HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

El estilo tibio o de centro busca colarse entre extremos políticos

El excandidato presidencial Sergio Fajardo, la exsenadora Claudia López y el senador Antanas Mockus, han tenido posturas políticas de centro y permanentemente se refieren a la polarización del país.

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Ni uribista ni petrista, ni de derecha ni de izquierda, ni blanco ni negro. Allí, en un lugar gris y neutro se alojan en Colombia los llamados “tibios”, esos políticos que se alejan de posiciones extremas y se aferran al supuesto equilibrio que otorga el centro.

En esta dimensión se puede encontrar a Sergio Fajardo, quien ha sido criticado por no unirse en la segunda vuelta de la campaña a la Presidencia a Gustavo Petro, como sí lo hicieron la exsenadora Claudia López y el senador Antanas Mockus, dos fichas claves para el matemático.

Para Fajardo, su postura política es clara. “Nuestra primera posición es no hacer parte de la agresión, de la polarización, de insultar al otro, de tener siempre un enemigo para estar hablando de otro y creer que esa es la valentía. La valentía nuestra es la capacidad de construir y respetar”, le dijo a EL COLOMBIANO al ser consultado sobre el concepto de tibieza.

Son defensores de la paz y no tienen un discurso fuerte de seguridad, de control y de imponer la fuerza, como tampoco se exceden en las causas sociales. Antonio Navarro Wolff, por ejemplo, ha moderado su discurso y tomó distancia de partidos y de ideas radicales que defendió en el pasado.

Estas posturas los clasifican como líderes políticos del sector de centro, alejados de radicalismos, pero, al tiempo, pueden parecer distantes de decisiones y posiciones en temas coyunturales del país.

No obstante, el discurso de centro tiene sus adeptos. Pero, ¿logrará consolidarse como alternativa en futuras elecciones? ¿Podrá trascender la discusión de lo tibio a lo moderado o equilibrado?

 

Un país polarizado

El año pasado Colombia vivió una de las elecciones más viscerales de su historia. La segunda vuelta entre Iván Duque y Gustavo Petro dejó en evidencia dos estilos, dos formas de ver el mundo, distantes y opuestas. No obstante, esta polarización había echado raíces desde la votación del plebiscito para refrendar el Acuerdo de paz de La Habana. Ese 2 de octubre de 2016, por un estrecho margen ganó el No. Esa fue la antesala de disputa presidencial.

Ahora, ningún proceso electoral genera la efervescencia de una contienda por la Presidencia, tanto, que suele tomarse las redes sociales y en algunos hogares, las familias optan por no tocar el tema para evitar disgustos.

Para el docente de derecho de la Universidad Nacional, Jaime Carrión, “el origen de la discusión entre izquierdas y derechas se encuentra en los primeros años del gobierno de Álvaro Uribe. Fue la izquierda, la que presentó la propuesta de Uribe como de derecha para ubicarlo en una posición de ataque. Para ellos la derecha es autoritarismo y puede fácilmente atacarse. Por esta razón, en nuestro pensamiento político creemos que toda postura contraria al uribismo es izquierda”.

En recientes acontecimientos como el atentado del Eln en Bogotá y el rechazo a la gestión del fiscal General Néstor Humberto Martínez, a partir de los cuales se han convocado marchas; pueden observarse extremismos conceptuales que han llevado a las personas incluso a las agresiones verbales y físicas.

La representante a la Cámara de Colombia Humana, Ángela María Robledo, considera que “lo que más polarizó al país fue la guerra, nos partió más que la izquierda y la derecha. El proceso de paz nos dividió, pero hoy muestra sus dividendos, tuvimos las elecciones con los índices más bajos de violencia”.

 

¿Tibio es ser indiferente?

Según la Real Academia Española, ser tibio es ser “templado, ni frío ni caliente”. También es ser indiferente o poco afectuoso.

La realidad colombiana es particularmente agitada. Escándalos de corrupción, instituciones deslegitimadas, inseguridad y relaciones internacionales, hacen parte de una amalgama de hechos sobre los cuales las personas se forman un criterio, en ocasiones con información incompleta, pero que los lleva a tener una postura concreta.

