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Así está la salud económica del País

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Similar al cuidado clínico de un paciente, al que hay que mantener alejado de bacterias y virus para evitar que padezca males mayores, así se encuentra la economía colombiana este año: estable, pero bajo observación permanente.

Si en lugar de economistas los especialistas que vigilan los síntomas del entorno económico nacional fueran médicos, seguramente sus diagnósticos hablarían de un paciente que acaba de salir de una bronquitis y que hoy se encuentra en recuperación.

Esa estabilidad corresponde al buen ritmo que mostraron los indicadores más importantes al cierre de 2018. Pasadas todas las pruebas, el Producto Interno Bruto (PIB), que es como el estado cardiovascular de la economía, porque de su buen pulso depende que cada uno de los sectores genere o no riqueza para el país, tuvo un crecimiento de 2,7 % frente a 2017; un poco más elevado de lo esperado por el mercado y sustentado en el buen comportamiento del consumo interno.

De igual forma, la inflación, equiparable a la temperatura corporal, se ubicó en 3,18 % en 2018, levemente por debajo de la meta máxima que se había fijado el Banco de la República, de 3,20 %; con claras señales de estabilidad. En tal sentido, podría decirse que no se registraron “fiebres” que pusieran en riesgo el funcionamiento del aparato económico y, en consecuencia, la temperatura ayudó a su recuperación.

El buen estado de esa paciente que es la economía colombiana también depende de lo bien que le vaya al empleo, razón por la cual los puestos de trabajo son como sus pulmones, responsables de que nunca le falte el aire.

El año pasado, este indicador tuvo una leve recaída, teniendo en cuenta que al cierre hubo un incremento en la tasa de desempleo, aunque esta se mantuvo por debajo de los dos dígitos, con una tasa de 9,7 %. Lo que es síntoma de que, aunque tiene algunas dificultades para respirar, en general está saturando bien.

De acuerdo con Mauricio López, jefe de estudios Macroeconómicos de la Universidad de Antioquia, la economía colombiana es hoy un paciente en recuperación, después de que en 2017 sufriera de una enfermedad compleja que, sin embargo, no era terminal.

Esa mejoría obedece al incremento de las utilidades de Ecopetrol, que gracias a los precios internacionales del petróleo pasaron de 6,6 billones de pesos a $11,56 billones. El especialista indica que también le sirvieron las inyecciones que ampliaron el recaudo de recursos que se aplicaron con la última reforma tributaria realizada durante el gobierno de Juan Manuel Santos, de la cual todavía hay algunos ingresos que están sirviendo para el funcionamiento del Estado.

Asimismo, destaca el mejor comportamiento de sectores intensivos en la generación de mano de obra, es decir, más aire para mantenerla estable. “La producción nacional, a través de la industria y la agricultura, presentó mejorías y eso favorece a los consumidores y a la industria misma, teniendo en cuenta que estos sectores generan empleo formal”, dijo López.

AL OPTIMISMO MODERADO

Sin embargo, sobre esa recuperación de la industria nacional en 2018, gracias a que el PIB mejoró su ritmo, está parcialmente de acuerdo el empresario Carlos Andrés Gómez Salazar, gerente de su propia empresa, para quien invertir en el país se hizo más complejo el año pasado debido a que pagar medicinas como los impuestos les salió muy costoso a los empresarios.

Además, señala que hubo desconfianza por los efectos de las elecciones presidenciales, esto podría leerse como una situación de estrés para el paciente.

Reconoce que después de esas turbulencias hay mejor semblante. “Para 2019 estamos con un poco más de optimismo después de haber terminado el periodo electoral. Los empresarios en general estamos más confiados frente a la producción”, aseguró.

Lo expresado por Gómez Salazar demuestra que, aunque las cifras de 2018 expresan una recuperación importante en términos generales, el pesimismo todavía hace pensar a las empresas y a las personas que la economía aún está enferma.

Lo anterior se debe a que quizás los resultados de los exámenes que muestran los indicadores no se alcanzan a percibir aún entre todos los agentes.

“La expectativa de los empresarios es hoy de un claro optimismo, pero es importante que el gobierno tenga en cuenta la opinión generalizada de la gente, para que no ocurra que cuando aparezcan los indicadores la economía al alza, el bolsillo de la población vaya mal”, asegura el decano de la Escuela de Economía de la UPB, Jorge Alberto Calle D’Alleman.

De hecho, la confianza del consumidor, que mide el optimismo de los ciudadanos frente a la situación económica, registró cifras negativas a finales de 2018, con -8,3 % en diciembre, aunque en 2019 ha logrado recuperarse.

El analista de Valora Analitik, Camilo Silva, dice que el pesimismo sobre la salud económica es comprensible después de la incertidumbre que sacudiera el mercado todo el año pasado producto de las elecciones que llevaron a que ganara un partido de oposición al gobierno. Este fue uno de los síntomas más destacados de esa fuerte gripa.

