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La cesárea evita que los bebés reciban bacterias buenas

Científicos del Centro de Biomedicina de Sistemas de Luxemburgo han demostrado que, durante un parto vaginal natural, las bacterias específicas del intestino de la madre se transmiten al bebé y estimulan sus respuestas inmunes. Sin embargo, este fenómeno no se produce en niños nacidos por cesárea.

«Esto puede explicar por qué, epidemiológicamente hablando, los niños nacidos por cesárea sufren más enfermedades crónicas relacionadas con el sistema inmunológico, en comparación con los bebés nacidos por vía vaginal», explica Paul Wilmes, jefe del estudio publicado en la revista ‘Nature Communications’.

Los humanos nacen libres de gérmenes. Sin embargo, el nacimiento es normalmente el momento en que las bacterias de importancia vital comienzan a colonizar el cuerpo, incluido el intestino, la piel y los pulmones. Los investigadores han sospechado durante mucho tiempo que esta colonización temprana establece la línea para la salud posterior. Sin embargo, según ha concluido este estudio, podría ser que una cesárea evite que ciertas bacterias, que normalmente interactúan con el sistema inmunológico del bebé, se transmitan de la madre al recién nacido.

Wilmes, junto con colegas de Suecia y otros investigadores de Luxemburgo, ha encontrado la primera evidencia de este hecho en un estudio de recién nacidos, la mitad de los cuales nacieron por cesárea. «Encontramos sustancias bacterianas específicas que estimulan el sistema inmunológico en los bebés que nacen por vía vaginal. En contraste, la estimulación inmunológica en los niños con cesárea es mucho menor, ya que los desencadenantes bacterianos están presentes en niveles mucho más bajos u otras sustancias bacterianas obstaculizan esta inmunidad inicial», detalla el investigador.

Este vínculo bacteriano colonizador-sistema inmune, junto con otros factores, podría explicar por qué los bebés con cesárea son estadísticamente más propensos a desarrollar alergias, enfermedades inflamatorias crónicas y enfermedades metabólicas. «Podría ser que el sistema inmunológico de estos niños se altere desde el principio», sugiere Paul Wilmes.

Ahora, los investigadores quieren investigar más a fondo este vínculo y encontrar formas para reemplazar las cepas bacterianas maternas que faltan en los bebés nacidos por cesárea, por ejemplo, administrando probióticos. «Ya está claro que no debemos intervenir con mucha fuerza en el proceso del parto. Los bebés solo deben ser paridos por cesárea cuando sea médicamente necesario. Necesitamos ser conscientes de que, al hacerlo, aparentemente estamos interviniendo masivamente en las interacciones naturales entre humanos y bacterias», concluye.

 

Madrid, Europa Press

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