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En el este de Siria, mujeres y niños huyen del EI sin nada y en medio del frío

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«¡Agua!» grita alguien en una planicie árida del este de Siria. Y en pocos, segundos mujeres y niños huidos del último bastión de los yihadistas del Estado Islámico (EI), que pasaron la fría noche a la intemperie, se precipitan hacia un camión lleno de botellas.

«Los niños lloraron toda la noche por el frío» explica Fátima, que forma parte de un grupo de 300 mujeres y niños, principalmente de Irak, instalados provisionalmente en un zona árida cerca del pueblo de Baghuz.

Las que tuvieron suerte obtuvieron una tienda pero la mayoría están sentadas en una manta, con el agua y la comida que reparten las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la alianza árabo-kurda apoyada por una coalición internacional y que sigue su ofensiva contra los yihadistas del EI.

«Es la segunda noche que pasamos en el exterior», dice Fatima, una mujer de Bagdad, madre de cuatro niños, todos de menos de 15 años. «Había tantos bombardeos en Baghuz que era más seguro para nosotros dormir fuera», asegura.

A su lado, bajo un sol de invierno, los niños andan descalzos. Uno de ellos muerde una cuchara de plástico. Otros piedras o arena. Los más pequeños lloran.

Por el suelo hay botellas de plástico vacías y pañales usados. Un chico come lo que le dieron las FDS, arroz y pimientos verdes en un plato de plástico.

«¿Puedes compartir?» le pregunta con timidez una adolescente, Pero el chico la aleja y ella se pone a llorar en silencio.

El miércoles, las familias esperaban ser transportadas en camión hacia el campo de desplazados de Al-Hol, en el norte de Siria, un viaje de seis horas a través del desierto. «Al menos en el campo tendremos una tienda», dice Fatima.

Desde hace semanas, a medida que las FDS rodean la zona, en el bastión yihadista de apenas un kilómetro cuadrado falta comida, agua potable y medicamentos.

Desde diciembre, más de 39.000 personas huyeron del sector, principalmente familias de yihadistas, según la oenegé Observatorio Sirio para de los Derechos Humanos (OSDH).

A su llegada a los puntos de control de las FDS, todo el mundo debe someterse a un registro y a interrogatorios en profundidad para identificar a posibles yihadistas escondidos.

Los huidos acusan a los yihadistas de haberles utilizado como escudos humanos y de haber acaparado toda la comida para los combatientes del EI.

 

Francotiradores y bombardeos

Cuando vio que sus vecinos se iban, Hoda, una mujer de 30 años, se atrevió a irse también con sus dos hijos pequeños. «Caminamos sin titubear a pesar de que los francotiradores nos disparaban y de que había bombardeos», recuerda.

«Caminamos durante tres o cuatro horas, llevando a los niños y la ropa. Teníamos muchísima sed pero no pudimos llevar agua», explica. Al salir de la casa se acordó de llevarse un manta pero tuvo que abandonarla en el camino.

Durante todo el día las camionetas traen a nuevas familias en medio de una nube de polvo.

Los responsables de las FDS están sorprendidos por la llegada ininterrumpida de civiles y su capacidad para repartir ayuda es muy limitada.

Rughaya Ibrahim huyó con su hermana y sus hijos. El trayecto parecía interminable pero esta madre de 37 años no podía hacer otra cosa para ayudar a Maan, de 8 años, herido en una pierna por un disparo de mortero y que hay que transportar en una improvisada camilla de madera.

«Le llevábamos un rato y luego había que dejarlo» en el suelo, recuerda Ibrahim, también iraquí.

Cuando se acera al camión que debe llevarla al campo de Al Hol el conductor le dice que hay que abandonar la camilla. «No hay espacio, que baje [de la camilla] y suba», grita.

 

AFP

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