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El Papa pide ‘verdad y justicia’

El papa Francisco presidió el ‘Gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional’, en el que estuvo con más de 6 mil víctimas del conflicto armado colombiano. El Papa Francisco fue recibido por la guardia indígena y unas 600 mil personas que asistieron a la misa donde beatificó a dos religiosos colombianos. El Vicario de Cristo, lució un sombrero vueltiao y un collar que le entregaron representantes de las comunidades indígenas del Vaupés. En su segundo día de visita a Colombia pronunció una homilía titulada ‘Reconciliarse en Dios, con los Colombianos y con la creación’, en la que dijo ‘todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso’./ AFP

 

VILLAVICENCIO AFP

El papa advirtió ayer del riesgo de que la paz fracase en Colombia sin una sincera reconciliación entre víctimas y las fuerzas que han desangrado a este país, que intenta extinguir el conflicto más prolongado del continente.

Desde Villavicencio, una zona castigada por la violencia, adonde llegó en su tercer día de visita a Colombia, Francisco puso en el centro de su prédica a quienes han sufrido el enfrentamiento entre Estado, guerrillas, paramilitares y narcotraficantes.

«Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso», afirmó el jefe de los católicos en la segunda misa a cielo abierto que oficia tras reunir a 1,3 millones de fieles en Bogotá.

El papa, que ha llamado a huir de la venganza y el odio, apoyó el acuerdo que condujo al desarme y transformación en partido político de los rebeldes de las FARC. La Iglesia católica, que ha perdido a dos obispos y 89 sacerdotes en medio del conflicto, también acompaña los diálogos que con el mismo fin emprendió el gobierno con la guerrilla del ELN.

«Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz», expresó. 

Ante centenares de miles de creyentes, Francisco beatificó al sacerdote colombiano Pedro María Ramírez y al obispo Jesús Jaramillo. El primero fue asesinado a machetazos en 1948, y el segundo a balazos en 1989, en episodios de la dilatada violencia en Colombia.

FALTAN LOS HUESOS

Al llamar a las víctimas al perdón, el papa aclaró que «el recurso a la reconciliación concreta no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia».

El acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) prevé que los responsables de delitos atroces, incluidos agentes del Estado, eviten la cárcel si confiesan sus crímenes, reparan a las víctimas y prometen nunca más ejercer la violencia. 

El pacto es rechazado por amplios sectores encabezados por la influyente derecha por considerarlo indulgente con la rebelión comunista. Al menos 7,5 millones de víctimas, entre muertos, desparecidos y desplazados ha dejado la conflagración interna.

Francisco viajó a Villavicencio justamente para encontrarse y escuchar a verdugos arrepentidos y sus víctimas, en su mayoría campesinos, indígenas y negros.

En la tarde elevará una gran oración por la paz y el perdón en un acto en el que se verá la imagen del mutilado Cristo de Bojayá.

Sin brazos ni piernas, la efigie quedó semidestruida por un artefacto explosivo lanzado por las FARC contra una iglesia donde se refugiaba una comunidad negra en medio de un combate: 79 personas murieron.

En una carta pública al pontífice, Rodrigo Londoño, también conocido como Timochenko, jefe del ahora partido político, suplicó «perdón por cualquier lágrima o dolor» que causaron sus hombres. 

«Más que el perdón falta que nos entreguen los huesos. Eso es lo que le pido a Timochenko, para tener donde ir a rezar por nuestros familiares», dijo a la AFP Jesús Corrales, representante de un grupo de víctimas del Valle del Cauca (suroeste).

Vestido de blanco, este hombre de 52 años aseguró haber sido víctima tanto de la guerrilla como de los paramilitares: de los primeros porque lo creían informante del gobierno y de los otros porque llegó desplazado a una zona.

Desde Villavicencio, el papa volvió a abogar por «una reconciliación con la naturaleza». «No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento», reprochó.

Alcides Mejía, un indígena del pueblo zenú, ubicado en el noroeste del país, recorrió Colombia de un extremo a otro para «reclamar» ante Francisco los derechos de los pueblos aborígenes.

«Tenemos muchos indígenas desplazados desde hace 500 años y (somos) discriminados por el pueblo colombiano», explicó este guardia indígena con bastón de mando en mano. 

«Los indígenas nunca serán arrodillados ante el papa», remató Mejía, cuyo territorio en el departamento de Antioquia ha sido por años zona de disputa de «todos» los grupos armados.

Unos 1.500 indígenas llegaron a Villavicencio, a 70 km de Bogotá, para encontrar al papa. Representantes de etnias le hicieron un pasillo de honor su ingreso a la misa y subieron al altar.

«Queremos que el papa ayude al mundo a que se proteja el agua, a que se proteja a los pueblos indígenas», dijo Luis Alfredo Acosta, coordinador nacional de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

En su discurso también señaló que en la llanura colombiana se irradia la luz del sol como lo hace la luz de María sobre nosotros.

 “La festividad del nacimiento de María proyecta su luz sobre nosotros, así como se irradia la mansa luz del amanecer sobre la extensa llanura colombiana, bellísimo paisaje del que Villavicencio es su puerta, como también en la rica diversidad de sus pueblos indígenas”, indicó el Santo Padre.

El Obispo de Roma destacó la labor de la mujer y recalcó que en comunidades donde tenemos estilos patriarcales y machistas “es bueno anunciar que el Evangelio comienza subrayando mujeres que marcaron tendencia e hicieron historia.”

Sobre la reconciliación señaló que es abrir una puerta a todas las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto y “cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz”.

El Papa también hizo un llamado para que las personas se animen a dar el primer paso en el camino de la reconciliación, sin esperar que lo hagan los otros. “¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona! Esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales”.

En este sentido recalcó que la reconciliación no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia e indicó que debe ir en dirección a lo enseñado por San Juan Pablo II “Es un encuentro entre hermanos dispuestos a superar la tentación del egoísmo y a renunciar a los intentos de pseudo justicia”.

Igualmente, el Santo Padre destacó la labor de Monseñor Jesús Emilio Jaramillo y el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, indicando que “son signo y expresión de un pueblo que quiere salir del pantano de la violencia y el rencor”.

El Papa Francisco finalizó su discurso diciendo que “nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación; que el sí incluya también a nuestra naturaleza”, señalando que la violencia también se manifiesta en el suelo, agua, aire y en los animales.

El Santo Padre cerró su discurso asegurando que María auxilia a todos los pueblos y ayudará a Colombia a reconciliarse. /AFP/Colprensa

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