HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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El cúmulo mimbus

Prácticamente todas las entidades que hacen pronósticos económicos han publicado recientemente vaticinios pesimistas para el año entrante. El 2019 será, entonces, más difícil que el 2018. Tendremos que ver qué repercusiones trae esto sobre la economía colombiana.

Por ejemplo, la OECD estima que el crecimiento mundial para el año entrante será apenas del 3.5% en vez de el 3.9% que venía calculando. Agrega que habrá una importante desaceleración en el crecimiento de la China como consecuencia de la guerra comercial; que el alza en las tasas de interés que ya viene practicando el Banco de la Reserva de los Estados Unidos afectará no sólo a aquel país sino a quienes tienen altos endeudamientos como es el caso de Argentina, Turquía y Brasil. Y para la zona Euro apenas pronostica un magro crecimiento del 1.8% para el año entrante.

El Fondo Monetario Internacional a su turno reduce el pronóstico para el crecimiento mundial a 3.7% (0.2% menos que lo estimado en abril); para la China estima que el crecimiento será del 6.2% en vez del 6.6% con que venía trabajando; y la guerra comercial declarada por el Señor Trump comienza a tener efectos nocivos tanto sobre el conjunto como sobre las economías regionales individualmente consideradas.

¿Frente a este telón de fondo qué podríamos decir sobre la economía colombiana?

Lo primero que hay que tener muy en claro es que la Reforma Tributaria apenas rasguña pero no constituye una solución de fondo a los problemas fiscales del país. Más aún: entidades serias como Fedesarrollo consideran que, si acaso, la Reforma Tributaria que se discute actualmente en el Congreso tendrá un leve efecto positivo sobre los recaudos en el 2019 y en el 2020, pero que a partir de allí se nos agota la gasolina fiscal y la posibilidad de nuevas reformas tributarias aparece en el horizonte.

Sólo quiero citar un ejemplo para ilustrar porqué la Reforma Tributaria es apenas un “mejoral” para la debilidad estructural de nuestras finanzas públicas. Si no aparece el socio privado que se está buscando afanosamente para Electricaribe, el Estado tendría que hacer una inversión directa del orden de $7 billones, cifra ésta, ella sola, equivalente al 50% del recaudo todo que pensaba lograrse con la versión original de la Reforma Tributaria hoy gravemente peluqueada. Mientras que los faltantes de las cuentas de la salud, de las pensiones, de la educación siguen vivos. Y lo seguirán estando aún con la aprobación de esta zarandeada Reforma Tributaria.

¿Cuál es la moraleja de todo esto? que el margen para nuevas inversiones del sector público en los años venideros, o para ejecutar cabalmente el plan de desarrollo, o para que no se nos quede a medio camino la financiación del posconflicto en los años venideros, es supremamente estrecho. Por no decir inexistente.

Al gobierno del Presidente Duque le van a tocar 4 años de estrechez y no de bonanza. Y todo esto acompañado de una altísima conflictividad social como ya la vemos aflorar con las marchas y paros que se anuncian por todos lados.

En los años venideros los flujos de capital hacia la región van a disminuir notablemente. La elevación de las tasas de interés en Estados Unidos actuará como una aspiradora de capital y de inversiones hacia la unión Norteamericana. El abultado flujo de migrantes venezolanos que ya sobrepasa 1 millón le pasará una cuenta fiscal a Colombia que no estaba presupuestada, y que según estimativos recientes del Banco Mundial puede ascender a 0.5% del PIB anual.

El desplome tremendo que han tenido los precios internacionales del petróleo en los último días, y que denotan un exceso de oferta sobre la demanda, golpeada ésta última por la guerra comercial y por la baja en las perspectivas de crecimiento, no deber hacernos caer en falsos optimismos sobre el petróleo como proveedor de grandes ingresos fiscales hacia adelante.

Abrochémonos pues los cinturones y preparémonos para atravesar una zona de cúmulos mimbus.

*ExMinistro de Estado

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