HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Tan diferente

Hace cincuenta años se creó el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Los Andes y también se inició la Facultad de Derecho. Dos innovaciones significativas. Ciencia política porque fue el primero en Colombia. Y en América Latina. Y tan sólo tres iniciaban al mismo tiempo: el chileno con Fernando Molina y el peruano con Jorge Capriata.

Todos contaron con el estímulo de las fundaciones Ford y Rockefeller. Formaban parte importante de la modernización de la universidad latinoamericana. El de Los Andes había iniciado cinco años antes cuando ofrecí la primera cátedra a un distinguido grupo de estudiantes de ingeniería. ¡Ellos realmente la fundaron! En 1963.

Derecho formaba parte de otra innovación que la Fundación Ford promovía en varios continentes y en América Latina, en Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. Una revolución porque cambiaba la metodología de enseñanza (casos y adiós a la memorización), la organización académica (semestralización, créditos, comprobación rutinaria de lecturas y construcción de la calificación final a lo largo del semestre y no en un examen oral al final del año). La Facultad de Derecho de Los Andes es la mejor de Colombia.

Estas innovaciones académicas tuvieron lugar en un año crítico para la democracia, la Revolución de Mayo en Francia que reverberó en muchas partes y la matanza en la Plaza de las Tres Culturas en México.

En este medio siglo el mundo ha cambiado sustancialmente. La política funciona de otra manera. La democracia está en crisis en países que eran modelos: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia. Si hoy enseñara el curso de política comparada como lo hice entonces tendría que acudir a periódicos actuales y no a libros consagrados de especialistas bien conocidos.

Hoy proliferan libros sobre la crisis de la democracia y se habla de asombrosa crisis de liderazgo. También se hace referencia a cómo unos cuántos paranoicos se han apoderado de los gobiernos en Tailandia, Siria o Venezuela. No es la primera vez, es que creíamos que la democracia estaba consolidada. Por eso es tan preocupante lo que vemos. Ahí estuvieron Stalin, Hitler, Mussolini, Franco, y todos los que sometieron sin compasión a sus pueblos y utilizaron los más perversos métodos para mantenerse por décadas en el poder. Pero la idea del progreso parecía haber desterrado para siempre regímenes tan perversos.

Tenían sobrada razón los grandes pensadores de la democracia cuando, una y otra vez proclamaron que las libertades había que defenderlas todos los días pues no se preservan solas.

Los departamentos de ciencia política, aquí y en otras partes, tienen dificilísima tarea. Repensar cómo en este nuevo mundo se puede construir un régimen de libertades y de equilibrio real de poderes.

Estoy leyendo un libro desolador de un autor francés, Jean Luc Hees. El solo título ya lo coloca a uno en guardia: ‘Estos sicópatas que nos gobiernan’, y después abunda: sicópatas, neurópatas, sociópatas, Corea, Filipinas, Siria, Tailandia, etcétera.

Afortunadamente no aparecemos en esta lista deplorable, pero recordemos, la libertad, el sentido democrático, hay que defenderlo todos los días.

El autor dice que son los príncipes de la ausencia de reglas de derecho, del narcisismo, de la aberración y, en ocasiones, de la crueldad. Ellos obligan a temer lo peor para sus pueblos y, tal vez, para el planeta, como Calígula, como Nerón, capaces de las peores atrocidades.

​*ExMinistro de Estado

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