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El turno de Íngrid Betancourt ante la JEP

La exdirigente política da cuenta de lo que vivió en el cautiverio al que fue sometida por las Farc.

 

Íngrid Betancourt, que pasó más de seis años de su vida secuestrada por las Farc, se presentará este miércoles (desde las 9 am) en la Jurisdicción Especial para la Paz. Lo hará desde las 9:00 y podrá seguir la transmisión aquí 

La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) comenzó a recibir versiones orales y escritas de 27 víctimas de secuestros políticos realizados por la antigua guerrilla de las Farc durante el conflicto armado, hechos que son investigados por ese alto tribunal.

«La Sala de Reconocimiento de Verdad, de Responsabilidad y de Determinación de los Hechos y Conductas de la JEP convoca a sesiones de recepción de informes orales y escritos por parte de víctimas organizadas, secuestradas por las FARC-EP presuntamente con finalidades de canje», manifestó el tribunal en un comunicado.

Las sesiones se realizan en Bogotá entre el 22 y 26 de octubre, así como el 6 y 8 de noviembre, mientras que en la ciudad de Huila se llevará a cabo el 7 de noviembre. El 22 de abril pasado, en el marco de la Feria del Libro de Bogotá, Betancourt dijo estar convencida de que el acuerdo de paz con la antigua guerrilla es un «activo» que Colombia debe preservar y que la sociedad debe aprender a «construir por encima de la adversidad».

«Las experiencias difíciles que uno tiene en la vida pueden cobrar un valor más allá de lo personal si uno encuentra las palabras para poder compartir y hacer de esa experiencia un conocimiento», dice sobre el drama que vivió entre el 23 de febrero de 2002, cuando fue secuestrada por las Farc, y el 2 de julio de 2008, día de su rescate en una operación militar denominada Operación Jaque.

Fueron seis años, cuatro meses y nueve días en manos de la guerrilla, una experiencia que no se olvida, que ha plasmado en libros. «Todos los días hay algo que me recuerda esa situación, pero la relación con esos recuerdos, la naturaleza de esas emociones ha cambiado, en un principio era algo muy doloroso, muy difícil de administrar, hoy en día yo diría que hay una distancia, hay una perspectiva con esas emociones y hay como una serenidad, como un silencio, un apaciguamiento», afirma.

Betancourt reconoce que la vida le ha enseñado «a tener mucha tolerancia» frente a quienes no piensan como ella «y a tratar de crear puentes de comunicación aún en esquemas de mucho antagonismo», algo que trata de aplicar en Colombia, donde muchos la culparon de su secuestro por adentrarse en una zona guerrillera del sur del país cuando era candidata presidencial. «Digamos que es una relación que ha ido evolucionando, la sensación que yo tengo en este momento es que es una relación de concordia, de mucha paz», afirma.

En su opinión, en Colombia «las personas han cambiado muchísimo» en los últimos años, algo que la «reconforta inmensamente» y que la hace sentirse «muy tranquila», principalmente cuando viene al país procedente de Francia, donde vive, «y también muy orgullosa de ser colombiana». No obstante, ha enfrentado «situaciones difíciles», como «restablecer una intimidad» con sus hijos, que tenían 13 y 16 años cuando ella fue secuestrada, y a los que volvió a ver ya convertidos en adultos. También le costó trabajo enfrentar «el impacto de la mentira» sobre las circunstancias de su secuestro.

«Cuando yo salí a la libertad me encontré con una narración de los hechos sobre mi secuestro que era totalmente en contraria con lo que yo había vivido, y por más que he tratado de explicar lo que yo viví es como si la mentira fuera más creíble que la verdad y eso para mí ha sido una fuente de dificultad, de zozobra», asegura.

En la superación de los traumas han sido fundamentales la fe durante el secuestro y la escritura ya en libertad. «Para mí, descubrir la fe fue una sorpresa porque si bien yo fui educada en una familia de tradición católica también fui educada en Francia y entonces había un gran escepticismo, mucha crítica frente a la iglesia y a la religión», afirma.

Pero «cuando se produce el secuestro, se crean unas situaciones y unos hechos que no me los puedo explicar sino a través de una reflexión sobre la fe», afirma sobre las razones que la llevaron a hacer un doctorado en teología en la Universidad de Oxford (Reino Unido). En cuanto a la escritura de libros como «No hay silencio que no termine», asegura que es un ejercicio con «una significación diferente» porque le permite «transformar algo muy fuerte y doloroso en una reflexión que se pueda compartir con otras personas».

«Lo que yo encuentro que es muy valioso en la literatura es que es un ejercicio de una intimidad extraordinaria porque uno escribe sin filtros, no hay nadie al frente de uno, salvo el papel», explica.

En lo referente al acuerdo de paz con las Farc, considera que «necesita unos ajustes» y subraya que hay que construir sobre lo pactado porque «lo que hay es bueno, lo que hay es extraordinario, porque realmente logramos la desmovilización de la guerrilla más grande y más antigua del continente».

Betancourt considera que aunque la paz con las Farc actualmente vive un momento crítico por la detención por narcotráfico de Jesús Santrich, uno de los jefes de esa antigua guerrilla, es un «activo» que el país debe consolidar. «Este es un proceso largo (…) quedan obviamente todavía cabos sueltos que hay que resolver, pero yo creo que uno no puede torear todos los toros al mismo tiempo», sentencia.

 

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