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Disminuyen las protestas de los ´chalecos amarillos´

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Este quinto sábado de movilización era una prueba decisiva para el presidente francés Emmanuel Macron, muy vilipendiado en las manifestaciones, quien había lanzado un llamamiento a la «tranquilidad», tras anunciar una serie de medidas de corte social y económico, como un aumento de 100 euros del salario mínimo.

Un mes después del inicio de su movimiento, la manifestación de los «chalecos amarillos» se redujo claramente ayer sábado en las calles de Francia, con unos 66.000 participantes en todo el país, la mitad respecto a una semana atrás, con tan sólo algunos brotes de violencia.

Este quinto sábado de movilización era una prueba decisiva para el presidente francés Emmanuel Macron, muy vilipendiado en las manifestaciones, quien había lanzado un llamamiento a la «tranquilidad», tras anunciar una serie de medidas de corte social y económico, como un aumento de 100 euros del salario mínimo.

La crisis de los «chalecos amarillos», en alusión a la prenda de seguridad obligatoria para los conductores de vehículos que han vestido de manera desafiante los manifestantes, amenazaba con descontrolarse para el gobierno.

Tras los anuncios del propio Macron en un solemne discurso a la nación, este sábado el ambiente estuvo más pacífico. 

Los incidentes fueron menores, de cierta importancia en ciudades de provincias como Burdeos, donde hubo lanzamientos de adoquines contra la policía, pero mucho menos dramáticos en París, donde los comerciantes y los edificios oficiales han sufrido durante cinco sábados consecutivos las iras de manifestantes y vándalos.

En total hubo 168 detenidos. «En París, menos de 3.000 personas» participaban en la movilización, en tanto eran unas 10.000 hace una semana, informó la policía, que había movilizado el mismo número de agentes, unos 8.000.

«Es un poco un fracaso, porque el Estado nos impide manifestar adecuadamente», declaró a la AFP Marie, de 35 años, una empleada a domicilio.

«Estamos algo desmoralizados, pero el movimiento no acabará aquí», aseguró Francis Nicolas, de 49 años, en la ciudad de Lyon (este).

Sin embargo, los bloqueos en carreteras siguieron. El viernes, un conductor murió al chocar contra un camión detenido ante un corte de carretera de los «chalecos amarillos», en Erquelinnes, comuna belga fronteriza.

En Twitter, el ministro de Interior, Christophe Castaner, reclamó el sábado al terminar la movilización que se «liberen» las rotondas en el país que desde hace semanas están ocupadas día y noche por los «chalecos amarillos».

«El diálogo debe ahora reunir al conjunto de los que quieren transformar Francia», estimó.

El pasado sábado 8 de diciembre, las manifestaciones congregaron a 136.000 personas en toda Francia, según cifras oficiales. Entonces, las imágenes de guerrilla urbana, de saqueos e incendios, especialmente en la capital, dieron la vuelta al mundo.

Este sábado los gases lacrimóngenos volvieron a ser utilizados, pero la policía consiguió poco a poco arrinconar a los últimos manifestantes en los Campos Elíseos, escenario de graves incidentes en convocatorias pasadas. La lluvia helada y el frío contribuyó a calmar los ánimos.

Pese a todo, París volvió a tener el aspecto de una ciudad en estado de sitio: vehículos blindados en las calles, bancos y comercios con sus fachadas recubiertas con planchas de madera.

«Es triste» resumía un turista llegado del noroeste de Francia, Alain Burgun, de 65 años.

PARÍS AFP

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