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Viajes humanos que apuntan a las estrellas

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El ruido, la vibración, y el lento despegue de un cohete espacial significaron al ascenso de la humanidad al espacio.

 

Era 1957. La imperceptible flama del cohete cesó al alcanzar los 128.000 kilómetros por hora. La cubierta se abrió, sus resortes se extendieron y la parte superior se apartó del camino.

Una bola con cuatro antenas emergió en solitario en la oscuridad del espacio. La esfera de aluminio, con apenas 60 centímetros de diámetro, giraba alrededor de la Tierra tan rápido que ningún artefacto ideado por el hombre lo había hecho así jamás. Y la radio comenzó a enviar señales de vuelta al planeta.

El Sputnik 1, satélite desarrollado por la desaparecida Unión Soviética, se unía a la Luna en su órbita alrededor del planeta. La humanidad había entrado en la era espacial.

Esto marcaba el inicio de una carrera espacial que tenía un doble contexto. “En el marco de la guerra fría, este fue el primer golpe que daba un país que representaba al comunismo sobre Estados Unidos, que representaba a la democracia”, cuenta el coronel Raúl Gutiérrez, magíster en administración aerospacial de la Escuela Superior de Comercio de Toulouse en Francia y quien fue jefe de asuntos espaciales de la Fuerza Aérea de Colombia.

Rusia dio un golpe tras otro: tuvo el primer ser vivo en el espacio, la perra Laika, y envió al primer hombre a orbitar la Tierra con tiquete de regreso, Yuri Gagarin.

Por esto, continúa el coronel, para defender la supremacía científica y el prestigio político, Estados Unidos, en voz del presidente Kennedy, se propuso poner el primer hombre en la Luna. Lo logró a través de los programas Apolo en 1969, cuando la Nasa disponía de 6 % del presupuesto nacional. En adelante, la exploración espacial se ralentiza pues no representa el interés político. Hoy, apunta el coronel, con la llegada de los chinos al lado oculto de la Luna a través de la nave robótica Chang’e 4, “se está reviviendo la carrera espacial como una competencia entre países”, concluye.

 

El legado de esta era

Aventurada y emprendedora, la exploración es un impulso vital que permite ampliar conocimientos sobre la existencia, y a la vez, ayuda a cuestionarla. Este mismo estímulo ha llevado a los humanos de la Tierra a enfrentarse a la exploración espacial, “uno de los mayores desafíos que ha vivido la especie”, en palabras de David Pineda, ingeniero y cofundador del programa en ingeniería espacial de la U. de Antioquia. Y además de saciar dudas, auscultar el funcionamiento del universo ha traído tangibles beneficios a la humanidad.

La tecnología que se ha producido en los últimos 100 años con la exploración del espacio es abrumadora. “Ya que llevar cualquier cosa al espacio es sumamente costoso, la miniaturización de la electrónica y la tecnología a través de mayores resoluciones permitió, por ejemplo, que tuviéramos cámaras pequeñas en los celulares”, anota Pineda.

Y la lista parece infinita. La comida deshidratada, los detectores de humo, audífonos inalámbricos, colchones con memoria, sistemas purificadores de agua, el sistema GPS con el que pide un taxi, ver un partido de la Bundesliga en tiempo real, el envío de datos a gran velocidad también son herencia de la exploración espacial.

 

¿Y Colombia qué?

El país hace parte de las naciones que firmaron el Tratado sobre el espacio ultraterrestre, en el que, según cuenta el coronel Gutiérrez, queda consignado “que el espacio que hay por fuera de la atmósfera terrestre es de todos y a la vez de nadie y solo puede usarse para fines pacíficos”. Pero en aquella época, contrasta el coronel, no se anticiparon las condiciones actuales como que un cometa traído a órbita podría suplir el agua que cada vez escasea más en el planeta.

El papel colombiano en estos temas está relegado por falta de voluntad política, según el Coronel, “no necesitamos una agencia espacial sino una política que determine qué queremos y cuál será nuestro papel en los desarrollos espaciales”. Para él, Colombia no debería mantenerse marginada ante una industria global que vale lo mismo que el PIB del país en un año: US$360 mil millones. Estamos en el siglo de los viajes espaciales inevitables

La curiosidad humana llega cada vez más lejos. Los expertos en temas aeroespaciales llaman la atención sobre lo relegado que está el país en saber qué quiere y cómo entraría en esta nueva era.

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