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¿Desconocer el Ius Soli?

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, busca eliminar por decreto el derecho constitucional a la ciudadanía reconocido en la 14ª Enmienda a los que nacen en territorio norteamericano pero que son hijos de padres inmigrantes que no tienen regularizada su permanencia en esa Nación, con el fin de que no se beneficien más de ese derecho.

La verdad es que un decreto o una orden ejecutiva no pueden modificar en ese país el alcance de la disposición constitucional que así lo autoriza. La Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que consagra la cláusula  sobre protección igualitaria, se expidió después de la guerra civil a que los había conducido la Sentencia Dred Scott v. Sandford en 1857, que declaró constitucional la esclavitud y había desconocido la condición de ciudadanos a los habitantes de color (esclavos) y sus descendientes.

La Enmienda en comento se propuso en 1866 y se ratificó en 1868 y deja sin efecto la que muchos consideran la peor sentencia en la historia constitucional de los Estados Unidos: Scott v. Sandford. Posteriormente la 14ª Enmienda contribuyó con su interpretación a prohibir la segregación racial en los colegios públicos en el caso Brown v. Board of education.

Por tanto, pudiéramos decir que  a los Estados Unidos le costó una guerra civil la aprobación de la 13ª Enmienda, que prohíbe la esclavitud, la 14ª, que reconoce la ciudadanía, y la 15ª, que levanta la prohibición del voto determinado por la raza.

De esta suerte Estados Unidos se puso a la vanguardia de la civilización prohibiendo el comercio de seres humanos -esclavos- a quienes se les trataba como cosas con el apoyo indigno de unos magistrados proesclavistas que consideraban que la Constitución  protegía el derecho a la propiedad y que los esclavos eran parte de ella.

Por ello no resulta apropiado que ahora se proponga semejante absurdo con una medida abiertamente discriminatoria que el gran país del Norte había superado con la construcción jurisprudencial del Tribunal Supremo y el apoyo de los demás poderes. Avalar una medida de esas características es como devolverse a los momentos oscuros que antecedieron la guerra civil. Es como recordar a Herodes, el gobernante de Judea que ordenó la “matanza de los inocentes” en la época del nacimiento de Jesús, según  narra el nuevo testamento.

Una iniciativa tan insólita como esa contraria la propia historia de los Estados Unidos, un país de inmigrantes, porque significaría que a  los hijos de los primeros inmigrantes  no debieron reconocerles derechos. Del mismo modo, implica desconocer de un tajo el derecho internacional que consagra la doctrina del “Ius Soli”, como unos de los modos para obtener la ciudadanía.

Es cierto que el gobierno de los Estados Unidos debe adoptar medidas para controlar la inmigración ilegal, en medio de la cual debe haber gente de toda condición, pero la mejor manera de hacerlo no es expatriando o no reconociéndole derechos a “niños inocentes” que no eligieron donde nacer.

*ExDefensor del Pueblo

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