HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Llegó la hora de un nuevo feminismob

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Después de una aparente quietud en el debate sobre el rol que les corresponde a las mujeres en el mundo, hoy se vive un nuevo renacer sobre la necesidad de replantear esa desigualdad, injusta y agresiva que sigue caracterizando en mayor o menor grado la vida de las mujeres. Y es una aparente quietud, porque las mujeres no se han detenido ni un momento en su lucha por su derecho a la igualdad, pero no siempre se ha logrado la repercusión que esos esfuerzos se merecen.

Sin lugar a dudas, desde el siglo XX hemos sido testigos de un gran avance del feminismo; sus ideales han hecho eco en varias esferas y su poder ha sido tal, que diferentes manifestaciones han sido convocadas en su nombre. Varios sectores de la sociedad han tenido que ceder un espacio para discutir sobre él, y aún más importante actuar en coherencia con estas ideas. En el mundo, de esquina a esquina, el feminismo ha conseguido ser incluido en las agendas políticas y económicas. En gran medida esto se debe a manifestaciones históricas, como la marcha para el sufrago femenino en Washington en 1913, las 187 de Dagenham en Reino Unido en 1968, el ‘día libre’ de las mujeres islandesas en 1975, la marcha de las mujeres en Pretoria en 1956 y las mujeres de negro en Polonia en 2016.

Recientemente en la región, también se ha abierto un espacio, en Argentina, por ejemplo, con el movimiento ‘Ni una menos’, en Honduras con #Somos Muchas y en Chile con #MayoFeminista. Los últimos casos de acoso sexual han despertado este sentimiento también en Colombia, donde las mujeres por fin empiezan a denunciar. ¿Qué tal el rector de la Universidad del Atlántico, por ejemplo? Sin embargo, y sin querer desconocer los logros alcanzados de este movimiento, hoy el feminismo se encuentra en mora de darle un nuevo aire a la equidad de género.

Desafortunadamente, en torno a la lucha del feminismo se ha malinterpretado su verdadera razón de ser, al punto de creer que en esencia el feminismo es un movimiento «anti-hombres». Y en parte, por fuerte que pueda sonar, las mujeres tenemos cierta responsabilidad en ello. Durante muchos años el debate se concentró en excluir de nuestros debates a los hombres, y este debate que provenía de mujeres, lejos de buscar una reivindicación de igualdad, buscaba satanizar las relaciones con los hombres.

Pero, realmente, el problema está en el patriarcado, en el sexismo y en la infinita dominación masculina. Pero hay una reflexión que no siempre encuentra acogida. Lo realmente importante es entender que las mujeres no podemos seguir creyendo que solas, uniéndonos para impulsar el feminismo, lo lograremos. Varias realidades debemos aceptar. Primero que tenemos que salir de nuestra zona de confort reuniéndonos solo entre convencidas y que debemos empezar a invitar a esos hombres modernos. Segundo, tenemos que enfrentarnos a ese pensamiento sexista que aun prevalece entre sectores de mujeres. Sin autocrítica colectiva no hay progreso. No nos moveremos mucho de nuestra situación, si no comenzamos a ser autocríticas.

Por ello, lo que debemos preguntarnos, en tiempos de transiciones e incertidumbres, es que se necesita para construir una verdadera sociedad feminista. Quizás, lo primero es reconocer que hay que recuperar definiciones claras sobre el feminismo y su propósito. Y lo segundo, es que en este proceso de redefinición del papel de las mujeres en la sociedad, se debe continuar cuestionando y transformando el rol de lo masculino. Estamos en una etapa en la quela mitad de la humanidad ha quedado huérfana de un modelo de referencia, pues indudablemente el modelo antiguo no es compatible con la equidad de género.

*ExMinistra de Estado

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