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La empanada de los 800.000 pesos

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“Era un pastelito de pollo, pero creo que tenía huevo de avestruz”, aseguró el joven Steven Claros que recibió un comparendo que lo obliga a pagar $800.000. Lo peor, aseguró, es que ni siquiera pudo acabarse de comer la empanada.

Steven Claros es el nombre del joven de 22 años que tendrá que pagar una multa de 800.000 pesos por comprar una empanada en una calle del norte de Bogotá.

 

Su caso se conoció después de una entrevista que Claros dio a la emisora Blu Radio, donde contó los detalles de la que a simple viste es una insólita multa, pero cuya legalidad parece estar contenida en el Código de Policía.

En conversación con la emisora, Claros dijo que compró el alimento a una mujer de un puesto ambulante en el barrio la Castellana, de Bogotá. “Era un pastelito de pollo”, dijo, para después asegurar que la multa, impuesta por agentes de la Policía, representa la mitad de su sueldo mensual. “No sé qué voy a hacer con la universidad”.

 ¿POR QUÉ LO MULTARON?

La respuesta está en el artículo 140 del Código de Policía, numeral 4, donde se define como un “comportamiento contrario al cuidado e integridad del espacio público”: “promover o facilitar el uso u ocupación del espacio público en violación de las normas y jurisprudencia constitucional vigente”. Según dijo el joven sancionado, otras tres personas fueron multadas por la misma razón.

Ante la polémica que el caso despertó, la Policía Nacional se pronunció horas después. En el comunicado las autoridades señalaron que los ciudadanos multados fueron advertidos por los agentes.

 “En el momento en que los uniformados están realizando el procedimiento correspondiente al vendedor involucrado en la tutela; cinco ciudadanos se acercan a comprar los productos. Los policías advierten a estas personas del procedimiento y les solicitan que se abstengan de realizar la compra (…). A pesar de la advertencia, estas personas hacen caso omiso y realizan la compra, por lo cual, los funcionarios proceden a aplicar las ordenes de comparendo”, señala el comunicado.

Sin embargo, en diálogo con el periódico El Espectador, el joven multado desmintió esa versión. “¿Usted cree que si me dicen que al comprarme esa empanada me van a multar yo voy y la compro? ¿Una empanada?”, le señaló a dicho medio de comunicación. Según el joven, los policías esperaron que ellos realizaran la compra, y solo después de esto se acercaron a aplicar el correctivo.

El hecho despertó muchos mensajes de solidaridad y burla en redes sociales, donde se cuestionó, incluso legalmente, que la policía pueda ejercer ese accionar contra cualquier ciudadano.

“Era un pastelito de pollo, pero creo que tenía huevo de avestruz”, dijo Steven Claros en mañanas BLU sobre la desproporcionada sanción.

De acuerdo con las autoridades, Carlos violó el Código de Policía en su artículo 140, numeral 4, que castiga a quienes promueven el uso o la invasión del espacio público. La falta implica una multa es de tipo 4.

 “Es injusto, hay muchas infracciones más graves y tienen una multa, un comparendo, por un valor mucho menor”, aseguró.

“Yo me gano $ 1.200.000 más o menos. Se me fue medio salario”, contó.

“Ya no sé cómo hacer para la Universidad y los transportes este mes”, agregó.

Según el relato de Carlos, otras tres personas fueron sancionadas con la misma multa así como la señora que vendía las empanadas.

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