de Kaily López (hondureño), estudiante de último semestre de turismo en la FIU de Miami. Ambos se encuentran realizando un recorrido para conocer la costa colombiana y quedaron ‘atrapados’ por el aguacero en Santa Marta.

Carolina es una persona en situación de discapacidad con un diplomado en derechos humanos quien participa en un canal universitario ‘Logros para contarlo’ y en Facebook aparece como Exprésate with Carol. A pesar del tiempo adverso que afrontaban ambos no perdieron la esperanza y justo después de orarle al Creador apareció en la Avenida Campo Serrano con calle 20 un taxista como un ángel.

Después de cruzar literalmente los pantanos y una enorme laguna de la Avenida Santa Rita (calle 22) en un lapso de una hora y media llegaron a su destino por solo $10.000. Ese mismo conductor pretendía llevarme a mí hacia Rodrigo Ahumada por $15.000 y al no lograr un acuerdo para bajar ese valor descendí justo en la esquina de Mil Carnes.

Esa noche de domingo constaté una ciudad ahogada con escorrentías fuertes, me lancé al agua y como un pollo remojado recorría la Santa Rita y la Avenida de Los Estudiantes (Calle 12) solitarias como un pueblo lúgubre, fantasma y frío.

Caminé mucho con el recuerdo intacto de los dos amigos turistas que acompañé con pena ajena porque no es lógico que una ciudad añeja no haya resuelto a casi 500 años de fundada un problema estructural de décadas. No dejé de caminar ni de orar hasta que en la carrera 18 también llegó mi ángel que llevo a casa por solo $8.000.

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