HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Alertas científicas preocupantes

Más allá de las alarmas, los informes científicos sobre cómo la humanidad está arrasando con todas las formas de vida en el Planeta, incluyendo la suya, deben llevar a los centros de poder globales, nacionales y locales; a los colectivos ciudadanos y a cada individuo, a tomar conciencia del daño y emprender tareas para revertir la situación. Si el hombre es el causante de la tragedia, está en sus manos la solución.

Las alertas científicas resultan tan preocupantes como los titulares de prensa que dan cuenta de las mismas: “habrá más plásticos que peces en los océanos”, “el derretimiento de los polos se acelera”, “cambio climático, una amenaza para la seguridad global”, “el 69 % de las mariposas urbanas y el 45 de las rurales han desaparecido en las últimas dos décadas”…, y, la última investigación, publicada la semana pasada: “un millón de especies están en vía de extinción”, de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa Sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos ( IPBES), por sus siglas en inglés, institución de la que hace parte Colombia desde 2012.

El rastreo de IPBES concluyó que de las ocho millones de especies que sobreviven en la tierra (animales, insectos y plantas), un millón está amenazado; su extinción se ha acelerado en las últimas cuatro décadas y su velocidad de desaparición por acción del hombre es centenares de veces superior a la natural.

La investigación, de 1500 páginas y hecha a escala mundial, es considerada la más completa y avanzada en su especialidad. Además, es la primera que analiza la situación de la biodiversidad desde 2005.

Sus cifras son desconcertantes: 40 % de las especies de anfibios está en vía de extinción. Igual suerte corre el 33 % de los corales que forman los arrecifes, el 33 % de las especies de tiburones y el 33 % de los mamíferos marinos. La amenaza se extiende al 47 % de los mamíferos no voladores terrestres y el 23 % de las aves.

Aunque para el caso de los insectos se precisa que es más complejo conocer su situación, estima que, al menos, el 10 % de estos está amenazado. Desde el siglo XVI, 690 especies vertebradas fueron extinguidas.

Entre los impulsores de este declive de la vida, acelerado en las últimas cuatro décadas y sin precedente en la historia de la humanidad, el IPBES señala los cambios en el uso de la tierra y el mar. “El 75 % del medio ambiente y alrededor del 66 % marino están gravemente afectados por actividades humanas”.

Dos, la explotación de organismos (el 33 % de los recursos pesqueros marinos eran explotados a niveles insostenibles en 2015). Otros factores, con un impacto creciente, son el cambio climático, la contaminación, la polución plástica y las especies invasoras.

Todas las formas de vida, de una u otra manera se correlacionan. Si desaparece o se altera una, esta arruina otras, incluyendo al hombre, que terminaría como víctima de su propia desgracia.

La explicación es sencilla: la extinción en masa de las abejas y otros polinizadores trae efectos potencialmente negativos para la producción de frutas, legumbres, café y alimentos básicos para la humanidad. Nefasto para la vida resultan la deforestación, la contaminación del aire y el agua.

Este nivel de arrasamiento de la biodiversidad compromete metas globales como los Objetivos del Milenio de la ONU, la economía y la salud humana. Multiplican el hambre, la miseria y las guerras.

Colombia y los colombianos sí que estamos en deuda con nuestra biodiversidad y el manejo de recursos imprescindibles para la vida: el agua y los bosques. Debemos frenar este desgaste asumiendo una ciudadanía ecológica, comprometida con la vida y la naturaleza. Todo puede hacerse de manera sostenible en pro del desarrollo y la defensa de nuestra casa común en el Universo: la Tierra.                  

*Internacionalista

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