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Pentecostés, una fiesta que llenó de gozo a los católicos

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Los niños y jóvenes expresaron toda su alegría durante la celebración de la Fiesta de Pentecostés en la Catedral Basílica de Santa Marta. /MONTINER ALVIS

En la Catedral Basílica de Santa Marta la celebración tuvo lugar en la noche del sábado, con una gran presencia de jóvenes y niños que tuvieron una participación  muy activa durante la ceremonia.

La fiesta de Pentecostés es una de las más grandes que celebra la Iglesia Católica después de Navidad y la Resurrección, pues reconocemos la venida del Espíritu Santo sobre aquella primera comunidad cristiana, infundiendo los dones y carismas necesarios para perseverar en la verdad, llevar a cabo la misión encomendada por Jesús, de ser testigos, ir, bautizar y enseñar a todas las naciones. (Jn 14,15)

Esto es lo que conmemoramos en Pentecostés, que el mismo Espíritu de hace 2000 años es el que se sigue posando el día de hoy en cada miembro de la Iglesia Católica para llevarnos a Dios y asimilar nuestras vidas cotidianas como obras del Espíritu Santo al servicio del prójimo.

En la Catedral Basílica de Santa Marta la celebración tuvo lugar en la noche del sábado, con una gran presencia de jóvenes y niños que tuvieron una participación  muy activa durante la ceremonia.

La fiesta de Pentecostés es un día en que los católicos tenemos la oportunidad de revivir intensamente nuestra relación con Dios, gozarnos el fruto de la Pascua que hay en nuestros corazones por la felicidad de saber que Cristo resucito en mí, que soy tan amado por Dios, que puedo vivir la experiencia de la venida del Espíritu Santo.

Por eso se confirma con esta celebración que el Pentecostés es fiesta para toda la Iglesia, pues sea cual sea el ministerio en el que sirvo o el movimiento al que pertenezco, es el Espíritu Santo el que inspira cada obra dentro de la Iglesia. Antes que pertenecer a cualquier apostolado o movimiento eclesial, soy miembro de la familia de Dios.

Con base en lo anterior se promueve y fomenta la experiencia de Pentecostés como gracia actual para la Iglesia de nuestros tiempos, por ello, los sacerdotes reconocen que no podemos estar aislados de la Iglesia,  algunos de nuestros compromisos como cristianos ejemplares son:

-Servir a Dios en la Iglesia Católica, teniendo como misión principal evangelizar con el poder del Espíritu Santo.

– Motivar y vivir con fervor la renovación del Espíritu en todos lados, nuestra familia, trabajo, vecindario, etc.

– Promover la unidad en comunidad sometiéndonos a las leyes eclesiales y a la autoridad del magisterio.

Por lo tanto, Pentecostés es una celebración que se debe realizar en conjunto con la comunidad bautizada, pues el Espíritu Santo nos inspira a todos.

¿Cómo lograr esto? Dejando que el Espíritu Santo se pose en nuestros corazones y actúe con los dones y carismas con los que fuimos sellados el día de nuestro bautismo. Fortalecidos en la confirmación y alimentados con la Sagrada Eucaristía.

Por eso, la Iglesia nos invita a vivir el Pentecostés reconociendo que el Espíritu Santo está con nosotros hasta el fin del mundo, y hagamos nuestro, el fruto de la promesa de la Nueva Alianza, prometido por Jesús y recibido por aquella primera comunidad reunida el día de Pentecostés, que también es para la Iglesia de hoy.

LA VIGILIA

Entre las muchas actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran, las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien organizadas, pueden ser experiencias profundas y significativas para quienes participan en ellas.

Una vigilia, que significa ‘Noche en vela’ porque se desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante  celebración de un grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración mientras la población duerme. Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del día de una fiesta importante, en este caso Pentecostés.

En ella se comparten, a la luz de la Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un ambiente de acogida y respeto.

Es importante tener presente que la lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos, los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación de la asamblea son  elementos claves de una Vigilia.

En el caso de Pentecostés centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente por el clima de oración, de alegría y fiesta, y así sucedió en  la Catedral Basílica de Santa Marta.

Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu Santo. La invitación es que siempre invoquemos al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.

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