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El museo que se halló en el caso de Interbolsa

La colección de piezas prehispanicas de Tomás Jaramillo suma 80 ejemplares, que entraron en el decomiso de la Fiscalía a los bienes del cerebro de Interbolsa

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Dos ocarinas de la cultura Nariño usadas en tiempos prehispánicos, posiblemente elaboradas para imitar el canto de las aves en ritos ceremoniales, reposaban en un apartamento del barrio Rosales, en el norte de Bogotá. Al otro costado del lujoso predio, en el comedor principal, cinco urnas funerarias con figuras geométricas de la misma cultura decoraban el mueble. Un excéntrico gusto que data del año 500 a.C. y del cual se vanagloriaba Tomás Jaramillo, administrador del fondo Premium de Interbolsa.

Las urnas y las ocarinas hacen parte de un lote de 80 piezas de la era prehispánica que Jaramillo tenía en el inmueble, una especie de museo clandestino en el que también se hallaron elementos de las culturas Quimbaya, Tayrona, Calima, San Agustín, Caribe y Tumaco, de valor incalculable.

“En el expediente del descalabro del fondo Premium se ordenó una extinción de dominio a las propiedades de los socios de esta firma – explica Luis Miguel Martínez, de la Dirección de investigaciones financieras de la Fiscalía–. Cuando llegamos a este predio, nos encontramos con estas figuras, por lo que solicitamos el apoyo del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh)”.

Si bien los investigadores sospechaban que Jaramillo era un amante y coleccionista compulsivo de obras de arte contemporáneas y rupestres, por su mente no pasó la gigantesca colección que tenían frente a sus ojos. Por cada metro que avanzaban veía una pieza diferente.

En el pasillo principal, por ejemplo, figuras antropomorfas de la cultura Quimbaya moldeadas en una vasija. Silbatos elaborados por los tayronas de hace dos mil años y copas de la cultura Caribe también fueron hallados en el opulento inmueble.

Pese al hallazgo, el profesor Fernando Montejo, coordinador de Patrimonio antropológico y arqueológico del Icanh, se lamenta. “Se perdió una parte importante de información y eso sucede con frecuencia cuando hay guaquería, porque esos contextos desaparecen, los intervienen de manera inadecuada, destruyen una cantidad de información vital y, por ende, hay una pérdida de información valiosa que nos hubiera permitido empezar a hablar de fechas, tipo de población que vivió en esos lugares, para qué servían ese tipo de vasijas o esas piezas, si eran para actividades domésticas, rituales, de enterramiento, una cantidad de actividades del pasado que desde la arqueología podemos investigar”.

Las obras de arte que le han decomisado al cerebro del fondo Premium sí pueden ser objeto de extinción de dominio, junto con propiedades como los apartamentos y los yates. El fiscal Luis Miguel Martínez asegura que “en el rastreo financiero realizado por el descalabro del Fondo Premium de Interbolsa, la Fiscalía detectó propiedades avaluadas en algo más de 38 mil millones de pesos”.

Pero las piezas precolombinas no se pueden tasar por su valor histórico y patrimonial, conforme lo establece la Ley de Cultura y la misma Constitución que en su artículo 72 establece que el patrimonio cultural de la Nación es propiedad del Estado y sus bienes son “inalienables, inembargables e imprescriptibles”.

Tampoco es posible determinar de dónde las obtuvo ni cuánto pagó por ellas. El mercado ilegal es el escenario ideal para conseguir estas piezas, no solo de las culturas prehispánicas colombianas sino de cualquier grupo ancestral del mundo.

 

El Colombiano

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