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Disturbios en varias ciudades del país

Cerca de 5.000 estudiantes marcharon ayer en varias ciudades del país para exigir al Gobierno Nacional que retome las mesas de diálogo en busca de dar más recursos a las universidades públicas. La movilización transcurrió de manera pacífica en las primeras horas, pero, de nuevo, actos de violencia empañaron la protesta.

“(…) Desde La Guajira, Cauca, Putumayo hasta Medellín, Cali y Bogotá. Todo el territorio colombiano necesita de Educación pública y calidad. Por la educación va mi canto hoy (…)”, cantos como este, lápices grandes de cartón, el dragón del déficit de la educación superior, pancartas y bailes fueron los símbolos de la primera parte de la movilización. Líderes indígenas, centrales obreras y la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) se unieron a la marcha.

 

Al caer la tarde, gases lacrimógenos, bombas molotov, chorros de agua y sirenas de la policía se tomaron la segunda parte de la marcha, al presentarse enfrentamientos entre los manifestantes y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad). Bogotá, Medellín y Barranquilla son las ciudades en donde hasta el momento se han registrado disturbios. La Universidad de Antioquia y la de Atlántico debieron ser evacuadas.

UN LLAMADO A LA NO VIOLENCIA

Las manifestaciones comenzaron hacia las 11:30. En Bogotá, así como en las otras ciudades en donde se registraron brotes de violencia en las anteriores marchas, había prevención por parte de la ciudadanía por temor a que se registraran nuevos hechos de violencia.

Además de la capital, Pasto, Popayán y Santander fueron las ciudades en donde se registraron mayores afectaciones en los sistemas de transporte público, así como policías agredidos y ataques a edificios y medios de comunicación.

El ambiente era tenso, pero al avanzar la mañana los ánimos se fueron calmando. Creatividad, alegría y unión social hicieron parte de ese momento que convocó a estudiantes de las 61 instituciones de educación superior del país y de universidades privadas.

Los estudiantes manifestaban que su única arma son los lápices y buscaban que eso quedara reflejado en las marchas. En los últimos días, se habían montado en los buses de servicio público de Bogotá para explicar sus motivos de protesta y volver a poner el foco sobre la crisis financiera de las instituciones oficiales. 

 “Salimos a las calles con toda la disposición de hacerle entender a la sociedad que nuestro movimiento es pacífico. No es justo que nos sigan señalando de vándalos cuando se está invitando a la gente a que entienda que sucede y lo hacemos desde el arte, con muestras sociales porque la lucha es de todos, pero nos la están dejando solo a nosotros”, explicó Dana Corredor, estudiante de la facultad de Artes de la Universidad Distrital (ASAB).

Corredor Silva expresó que las clases no se han suspendido por “simple gusto, como se cree”, sino porque es una necesidad de todo el país.  Y es que las aulas están desde hace más de 30 días vacías, lo que, además de grandes pérdidas para los centros educativos, ha provocado preocupación nacional por el futuro de la educación pública. En las calles, las protestas han pasado de los cánticos, las manifestaciones simbólicas y los abrazos de estudiantes y miembros del Esmad a las tomas de algunos edificios y las agresiones. 

DESMANES

Pese a que todo transcurría con normalidad en las marchas, la ciudad de Bogotá fue testigo nuevamente de enfrentamientos entre Esmad y estudiantes. Al llegar a la calle 100 con autopista Norte los chorros de agua y los gases lacrimógenos volvieron a tomarse la marcha. Algunos manifestantes aseguraron que el Esmad los atacó sin provocación alguna, pero había dentro de la marcha, personas que prepararon bombas incendiarias para atacar a la policía, como lo evidencian unas fotografías tomadas por Colprensa.

 “Nuestras movilizaciones siempre han sido pacíficas, son pocos los encapuchados que han saboteado nuestras movilizaciones o los policías que han violentado a los estudiantes. El final de la marcha no debía ser ese. Los estudiantes estábamos caminando tranquilamente, sin afectar a nadie, ni a lo público ni a lo privado y el Esmad empezó a arrinconarnos. El Gobierno no está cuidando a sus estudiantes y por el contrario fomenta la violencia con cordones de policías. No podemos permitir que algunos lunares dañen nuestras movilizaciones”, expresó el estudiante de Ciencia Política de la Nacional y líder estudiantil, Alejandro Palacios.

La jornada afectó por varias horas la movilidad de Transmilenio, que tuvo que cerrar varias estaciones mientras se producía el paso de los estudiantes. 

Entre tanto, la sede de RCN Radio, en Bogotá, que en anteriores jornadas fue objeto de ataques por manifestantes, fue rodeada con una bandera de Colombia, como una invitación a que esos hechos no se repitan. Sin embargo, una de las móviles con las que cubrían la marcha fue manchada con pintura en aerosol.

Así mismo, periodistas de la emisora Todelar reportaron afectaciones a sus instalaciones con pintura de aerosol por parte de los estudiantes. 

¿QUÉ SIGUE?

Para salir de esta situación de ausencia de espacios de diálogos y manifestaciones empañadas por la violencia, el decano de la facultad de Educación de la Universidad Sergio Arboleda, Juan Sebastián Perilla, sostiene que es necesario volver a la negociación y con ellos separar a los estudiantes que protestan de manera pacífica de los vándalos.

 “Lo que pasó la semana pasada y lo que ha sucedido hoy son el reflejo de que en las marchas estudiantiles se están infiltrando personas encapuchadas para generar inconvenientes de orden público y ahí la Fuerza Pública se está equivocando al no controlar esto y delimitar quienes sí son estudiantes y quienes son vándalos. Debido a los actos violentos la gente se ha opuesto a las marchas por esa imagen negativa que se está mostrando, pero es un llamado al Estado para que escuchen las peticiones de los estudiantes y les brinde apoyo para una problemática que no es de ahora sino de hace varios años”, detalló el experto en educación. 

Para Perilla hasta que el Gobierno no asuma una “responsabilidad concreta”, los estudiantes seguirán movilizándose lo que lleva a que se dilate el diálogo. “La educación necesita certeza. No debe haber expectativa de solución sino acciones para poder volver a las aulas”, apuntó.

En opinión del pedagogo Julián de Zubiría es importante que la discusión sobre el tema de la educación oficial trascienda el impacto que provocan los actos vandálicos, ya que esto lleva a ocultar el problema de fondo.

 “La educación oficial está en una profunda crisis que se viene gestando desde 1993. A las universidades oficiales les transfieren hoy 4,8 millones por estudiante, cuando en 1993 se les transferían 10,8 millones.  Las universidades han logrado subsistir gracias a que hoy consiguen la mitad de sus recursos por venta de servicios, a que el 65% de sus profesores son ocasionales y a que se han debilitado su infraestructura. El problema es estructural y la queja de los estudiantes es justa: Piden recursos para la educación”, explicó de Zubiría.

BOGOTÁ COLPRENSA

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