“Es entendible porque después de un choque político como el actual el acomodo toma tiempo. El país no recordaba lo que significaba el asunto, no lo tenía fresco. El resultado de ello es un ambiente de desesperanza, de confianza deteriorada. El ambiente y las percepciones empresariales van cambiando y en el mediano plazo se espera un mejor panorama”, indica.

PROBLEMAS A VIGILAR

Si bien la radiografía a los indicadores más importantes de 2018 muestra una economía estable, será necesario que el gobierno sepa enfrentar dificultades internas y externas que a todas luces amenazan que las finanzas nacionales alcancen una salud óptima en 2019.

El primer riesgo es la informalidad en el empleo, que permanece a una tasa cercana al 50 % y que para el trimestre móvil octubre-diciembre fue de 48,2 %, según el Dane —Cúcuta registra la tasa más alta con 70,6 %—.

También hay temor de que el recaudo de impuestos no alcance a financiar todos los gastos y las inversiones que se requieren para que la salud económica esté bien.

Una meta que se ha fijado la Dian en 148 billones de pesos para este año, pero que expertos han dicho no alcanzará para cubrir todas las necesidades. Ni siquiera después de que en diciembre pasado se aprobara la Ley de Financiamiento hay garantía de que a 2020 no se tenga que pensar en otra reforma tributaria, han expresado especialistas el exministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo.

Sobre el ambiente también pesan los malestares que pueda causar a la estabilidad económica algunas decisiones políticas del gobierno, como la objeción a seis puntos de la Jurisdicción Especial para la Paz y la fumigación con glifosato. “Creo que estos aspectos afectan las decisiones en materia de inversión extranjera directa”, explicó el decano de Economía de la UPB. De hecho, la inversión extranjera directa del país cayó 14 % durante 2018, de acuerdo con las cifras del Banco de la República.

LA MIGRACIÓN VENEZOLANA

Otro aspecto con el que tendrá que lidiar la economía colombiana para evitar una recaída será la presión de la migración de Venezuela, producto de la crisis en este país y que empieza a ser significativa en el gasto público. Se considera importante poner en observación la estabilidad de los puestos de trabajo y buscar especialistas que conduzcan al país a unas mayores tasas de empleo formal.

“La formalización del empleo es crucial, sobre todo porque la migración de Venezuela comienza a afectar el empleo en algunas zonas y esto tiene una incidencia en las finanzas públicas. Hay que buscar que, de alguna manera, los migrantes empiecen a aportar a la seguridad social”, asegura el economista López.

De acuerdo con Silva, “la presión sobre los puestos de trabajo no calificado que se está generando en el mercado producto de la migración, y que es sumamente visible en el sector servicios en Medellín, es que está a merced de la oferta y la demanda”.

Calle D’Alleman también llama por la formalización, pues la migración entre lo formal y lo informal está presionando las dinámicas y arriesga a que se vuelva a pasar a un desempleo estructural de dos dígitos.

La afectación que pueda tener el comportamiento del dólar este año es también uno de los síntomas que se vigila con cuidado, teniendo en cuenta que la devaluación del peso frente al dólar podría impactar el crecimiento de una manera negativa, así como conducir a elevar las tasas de interés si se descontrola la inflación. Con un dólar que viene por encima de los 3.000 pesos desde agosto de 2018, se estima que la moneda colombiana se ha devaluado 33 % en el último año.

LOS DÉFICIT

El último especialista en revisar el estado de la salud de la economía en Colombia fue el Fondo Monetario Internacional (FMI), que hace apenas unos días elevó su estimativo de crecimiento para 2019, de 3,3 % a 3,5 %; lo que significa que hay mayor confianza en su recuperación.

Sin embargo, también hizo advertencias y recomendaciones para que esa salud se mantenga. De un lado, le pidió al gobierno hacer énfasis en mejorar el déficit comercial, que en 2018 creció a 16,7 %; ese desbalance indica que el país importa más bienes y servicios de los que consume. Mientras las exportaciones crecieron 11,7 % el año pasado, el aumento de las importaciones fue de 12,2 %, según los cálculos del Emisor.

De igual forma, el FMI pidió cuidar el déficit en la cuenta corriente, pues cuando este se eleva es síntoma de que los ingresos del país no están cubriendo sus gastos, porque son menores, y eso también le hace mella a su estado general de salud. El año pasado este indicador cerró en 3,8 % del PIB y para este se pronostica que se ampliará a 3,9 %. Lo que además se agrava con un déficit fiscal que se prevé no llegará a la meta para este año de 2,4 % debido a la presión de la migración venezolana y por eso se planea un ajuste de la regla fiscal.

Si todos estos factores logran controlarse, es seguro que, a pesar de las amenazas externas, la economía colombiana conservará su salud en el mediano plazo. Los remedios y la inteligencia del gobierno serán claves para que esa bronquitis sea cosa del pasado y no se convierta en neumonía.

MEDELLÍN (El Colombiano).

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