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Ser adicto a redes sociales no es pasar todo el día en ellas

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¿Ha hecho la cuenta de cuánto tiempo pasa en sus redes sociales? Si no, los más recientes sistemas operativos de los teléfonos inteligentes (iOS 12 y Android Oreo) se la hacen, toman cada aplicación y le muestran un consolidado de la cantidad de minutos que pasa en ellas en su celular. Los resultados podrían sorprenderlo: nueve horas a la semana en Instagram, seis en WhatsApp, cinco en Facebook. ¿Es mucho tiempo para estar conectado?

Sobre cuánto es lo ideal para permanecer en estas plataformas no hay consensos, subraya la bibliografía que recogió sobre el tema Mark D. Griffiths, profesor de adicción conductual de la División de Psicología de Nottingham Trent University, en Reino Unido. Esta se enfoca en hablar del diagnóstico de adicción a redes y su tratamiento.

La docente de la Universidad Luis Amigó, Sandra Milena Restrepo Escobar, magíster en educación y desarrollo humano, recuerda que en 2002, cuando se dio el auge de internet en los hogares, conectarse, en general, durante ocho horas, calificaba como un grave problema. Pero ahora, señala ella, eso sería un absurdo puesto que por nuevas dinámicas comunicacionales y laborales la gente podría pasar mucho más de eso en línea.

El más reciente estudio de la compañía de análisis Statista sobre el tiempo en promedio diario que pasan los usuarios de internet globales en redes sociales es de 2017. Este indica que desde 2012 esa cantidad de minutos no ha parado de aumentar, pasó de 90 a 135, lo que dura la película Bohemian Rhapsody.

“En total, el 21 por ciento del tiempo en línea de los usuarios en EE. UU. (que son unas 3.3 horas diarias) se dedicó al contenido de las redes sociales”, indica Statista.

Según la misma compañía, en Estados Unidos, desde diciembre de 2016 hasta el mismo mes en 2017, el 60 por ciento del tiempo de las redes sociales se invirtió a través de las aplicaciones para teléfonos inteligentes

Cuando ese tiempo se excede podría terminar de esta manera: Marina es una mujer británica de 19 años a la que su universidad le pidió repetir el primer año de su carrera en Lenguas Modernas porque perdió todos los cursos. Su madre aseguró que era adicta a Facebook. La historia la cuenta un estudio hecho en 2014 y denominado Social Networking Addiction: An Overview of Preliminary Findings (Adicción a las redes sociales: una Resumen de los hallazgos preliminares) hecho por Mark D. Griffiths.

Entre los detalles que dio la madre sobre la adicción de su hija, contó que no podía dormir si su teléfono no estaba en el nochero, que todas sus conversaciones eran sobre asuntos relacionados con sus interacciones en Facebook y afirmó que su estado de ánimo dependía de las reacciones de sus contactos a sus publicaciones en la red social.

 

¿Cuándo es adicción?

Que usted se pase todo el día en redes sociales no quiere decir que sea adicto a ellas, así lo asegura la profesora Restrepo de la Luis Amigó. Para que el comportamiento sea denominado una adicción deb e presentarse una reacción compulsiva que lleve al deterioro de relaciones interpersonales, laborales o estudiantiles, como el caso de Marina, en Reino Unido.

“Las usamos y también abusamos de ellas, y si esto genera dificultades con graves consecuencias en nuestro relacionamiento o de otro tipo, ahí se habla de adicción”, señala la magíster en educación y desarrollo humano.

Para la docente hay otro factor que determina si se trata de una conducta adictiva: la implicación que tenga para la persona pasar tiempo desconectado. Si no concibe tener espacios de desconexión, hay una alerta a la que hay que atender.

El investigador Mark D. Griffiths también ha manifestado en algunos informes sobre su trabajo la importancia de la rigurosidad con la que se debe determinar si alguien es adicto a las redes sociales, indicando la necesidad de usar herramientas validadas psicométricamente.

De esa manera, sugiere que un diagnóstico de ese tipo debe estar basado en criterios de instituciones como la American Psychiatric Association adecuados para diagnosticar adicciones de comportamiento. Entre los asuntos que se evalúan están la pérdida de control, sacrificar actividades sociales, ocupacionales y recreativas y el uso continuo a pesar de las consecuencias negativas.

