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De campamentos a deambular por las calles: así viven ahora los venezolanos

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Primero se concentraron en el separador vial de la Avenida 2N entre calles 26 y 31, de donde fueron evacuados en agosto del año pasado; luego invadieron el andén frente a la Terminal de Transportes y hasta provocaron una huelga de los residentes del sector por los impactados generados, lo cual llevó a que también fueran retirados de este sitio; después se trasladaron al corredor férreo ubicado en las calles 25 y 26, pero en enero pasado fueron desalojados. 

Hoy, los venezolanos que migraron a Cali por la crisis de su país y llegaron a ‘probar suerte’ ya no están concentrados de forma masiva en un mismo lugar; deambulan por las calles de la ciudad en pequeños grupos, principalmente conformados por familias, se les ve en los semáforos de vías principales, en separadores viales, en zonas verdes, andenes y debajo de puentes. 

Cada esquina es un drama diferente. Yurine Amundarai, por ejemplo, vive el suyo en una de las zonas verdes contigua al puente del antiguo Seguro Social. Allí llegó hace un mes y medio, luego de quince días de caminata desde el estado de Miranda, junto a su esposo, dos hijas y una prima. De día venden dulces en los alrededores de la Avenida Estación para rebuscar lo de la comida y cargan con sus ‘corotos’ – como le dicen de manera coloquial a sus pertenencias -, porque si los ven acampando en grupo las autoridades los “levantan”. De noche, cruzan la calle para dormir a la intemperie, frente a la antigua estación del ferrocarril, con otros de sus compatriotas. 

“Yo lo que quiero es irme para mi casa, pero hay que aguantar porque no hacemos nada yéndonos para allá a pasar hambre con los niños. Mi esposo y yo trabajábamos y ni con el sueldo de los dos les podíamos dar de comer. Ahora estamos reuniendo $250.000 porque una señora nos dijo que nos alquilaba una pieza para los cinco en Terrón (Colorado)”, cuenta Yurine y añade que al igual que otros de los migrantes lavan la ropa y se bañan la mayoría de veces en el río Cali. 

Yondeni Molina es otra venezolana que vino a Cali por oportunidades. Busca enviarle dinero a su madre, quien permanece en el estado de Yaracuy cuidando de sus dos hijos. 

“He buscado en los restaurantes y en casas de familia, pero no he conseguido nada, entonces creo que me voy para Bogotá donde una comadre que ya está trabajando… ahora estoy durmiendo en la calle y para bañarme me prestan un autolavado, para comer voy al comedor comunitario. Hay otras personas que pagan 1000 pesos en un refugio y les dan la comida, los dejan bañarse y lavar la ropa”, dice la joven de 21 años. 

Llegan a diario 
Alfredo Mosquera, coordinador del Centro de Atención y Orientación al Migrante y al Refugiado de la Arquidiócesis de Cali asegura que la llegada de venezolanos a la ciudad es continua y “sigue aumentando”. 
“En Cali, a diferencia de otras ciudades, no hay casas de paso o albergues temporales y eso agudiza la situación, entonces mientras ellos (los venezolanos) siguen su tránsito deben estar en la calle porque en qué otra parte pueden quedarse”, dice Mosquera. 

El sacerdote añade que “después de la recuperación del corredor férreo entre las calles 25 y 26, más de cien personas quedaron deambulando, pero no hay un número exacto, le estamos proponiendo a la Alcaldía hacer un trabajo conjunto para caracterizar a estas personas, saber cuántas son, quiénes son, cuáles son sus necesidades y así poder intervenir”. 

Y explica que algunos de los sectores de mayor movilidad de venezolanos que tienen identificados son El Ingenio, La Hacienda, la Calle 16, alrededores de la Terminal, el centro de Cali, la estación del ferrocarril, los puentes elevados frente a Metrocali, a lo largo de la Calle 25 y la mayoría de sitios donde hay zonas verdes. Según el sacerdote es necesario que así como se estableció un plan de impacto para los departamentos fronterizos, también lleguen recursos de la Nación a Cali. 

Al respecto, Felipe Muñoz, gerente de Frontera con Venezuela, explica que los recursos que se destinaron para los departamentos fronterizos (ver recuadro) están enfocados en empresarios y ciudadanos colombianos que se han visto afectados por la crisis migratoria. 

“Aquí nadie tiene la cantidad suficiente de recursos para atender este proceso, por eso tenemos que trabajar de la mano con el departamento y con la ciudad, yo quiero avalar y reconocer el esfuerzo que está haciendo Cali y la administración del alcalde Armitage para atender el tema y tenemos que seguir buscando soluciones”, afirma Muñoz. 

A su vez, Carolina Campo, secretaria de Bienestar Social del Municipio, explica que, en un ejercicio articulado con la Terminal de Transportes, se está haciendo un registro diario de personas que llegan del país hermano y aproximadamente son 200. De estos migrantes, un 80% deciden quedarse en la ciudad y el otro 20% continúa su tránsito. 

“Esto explica un poco el fenómeno de la movilidad de las personas que vemos en la calle. Es importante tener en cuenta que, como en Venezuela las personas recibían beneficios por su número de hijos, allá las familias son súper grandes, por ejemplo, hemos brindado atención a familias de once miembros donde está la madre lactando y con tres y cuatro niños menores de edad que conforman su núcleo familiar, esas son las personas que están buscando una oportunidad de vida acá en la ciudad”, afirma Campo. 

Y Cali se vuelve un sitio llamativo para la permanencia, según Campo, “porque ven que las personas acá son amables, solidarias, dispuestas a brindar ayuda”. También, se desplazan principalmente al oriente y la ladera, “donde tienen mayor posibilidad, de acuerdo a sus ingresos, de poder habitar”. 

“La crisis migratoria tiende a agudizarse, no es algo que se vaya a mejorar de aquí a mañana, hay expertos que dicen que así hubiese un cambio drástico al menos se requieren diez años para la estabilización, por eso tenemos que seguir preparándonos y buscando ayuda” puntualiza la funcionaria . 

Plan de impacto 
– El plan de impacto que presentó el Gobierno Nacional para apoyar a los departamentos fronterizos con Venezuela (Norte de Santander, La Guajira, Cesar, Arauca, Vichada y Guainía) contempla inversiones en competitividad, generación de empleo, salud, vivienda y emprendimiento, entre otros, que superan los $710.000 millones. 

– La Secretaría de Bienestar Social indicó que desde la Administración Municipal se han impulsado acciones, con apoyo de diversos organismos, para garantizar los derechos de los migrantes. Por ejemplo, en 2018 realizaron 32.097 consultas médicas y se despacharon 22.977 productos y medicamentos. Asimismo, se entregaron 119.750 raciones de comida. Este año se han matriculado 5661 niños y niñas en el sistema escolar. En total, el año pasado la Alcaldía invirtió $5309 millones. 

CALI (El País).

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