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¿En duelo? Así puede ayudarse y ayudar a otros

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La amaba profundamente y ha muerto. Asunto triste, tal vez el más triste que le pueda ocurrir.

Recuerde, sin embargo, que toda la existencia humana se halla marcada por las pérdidas. El filósofo francés del siglo XVI, Montaigne, escribió una vez: “Filosofar es aprender a morir”. Todos saben que la muerte es tan natural como la vida misma, y que con seguridad, va a llegar. No obstante, la mayoría no quiere que toque a su puerta. ¿Esto lo hace más difícil?

En parte sí, dice Cristian David Vargas Upegui, psiquiatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, quien recomienda que en cuanto pueda hable sobre la muerte con sus seres queridos. Todos saben que es un hecho, pero hablar abiertamente le ayudará a prepararse para las pérdidas importantes de la vida, así como para despedir a un ser querido.

Una de las tareas más importante es comunicar los sentimientos y temores a quienes ama. Vargas agrega que no se trata de estar conversando constantemente de estos temas, pero sí de verlos con naturalidad y como una parte importante.

Se suele pensar que la felicidad es ausencia de pérdidas o de problemas, y en realidad la salud mental, eso a lo que se le llama felicidad, tiene más que ver con tener los mecanismos adecuados para enfrentarlos.

El doctor Jorge Montoya Carrasquilla, un reconocido experto en duelo de la ciudad, dijo en 1998 en su libro Guía para el duelo que “en ninguna otra situación, el dolor producido es total: es biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele”.

Y en una sociedad en la que no discute la muerte pesa más. Aceptarla se vuelve más difícil.

 

¿Lo mismo para todos?

Algunos estudiosos del tema definen el duelo como el conjunto de procesos psicológicos, biológicos y sociales que siguen a las pérdidas. La doctora cubana Migdyrai Martín Reyeslo explica en Ganar perdiendo (Serendipity, 2010).

Martín narra en uno de los capítulos iniciales del libro que “las pérdidas que desencadenan un duelo son siempre idiosincrásicas (rasgos, temperamento, carácter propios de alguien) del individuo”.

Por esto no es cómodo clasificar tipos de duelo. De hecho, “algunos no están de acuerdo con las etapas que se han asociado con este proceso”, agrega Vargas Upegui.

El psiquiatra precisa que esta es la razón por la que, para ser más cautelosos, mejor se refiere a un duelo normal y a uno complicado.

Las reacciones más típicas experimentan un aturdimiento por el cambio de rutina, un anhelo por la persona fallecida que no se prolonga al punto de entorpecer la continuidad de la vida y experimentan una profunda tristeza. Por lo general, sin embargo, el dolor intenso del luto temprano comienza a disminuir a medida que pasan los meses, y se alterna entre el dolor continuo y la creciente capacidad de redescubrir los placeres de la vida.

En una revisión de la revista científica The New England Journal of Medicine de 2015,Katherine Shear, de la Universidad de Columbia, enumeró varios síntomas característicos de la afección complicada: anhelo intenso, pensamientos y recuerdos preocupantes y una incapacidad para aceptar la pérdida e imaginar un futuro sin la persona que murió.

 

Vivir el dolor

Se experimenta el duelo desde el nacimiento con perdidas sucesivas, elaborando unos continuos y, sin embargo, la mayoría se quedan sin resolver por no poder entrar en la experiencia de dolor.

Hernán Casciari, el escritor argentino, lo narra de manera desgarradora en una carta que le escribió a su padre varios años después de su muerte. En ella reconoce que el día de su muerte no lloró y que lo que hizo por cinco años fue evitar sus fotos, sus recuerdos.

Desolado y con espasmos finalmente lloró en un país extranjero, en medio de un bufé, alejado de sus seres queridos. Se sintió más tranquilo luego de que agotó las lágrimas.

Martín asegura que en el caso de la muerte de un ser querido es prudente y recomendable iniciar con responsabilidad el proceso de duelo: no negarse, no evadirse, esconderse o disfrazarse de valor.

En relación con la duración, por ejemplo, es importante ver los casos de manera individual, ya que cada persona vive su proceso de diferente manera. Algunas de forma más lenta y otras más rápidamente.

Ya sea un divorcio, la pérdida de un trabajo por el que se esforzó tanto o la muerte de un familiar, entender las complejidades de los procesos de duelo más frecuentes a las que se enfrenta el ser humano, solo se logra si piensa en ello. Si lo recorre con pausa, sabiendo que no existe algo más que el momento presente

El Colombiano

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