Ser de centro significa no ser ni de izquierda ni de derecha y eso, para el analista Carrión, no existe en Colombia y lo que sí se viene presentando es guardar silencio o apartarse de decisiones comprometedoras frente al electorado.

“El centro actual es la indiferencia, pero también el temor a perder opciones de crecer en el mercado electoral. No es solo la indiferencia frente a temas como la situación política de Venezuela, también frente a personas con las que no se quiere tener ningún vínculo debido a que protagonizan fuertes discusiones en la vida nacional. Estos indiferentes quieren que la política se piense desde los programas o las políticas públicas, los asuntos que son buenos de por sí”, señaló Carrión.

Una posición similar tiene Fabio Valencia Cossio, integrante de la mesa directiva del Centro Democrático, partido ubicado en el espectro ideológico de derecha. “Lo de los tibios es una política de cálculo, simplemente miran para donde va la corriente y hablan según eso para dar gusto. Son políticos coyunturales que no se comprometen, no se la juegan, son camaleónicos”. Para él, los movimientos que representan el centro pueden tener victorias tempranas, pero no vocación para permanecer en el tiempo.

De los tibios se empezó a hablar con intensidad en redes sociales. Allí, el periodista Daniel Samper Ospina, comenzando este año, promovió la etiqueta #TeamDeLosTibios.

El periodista explica que el radicalismo no ve la vida con matices, sino con fanatismo cercano a lo religioso. “Ser de centro es no creer en políticos como quien cree en un Dios. Es entender con sentido crítico a los políticos que uno sigue, que no son infalibles, es dudar de los líderes de uno y que por encima están las ideas. En el liderazgo caudillista de izquierda y derecha hay una fanaticada que justifica lo que hagan sus líderes por encima de cualquier cosa”, puntualizó.

 

Fuerza electoral en duda

Este año Colombia elige a nuevos gobernantes en municipios y departamentos. En la baraja de opciones están candidatos alternativos que en su discurso incluirán argumentos “contra la polarización” y no ser de un lado ni del otro. Pero, ¿qué futuro tiene en Colombia ser de Centro?

Para el analista Carrión, “Si tenemos en cuenta que la seguridad y el sostenimiento del proceso de paz siguen siendo temas relevantes para la opinión pública, hacerse el tibio será una mala decisión en las próximas elecciones y será una estrategia que no funcionará. Lo que demuestra la mayoría electoral del uribismo es precisamente su postura radical en favor de una salida militar o dura a los problemas que amenazan la seguridad nacional. Ellos logran interpretar el cansancio de la ciudadanía y proponen una salida contundente, que no tienen incluso que argumentar”.

El analista político, Diego Cediel, considera lo contrario. “La tendencia de centro en Colombia tiene mucho futuro, porque hay cierto cansancio de las posiciones extremas como el petrismo y el uribismo, las elecciones para 2019 van a estar definidas por quien pueda estructurar un programa político que responda a las necesidades del país”.

Aunque todavía es temprano para decir cómo quedará repartida la torta electoral, de acuerdo con los resultados de las presidenciales del año pasado, Carlos Andrés Arias, experto en comunicación política y opinión pública del Externado, considera que el centro, entendido como la convergencia entre el Partido Verde, el Mais, Compromiso Ciudadano y el ala progresista del Polo, tienen opciones de ganar las alcaldías de Bogotá y Cali, lo que parece imposible en Medellín, Barranquilla o Bucaramanga.

Arias calcula que también son muy fuertes para optar en Nariño y Boyacá.

Además, “pueden ganar en ciudades intermedias si logran la confluencia de sus fuerzas. Donde no manda el TLC (teja, lechona y cerveza) al momento de votar, no existe tanta radicalización y el voto de opinión es muy importante”.

En un mundo hoy sobreinformado, en el que las redes sociales se convirtieron en canales cada vez más usados, incluso para generar opinión, los políticos tienen nuevos retos para llegar a sus audiencias que, en últimas, son las mismas que buscan conquistar para las elecciones.

Con la información al alcance, el electorado espera la opinión de sus dirigentes para sentir afinidad o no y finalmente ser movido por ese sentimiento hacia las urnas.

 

El Colombiano

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