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‘Kentukis’, de Samanta Schweblin

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Una nueva novela de la prestigiosa autora argentina Samanta Schweblin que desvela el lado más inquietante de las nuevas tecnologías. 

No se puede dejar pasar por alto uno de los libros más leídos en lo que va del año y que llega a Colombia. ‘Kentukis’, de Samanta Schweblin es sin lugar a dudas una propuesta para el debate cuando de escribir en el siglo XXI se trata, aunque por supuesto, no planteo de cómo escribir, sino de observar alrededor con base en las tecnologías que a diario nos mueven y hasta conmueven.

Y es que si bien (y con base en lo anterior) este concepto de “aldea global” nos brinda la concepción de un caos geopolítico, donde hacemos de lo propio ajeno y de lo ajeno propio, perdiendo identidad para un nuevo concepto de marca personal. Kentukis en la novela de la argentina Schweblin, si bien es un invento tecnológico (un robot), le brinda sin tergiversaciones al lector, las intimidades de sus personajes.

Esta es una idea fantástica, ya que sin bien las redes sociales nos inundan de likes y seguidores, sin poder mirar a los ojos de quienes nos están observando, los personajes de la novela “Kentukis” y la sensación que  tienen que moverse en medio de sus propias soledades a la larga: también soportan el voyeurismo de ese robot a la larga perspicaz (bitácora real del comportamiento en los años que vivimos). Así que, soledad y voyeurismo confabulan con los personajes, para dar al espectador ciertos elementos en los que reconocerse.

Para que pueda darse ese reconocimiento, la escritora se remite a varias historias, casi que para una literatura disruptiva (narrativa no lineal). Esta forma de abordar la novela, hace que lleguemos más al alma de los personajes. El ejemplo estaría en los tres personajes al comienzo del texto: “Lo primero que hicieron fue mostrar los senos. Se sentaron las tres en el borde de la cama, frente a la cámara, se sacaron las remeras y, una a una, fueron quitándose los corpiños”. Aquí la escritora pone a andar lo semiótico de la intimidad: su funcionamiento como una ironía (idea ampliamente estudiada ya por otros autores).

Y es que en este sentido de la novela disruptiva, de inmediato evoca los guiones que hoy se escriben en el mundo y que son atrevidos en las transiciones. Es decir, pasan de una situación consumada a otra (y otra). De pronto, más acentuado este concepto en el thriller y los ejemplos abundan.

De manera que volviendo a “Kentukis”, estamos ante una buena novela de ciencia ficción que no hay que dejar pasar y que en el fondo creo que no somos conscientes de cómo este mundo nos está avasallando. En este sentido el libro es el diario de un mundo voyeurista (usted amigo lector lo ejercita a diario en las redes sociales), donde se reformula además, de manera verosímil, las características específicas del ejercicio voyerista a partir de un computador o su propio celular.

A modo de conclusión, el libro plantea la relación entre arte y nuevas tecnologías. Lo artístico de la tecnología al amparo de una máquina social de matriz técnica (para este caso “Kentukis”). Este despliega campos de lo decible y lugares de lo visible, que operan como nuevos medios de subjetividad, agenciamiento e intimidad (Deleuze & Guattari, 1994).

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