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Integridad judicial

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Despreciable. Así calificó Marta Lucía Ramírez al fiscal de la JEP, Carlos Bermeo. Lo menos que puede decirse. Es que su deplorable comportamiento está afectando una institución clave para la paz. Lo cual es un agravante mayor. Peor no podía ser. Es que tiene que ver con los Estados Unidos, que ayudó enormemente en el proceso de paz y que ahora es, por fortuna, testigo de un caso descarado, casi inverosímil.

La selección de jueces, magistrados y fiscales no puede basarse en eso que llaman meritocracia. Los títulos universitarios, muchos de ellos de dudosa calidad, no son criterio aceptable. Lo que cuenta es una trayectoria de vida impecable. Ese es el principal elemento para un proceso de selección. Lo que debe examinarse con máximo rigor son los antecedentes que revelan, sin duda, que se trata de un profesional íntegro. Íntegro en su vida privada y pública. Íntegro en sus antecedentes académicos y no en el número de diplomas obtenidos. Íntegro en su comportamiento en cargos anteriores.

Esto es lo que se averigua en otras partes del mundo. De nuevo, cito el libro del profesor Marino Tadeo Henao, exdirector de la Esap (1986-92) sobre cómo se hace la selección de los magistrados en diferentes países. El escrutinio público, tan fácil de hacer en nuestros días, debe ser indispensable. Así, todos nos hacemos responsables cuando ocurre un escándalo.

He fracasado en intentar establecer cómo ejercía la tarea disciplinaria el Consejo Superior de la Judicatura. Hace unos ocho años, mi asistente deinvestigación no logró acceder a los datos. Lo enviaban de un lado para otro sin proporcionar jamás la información que se requería.

Es fundamental asegurar que la integridad de la profesión de abogado en cualquiera de sus funciones, responde a las más altas exigencias éticas. Las más altas. No es poca cosa recibir el mandato de la sociedad para aplicar justicia. Esa condición coloca al ciudadano que recibe ese encargo por encima de todos, porque los juzga, los castiga con lo peor que le puede ocurrir a un ciudadano, la pérdida de su libertad y, con ella, de su buen nombre. Y así, se castiga a su familia. A sus amigos y a la universidad que lo graduó.

Es muy importante establecer cuáles son las universidades que cuentan entre sus graduados con jueces, fiscales, magistrados y abogados sancionados. Es un dato que no puede pasar desapercibido por la sociedad. Alumnos y exalumnos de una facultad de derecho debieran estar muy atentos a estas situaciones. Y la universidad debe demostrar que está haciendo un esfuerzo extraordinario para asegurar la integridad de sus graduandos.

No nos dicen dónde se graduó este fiscal Bermeo. El fiscal anticorrupción Moreno, hoy extraditado, obtuvo títulos en varias universidades. Qué tristeza saber que ellos no son garantía de integridad. Ya son demasiados los casos que nos ha tocado vivir. Inusitados. Y no se ve acción eficaz, creíble, de parte de las facultades de derecho para que la ciudadanía acepte que se está haciendo todo lo humanamente posible por asegurar un comportamiento íntegro en los futuros miembros de la profesión del derecho. Como que vamos asimilando cada caso y nos vamos diciendo que la vida es así. Y que es mejor no hacerse ilusiones con respecto a una formación ética, auténtica, de los que ejercerán esta profesión.

*ExMinistro de Estado

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