HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Los presos políticos venezolanos gritan a través del arte

[themoneytizer id=»22300-2″]

La ilustración muestra a los presos Gabriel Valles y Lorent Saleh en su celda en la cárcel La Tumba

 

“Para qué sirve el arte” le preguntó Leopoldo López a su hermana mayor, Diana, mientras estaban en una cena familiar. Él era un adolescente de unos 20 años que estudiaba Economía y Filosofía y no entendía el motivo por el que su hermana había escogido estudiar Artes Visuales en la universidad. En ese momento Diana no pudo responder su pregunta, sintió frustración al no encontrar las palabras para explicarle a su hermano cuál era la utilidad de ese oficio que ella eligió para su vida.

Tiempo después, mientras él estaba preso en la Cárcel de Ramo Verde –La Rotunda de Maduro, como le dicen a la prisión ubicada al sur de Caracas– por liderar las protestas en contra del régimen de Nicolás Maduro en 2014, ella podría responderle esa pregunta que tanto lo inquietó cuando era joven. A ese centro penitenciario donde Leopoldo López era golpeado por sus verdugos, Diana le llevaba lápices y hojas para enseñarle a pintar. Fue así como Leopoldo empezó a retratar los paisajes venezolanos con la asesoría de su hermana, quien se convirtió en su maestra de pintura mientras él pagaba una condena como preso político, “preso de conciencia”, como le llama su familia, del gobierno venezolano.

Pero no estaba solo. Su compañero en Ramo Verde era Daniel Ceballos, exalcalde del municipio San Cristóbal de Táchira, quien también fue suspendido de su cargo en el marco de las protestas de 2014. A Ceballos y a López, Diana les enseñó a pintar: el exalcalde hacía autorretratos o rostros de sus compañeros de lucha y López pintaba paisajes venezolanos. Sin darse cuenta, sin tener contacto con ellos, a otro lado de la ciudad Gabriel Valles comenzaba a dar sus primeros trazos desde La Tumba, el centro de reclusión ubicado en el sótano cinco del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y su compañero de celda, Lorent Saleh, escribía poemas.

Ilustración del libro “Cuadernos urgentes, arte tras las rejas”. CORTESÍA ACCIÓN POR LA LIBERTAD

“Decidí enseñarles a dibujar porque me di cuenta de que el tiempo en la cárcel es muy largo y el dibujo, como lo explica Daniel, era una manera de liberarse. Ninguno de los dos había tenido contacto con el arte y en sus celdas hicieron unos murales enormes”, contó Diana a EL COLOMBIANO. Leopoldo estuvo recluido en ese centro penitenciario durante tres años y cinco meses hasta que recibió la medida de casa por cárcel en agosto de 2017 y, como lo indica su familia, “sigue preso”, pero en su casa en Caracas, y Daniel está en libertad condicional.

Mientras Diana les enseñaba a dibujar, familiares de otros presos políticos llegaron hasta ella para contarle que sus presos también se dedicaban al arte desde sus celdas y comenzó a tener más dibujos: retratos de El Helicoide, de La Tumba, rostros de los otros hombres cuyas voces fueron recluidas por el régimen. ¿Cuántos presos pueden dibujar? Según cifras de la Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia, en Venezuela hay 402 personas privadas de su libertad por motivos políticos. De estas, 199 son de la sociedad civil, 163 militares, 14, policías, 13 políticos y 8 estudiantes.

Y entre esos presos Diana encontró a un grupo de artistas que gritaban desde sus celdas para pedir su libertad y la de Venezuela. Fue así como creó el libro “Cuadernos urgentes, arte tras las rejas”, una recopilación de pinturas realizadas por diez personas mientras estuvieron presas. De estas, ocho están en libertad y dos aún cuentan con medida de aseguramiento. “Los dibujos llegaron y cuando los teníamos todos pensamos que teníamos que hacer algo”, cuenta Diana.

La artista asegura que para pintar o escribir un poema hace falta poco: “Como dice Gabriel Valles, se necesita un lápiz o una servilleta”.

Ilustración del libro “Cuadernos urgentes, arte tras las rejas”. CORTESÍA ACCIÓN POR LA LIBERTAD

 

Escapar de la tortura

Cuando el profesor universitario Sergio Contreras fue llevado a prisión por denunciar al régimen “antidemocrático y represor”, el pasado 10 de mayo de 2017, recibió una serie de golpes que le dejaron cuatro costillas fisuradas y el cuádriceps femoral derecho desgarrado. Mientras lo tenían tirado en el piso de la sede del Sebin El Helicoide, los guardias lo amenazaban con violar a su esposa si no declaraba en contra de diputados y personalidades políticas. En Cuadernos urgentes narran cómo lo obligaban a escuchar alocuciones a todo volumen de voceros del régimen de Maduro, no le permitían dormir ni levantar la cara, poniéndole luces incandescentes en su cabeza para aumentar la irritación de sus ojos, luego de que le vaciaran un pote de gas pimienta en el rostro.

Contreras recibió castigos por hablarle a Leopoldo, quien tenía prohibido mantener contacto con otros presos y compartió con Daniel y el general Baduel mientras recibía su condena. Por eso, escribió: “Quise dibujar para evocar los dos tipos de presos que estábamos en esa celda (…) unos estábamos combativos y sin temor, con coraje, había otros que por no tener nada que ver con la política estaban ensimismados, en silencio, había algunos que estaban presos al igual que sus esposas o hijos y el dolor los avasallaba”.

Presos del régimen, presos de Maduro, quienes plasmaron sus voces y visiones en un libro dedicado a la libertad, la cual se las quitaron cuando pidieron libertad para su país.

 

El Colombiano

[themoneytizer id=»22300-19″]

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Aceptar Leer más