 

Tener control

Lo único que cada persona puede hacer por sí mismo para no abusar de las redes sociales, dice Restrepo, es tener control del tiempo que les dedica a esas plataformas y establecer límites y momentos de desconexión, por ejemplo, mientras come, o cuando pasa tiempo en familia.

Para llevar el control, Facebook e Instagram incluyeron en sus aplicaciones móviles herramientas que permiten administrar el tiempo que se pasa en ellas. En la red social de Mark Zuckerberg se llega allí por medio de la configuración y privacidad, y después el botón Tu tiempo en Facebook. Ahí está la opción de ver el promedio diario y semanal en minutos que se pasó en la app y de configurar una alerta que le avise, según lo determine, que cumplió sus minutos allí. Para saber los minutos en la app de Instagram se va a Configuración, luego a Cuenta y después a Tu actividad.

Se trata entonces de voluntad, si la app le avisó que ya llegó al límite establecido, desconéctese, pero si siente que no puede hacerlo lo mejor es buscar ayuda de un profesional en psicología.

 

¿Y si hay adicción?

Para la estudiante que perdió su año de Lenguas Modernas, la investigación en la que mencionaron su caso sugiere que “el tratamiento más adecuado serían las intervenciones como la terapia cognitivo-conductual (junto con la entrevista motivacional)”.

La docente Restrepo señala que cuando se trata de adicciones comportamentales, que son diferentes de las que tienen que ver con el consumo de sustancias, es imposible que, por ejemplo, el adicto deje de usar internet. Por eso “el tratamiento se hace desde el control y al iniciar se buscan periodos de desconexión largos, además se halla un coterapeuta, un familiar, por ejemplo, que ayude a llevar un monitoreo, a intervenir en el control de impulsos, entre otras tareas”, dice la profesora.

 

Profesiones en línea y leyes

Redes sociales como Facebook e Instagram son plataformas en las que se realizan diferentes actividades, es decir, ya no solo es para conseguir amigos. Desde ellas se consumen diversos contenidos, incluso noticiosos, y se establecen comunicaciones a través de chat. Facebook, por ejemplo, funciona como plataforma de juegos, de citas, entre otros usos que se reúnen en un mismo sitio. Se puede hasta jugar.

Por esa razón, Griffiths señala que la expresión “adicción a Facebook” es ahora obsoleta “porque hay muchas actividades que una persona puede realizar en un mismo medio”.

Labores como la de un community manager (gestor de comunidades) requieren que las persona encargada pase horas conectado a estas redes, por lo que la profesora de la Luis Amigó señala que poner límites, sobre todo cuando hay un oficio que lo requiere, es cada vez más complejo. “Hay quienes se sienten forzados a mantener sus redes sociales de una manera que puede, en algunas circunstancias, llevar a un uso excesivo de los sitios de esas redes”, dice la investigación del profesor Griffiths.

Francia ya tomó medidas, para dar un ejemplo: aquellos que se dediquen a tareas que requieran estar pendientes de este tipo de plataformas, en horario no laboral, tienen que ceñirse a los disposiciones que hayan acordado con sus empresas para el uso de redes sociales o servicios de correo electrónico. En ese país, hace dos años, entró en vigencia el derecho a desconectarse.

Cuando comenzó a regir, la ley invitaba a empresarios y trabajadores de cada compañía a concertar las condiciones y la vigencia del acuerdo que pedía establecer “modalidades del pleno ejercicio del derecho del asalariado a la desconexión” y “la puesta en marcha por la empresa de dispositivos de regulación de la utilización de herramientas digitales”.

La ley hace parte de la reforma laboral que se hizo durante el gobierno del expresidente François Hollande y fue impulsada por la entonces ministra de Trabajo, Myriam El Khomri.

Luisa Acosta, filológa colombiana que vive en Francia, resalta que esa medida “ha servido para tipificar los procesos penales contra el acoso moral y laboral”, es decir que es usada como soporte para demandas por los trabajadores que se sientan acosados o sufren del llamado burnout (estrés laboral).

Un artículo publicado recientemente por el medio Lesechos, el 41 por ciento de los empleados del sector privado no están bajo un acuerdo, aunque van dos años desde que entró en vigor el texto.

Así, para esas personas que tienen empleos que exigen responder por WhatsApp a cualquier hora o atender un correo electrónico, la culpa de estar conectados siempre puede recaer en sus labores, pero para quienes no se dedican a ellas, el abuso es una conducta de la que son directamente responsables, desconectarse está en sus manos.

 

El Colombiano

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