HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Menoscabo evidente

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El detrimento, la mengua de Santa Marta como ciudad y del Magdalena como departamento, ha sido definitivamente tan grande, profundo y constante, que parecería, de no haber voluntad política, decisión, ponernos de acuerdo para jalonar hacia unos mismos objetivos y propósitos, que pudiéramos salir del lamentable estado en que nos encontramos, por decir lo menos. Cómo tampoco, si estaremos en condiciones de reestablecer para todos la ética y la moral públicas, hacer que resurja como el ave fénix el decoro, la honorabilidad y la verdad verdadera, al tiempo de sepultar para siempre la vil y rastrera mentira en que han querido convertir la política… y a fe que muchas veces lo han alcanzado en manera suficiente.

Que la vida pública se mude hoy día a la página pútrida de la ignominia escandalosa, quiere decir sin rodeos que atravesamos desafortunadamente una crisis de graves ribetes y consecuencias que hace que la noble esencia de la política no le sirva a la gente, por haberla convertido en un vulgar instrumento del populismo y barato recurso para que quienes aspiran a cuerpos colegiados hagan carrera en menoscabo directo del bien hacer y del mejor constructo en beneficio ciudadano y comunitario. Evidente es como se han debilitado las instituciones, el Estado de Derecho, la legalidad, la personalización de la autoridad, la corrupción y el sometimiento, que han hecho un daño más que terrible a la sociedad, el cual ojalá no nos resulte irreversible y se siga acompañando de malsanos autoritarismos y patética falta de respeto. Se suma a lo dicho, imprudencia, sometimiento, cobardía, falta de valor civil, complicidad, conveniencia, acomodo, cuando lo que ha de imponerse en y para utilidad de todos es la restauración a tope del buen carácter y mejor criterio, el sentido de legalidad y la honradez.

Valdría la pena frente a todo esto, refundarnos y reconstruirnos como unidades territoriales, funcionar bien, mejor y superiormente, evitando los falsos aplauso y las loas mentirosas, mientras la contratación pública se roba descaradamente el esfuerzo tributario de sus asociados. No será fácil para nada refundarnos, pero al menos debemos hacer el intento hasta alcanzarlo, en lo que importa sobremanera lo constitucional o lo que el Estado es, lo mismo que rehabilitar ética, honradez y sentido de responsabilidad.

La política moderna, que entraña para los Estados de hoy las posibilidades y el análisis político de la necesidad -y que bien podemos verla como la ciencia que puede predecir, calcular, medir y ejecutar, por constituir una válida herramienta para que todos los estamentos y sectores sociales participen activamente en la cosa pública-, debe y tiene que ser el poder bien entendido y mejor estructurado al servicio de la sociedad, para ayudar a construirnos en beneficio de la gente, la decencia, la cultura, la legalidad, el respeto y la equidad, razones por la que no podemos permitirnos, bajo punto de vista alguno, ser los desastrosos mensajeros de las ilusiones de las gentes, que, por creer desde su buena fe, son a la postre los engañados y desamparados de siempre al no ver resuelta ni siquiera en mínima parte sus demandas sustanciales, como tampoco sus demás y muchos otros requerimientos.

*Jurista

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