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La gobernadora del Magdalena Rosa Cotes de Zúñiga y el alcalde encargado de Santa Marta, José Rúgeles Pineda, estuvieron presentes en la ceremonia de la Última Cena en la Catedral Basílica. /LUIS PARRA
El clero sacerdotal samario se encuentra muy contento con la gran acogida que han tenido los diferentes actos religiosos de la Semana Mayor.
Uno de los templos que más se han llenado en las diferentes ceremonias es la Catedral Basílica de Santa Marta, que no solo recibe a los feligreses de la ciudad sino también a los visitantes.
La celebración del lavatorio de los pies y la Última Cena tuvieron como invitados especiales a la Gobernadora del Magdalena, Rosa Cotes de Zúñiga, y al alcalde encargado de Santa Marta, José Rúgeles Pineda, quien asistió acompañado de su familia y participaron en la entrega de las ofrendas, dando ejemplo de fe y sobretodo de unión familiar.
Lo propio hizo la mandataria de los magdalenenses que no solo participó en la citada ceremonia sino también en la develación del Monumento de la Catedral Basílica de Santa Marta.
Cabe recordar que la Cena de Jesús con sus Apóstoles tiene como fundamento la celebración de la Pascua. En la comida de Pascua de la Antigua Alianza ya se usaban el pan y el vino.
El pan de la Pascua expresa cómo Dios libera, auxilia y fortalece a su pueblo. El vino regocija el corazón, anima el cuerpo, lo mismo que la sangre.
Los relatos de la institución de la Eucaristía contienen las palabras con que Jesús explicó el nuevo significado del pan y del vino (cáliz, copa) en la Pascua cristiana. La diferencia radical entre ambas Pascuas, es que en la de la Nueva Alianza, ese pan y ese vino se hacen realmente el Cuerpo y la Sangre del Mesías Redentor, que se da en alimento a sus seguidores para comunicarles la nueva vida.
También la Cena anuncia y anticipa el Sacrificio de Jesús en la Cruz cuando se dice que su cuerpo es entregado y que su sangre sella una nueva alianza. Se alude a la muerte del Siervo de Yavé anunciada por los profetas, que es mediador entre Dios y los hombres (pontífice) Y Jesús consiguió la redención no con sangre ajena, sino con la propia.
LAVATORIO DE LOS PIES
En la Catedral Basílica de Santa Marta, la ceremonia del lavatorio de los pies fue presidida por el párroco, sacerdote Félix López Escorcia.
El Lavatorio de los pies, el gesto de Jesús de lavarle los pies a sus discípulos, (Juan 13,1-15), contiene una catequesis bautismal y al mismo tiempo una enseñanza sobre la humildad, una ilustración eficaz del mandamiento del amor fraterno a la manera de Jesús: el amor que acepta morir para ser fecundo.
El signo del lavatorio de los pies de los discípulos encierra profundamente el mismo significado: la vida que se entrega en sacrificio redentor.
El lavatorio de los pies está enmarcado por el “quitarse” y “volver a ponerse” los vestidos. Este movimiento nos reenvía al gesto del Buen Pastor de las ovejas, quien se despoja de su propia vida para dársela a sus ovejas.
De hecho, se puede notar que los verbos que se usan en el texto son los mismos verbos que se utilizan en el capítulo del Buen Pastor, cuando se dice que “ofrece su propia vida” y “la retoma” (ver Juan 10,18). En el lavatorio de los pies contemplamos la manifestación del
INSTANTES DE LA procesión del silencio para dar paso a la develación del monumento.
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