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Llegó la hora para que entre la ayuda humanitaria

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Un avión Hércules de la Fuerza Aérea Chilena llegó ayer viernes al aeropuerto de Cúcuta con ayuda humanitaria para Venezuela, poco antes de que aterrizara en la ciudad el Presidente de Chile, Sebastián Piñera./EFRAÍN HERRERA/PRESIDENCIA

Por
KENDRY SERRANO
Enviada especial.

“Con tal de que entre la ayuda humanitaria, que pase lo que Dios quiera”. Estas son las palabras de Yolimar Suárez, una mujer venezolanaque tal y como lo hace cada ocho días, ‘bajó’ de Capacho, un municipio del estado de Táchira, Venezuela, al Puente Internacional Simón Bolívar para comprar harina, pañales, papel higiénico y otras cosas básicas para comer.

A pocas horas de que este sábado se cumpla el plazo para que el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, ingrese la ayudahumanitaria a su país con el apoyo de la comunidad internacional, el ambiente en Cúcuta, Norte de Santander, donde se encuentra uno de los centros de acopio más grandes de estos elementos, es una mezcla de incertidumbre, miedo y fe.

“Yo como él, dejaría entrar la ayuda, porque él no puede con todos nosotros”, agrega Yolimar frente al hecho ya anunciado por Nicolás Maduro de impedir el ingreso de estas ayudas, que –según ha trascendido – entrarían por cuatro puntos fronterizos ubicados en Norte de Santander:  Tienditas, Simón Bolívar, La Unión y Francisco de Paula Santander.

Se espera que miles de voluntarios que están a favor de un cambio de gobierno en Venezuela puedan ingresar las ayudas, tal y como sucedió el 5 de julio de 2016, cuando alrededor de 500 mujeres venezolanas vestidas de blanco presionaron a la guardia venezolana paraque las dejaran pasar a Colombia  y comprar alimentos en un momento en que la frontera estaba cerrada.

Yolimar parece estar acostumbrada a los gritos, el calor, los trompicones y roces sudorosos ocasionados por el paso de venezolanos a través de la frontera con Colombia,  que en los últimos días se incrementó en el Puente Simón Bolívar. “Vendo acetaminofén”, “vendo bombones”, “vendo cabello”, son algunos de los gritos que se escuchan en el lugar. Ella viste zapatos grises, jean negro, blusa de rayas negras y lleva un coche de bebé rosado en el que transporta la comida  con la que su familia, conformada por sus dos hijas, su nieta y su esposo, se alimentará esta semana.

“La ayuda humanitaria es un bien para todos los ciudadanos de Venezuela ya que hay mucho niño especial,  gente discapacitada, que no tiene cómo bajar a la frontera a comprar. La situación está caótica, la gente apenas sobrevive. Hay niños con desnutrición, mucha pobreza, porque no hay transporte, no se consigue nada, y el Gobierno no quiere entender que necesitamos la ayuda humanitaria”, dice Suárez mientras es interrumpida por Génesis, su hija de 21 años, quien carga una bebé de cuatro meses en sus brazos.

Génesis cuenta que el trasporte es complicado porque ningún conductor quiere arriesgar su vida por el poco sueldo que reciben. “Con lo poquito de sueldo que se ganan no les alcanza ni para una harina. A mí, embarazada, me tocaba bajar chatarra,  pescado, pero ahora, si no tuviéramos el apoyo de la frontera, mi bebé no usaría pañales”, dice la joven.

De acuerdo con la Unidad de Gestión de Riesgo, son 600 toneladas de ayuda humanitaria las que se encuentran en el centro de acopio de Cúcuta, cerca al Puente Tienditas. Eduardo José González, director de la entidad, asegura que el Gobierno se mantiene optimista frente a la posibilidad de que todas estas cajas con alimentos y medicamentos se puedan ingresar al vecino país. De hecho, el mismo presidente de la República, Iván Duque Márquez, estará en la jornada.

Para Génesis, es fundamental que se logren ingresar los medicamentos, porque – pese a que esto se encuentra en su país – son muy costosos. Señala que la salud en Venezuela está tan deteriorada que cuando fue a dar a luz, el hospital estaba contaminado, no tenía agua y tuvo que ver cómo morían bebés y niños por falta de elementos básicos en la atención. Fue tanto el susto, que su pequeña nació con una complicación, pero prefirieron llevarla a casa y  luego buscar la manera de que la atendiera un médico, eso sí, por una cantidad considerable de dinero.

Es por esa razón que, a pocos pasos de Venezuela, Laidy Castillo se dedica a vender sobres de Acetaminofén por 10 unidades a 500 pesos colombianos. Asegura que es su manera de sobrevivir porque debe llevar el sustento a su casa, donde la esperan sus dos hijos. Pese a quelas pastillas son económicas en  la moneda colombiana, con el dinero que reúne durante un día alcanza a juntar más de un salario mínimo de su país.

“Vendo medicamentos porque allá son muy costosos, entonces la gente baja y compra acá. Soy  madre soltera y es la única manera de sobrevivir. Yo tenía un negocio, una bodega, que aquí lo llaman  tienda. Lamentablemente, tuve que cerrarla porque los precios se elevaron demasiado y no me dio la base para sustentar el negocio”, señala Laidy.

En medio de todas estas historias, que develan una dura realidad que de forma recurrente ha negado el gobierno de Nicolás Maduro, el operativo para la entrega de ayuda avanza. Este jueves, el presidente encargado de Venezuela, a través de su cuenta de Twitter, emitió su primer decreto como mandatario interino de ese país, autorizando el ingreso. También pidió a los militares desobedecer a Maduro y actuar de acuerdo a las instrucciones que les ha dado.

Al otro lado de la frontera, Maduro aseguró que al igual que se hará en Colombia, va a repartir alimentos y medicamentos en Cúcuta, y en las últimas horas se conocieron imágenes que muestran a miembros de la Guardia Venezolana soldando a las barandas del puente de Tienditas los contenedores que desde hace varios días permanecen atravesados.

Mientras tanto, la incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir este sábado prevalece en la frontera./Colprensa

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