HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

El futuro está en las regiones

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Llegó el momento de la emancipación de las regiones. De avanzar en la autonomía territorial y la descentralización. El proyecto de Ley de Regiones, que se debate en el Congreso de la República, es una gran oportunidad para que el Presidente Iván Duque ratifique lo que ha predicado en sus más de 100 días de gobierno: su compromiso con la construcción de un país de regiones, fiel a la Constitución descentralista de 1991, que trazó una ruta para reconfigurar el país.

Es imparable el avance del ordenamiento territorial en Colombia. Desde la expedición de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, LOOT, ha surgido un nuevo andamiaje legal, que ha empoderado a los departamentos asociados en cinco Regiones Administrativas de Planeación, RAP, que en nada han significado el despertar de monstruos burocráticos que se devoren los recursos en tiempos de escasez. Ese es, precisamente, el espiritu de la Ley de Regiones: otorgar más poder a los territorios, sin generar más aparatos burocráticos.

El Presidente Duque tiene en sus manos la llave que le permitirá trascender en la historia como el líder que más modernizó a Colombia y más avanzó en el tema de la descentralización y la autonomía territorial. Su formación académica y conocimiento del mundo son razones para creer que, bajo su mandato, será posible desvanecer el guante de hierro con el que el Ministerio de Hacienda trata hoy a las regiones, y los estigmas permanentes de corrupción, derroche e ineficiencia que gravitan contra los mandatarios seccionales.

Los departamentos se reconocen como protagonistas del Plan Nacional de Desarrollo “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”, que en buenahora tiene como base “la conexión con los territorios, para dinamizar la economía y fomentar el desarrollo social, como lo ha señalado el DNP. Sin duda, la ruta trazada por el Gobierno Nacional, con los nuevo Pactos Regionales, marcará el camino de un trabajo articulado, bajo la premisa del diálogo franco, sincero y propositivo para resolver los problemas estructurales del país.

Ese Pacto por Colombia deberá ir más allá de los gobernantes y sumar la voluntad de todos los ciudadanos, especialmente en los territorios, donde se reclaman funcionarios del ámbito nacional capaces de vislubrar que el futuro está en las regiones.

Hay que dejar de mirarse en el ombligo de la centralización y mirar el universo de oportunidades que gravitan el alma de los territorios. Hay que ser capaces de diseñar un modelo de país, en un amplio consenso democrático, en el que se supere la creencia de que hay centro que absorbe y decide todo y una periferia que solo debe obedecer.

Colombia vive hoy el despertar de las regiones, con nuevos polos de desarrollo, ciudades intermedias y regiones que se descubren e invitan a la inversión extranjera, a las industrias de la creatividad, la cultura, la innovación y el turismo. Tenemos que ser capaces de diseñar una Colombia descentralizada. Este es un país de provincias. No todo puede girar en la Plaza de Bolívar. Hay muchos modelos a seguir. Alemania, por ejemplo, donde los poderes se reparten en diversas regiones y hay 26 ciudades llenas de vitalidad. Un gran avance es creer que sí es posible que el nuevo Ministerio del Deporte esté en Cali. Se vale soñar con un Ministerio del Agua en el Amazonas. No hay que tenerle miedo al cambio. Hay que vivir las regiones. Y escuchar su vigoroso reclamo de mayor autonomía.

La revolución de la descentralización llegará con Planes de Ordenamiento Territorial que respeten el medio ambiente y planes de desarrollo que, como propone el Presidente Duque, pongan la equidad en primer lugar, y piensen, además, en nuevas agendas más conectadas con la realidad de un mundo en ebullición. No es un camino fácil. Hay que fortalecer las Regiones de Administración y Planificación, RAP, y permitir su evolución hacia la RET. Son vitales, además, las alianzas estratégicas para financiar esas iniciativas de organización regional, como bien lo ha entendido Ecopetrol, que cumpliendo su función social de manera generosa ha comenzado a acompañar esos procesos.

Debemos dejar atrás el cuento de los altos costos de la burocracia regional, municipios y departamentos, que genera 82.555 empleos directos, con un gasto anual de dos billones 698 mil millones de pesos. Una cifra pequeña frente al gigantismo de la burocracia nacional, que muchas veces es más numerosa en los departamentos que los mismos funcionarios locales.

La Constitución descentralista de 1991 trazó un camino que se ha andado de manera lenta. Es urgente avanzar y escuchar las señales de la modernidad. Es una oportunidad histórica aprobar la Ley de Regiones, que objetó con facilismo el Ministerio de Hacienda. Esa norma fortalecerá las RAP e impedirá que el espíritu modernizador de la Carta Política sea engavetado con cualquier excusa. Estoy seguro de que el Congreso de la República y el Presidente Duque escucharán la voz de las regiones y le dirán sí al futuro. Es el momento de dibujar a muchas manos una nueva Colombia de regiones.

*Director Ejecutivo de la FND

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