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Las convicciones de Duque que han aislado su Gobierno

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No han resultado fáciles los primeros 10 meses de gobierno del presidente Iván Duque, aunque desde su discurso de posesión se mostró conciliador y planteó: “construyamos un gran pacto por Colombia (…) en el que por encima de las diferencias estén las cosas que nos unen”, en la práctica, no ha sido así. El actual gobierno ha tenido diferencias respetuosas frente a las decisiones de las cortes Constitucional y Suprema de Justicia. No ha logrado una coalición en el Congreso y, por el contrario, la pugnacidad ha sido evidente. Además, los intentos de modificar puntos del Acuerdo de Paz, en los que ha sido enfático, han generado desgaste.

Duque ya dejó ver su estilo y la ideología de su Gobierno. A pesar de que ahora cuenta con el Plan Nacional de Desarrollo (PND) aprobado y hay proyectos marchando, el presidente ha puesto especial esmero en temáticas que tocan las creencias de las personas: consumo de sustancias sicoactivas y el Acuerdo de Paz.

Estas posturas sintonizan con gran parte de la población colombiana que ve con malos ojos el uso de estupefacientes en el espacio público y que se opone a puntos del Acuerdo de Paz con las Farc, como la conexidad del delito de narcotráfico y que aquellos contra menores de edad sean amnistiables.

Miguel Silva Moyano, politólogo y docente de la Universidad Nacional, cree que el problema del presidente Iván Duque tiene que ver con la forma como fue elegido. “Su mandato es confuso y débil porque ganó las elecciones contra Gustavo Petro,no porque la gente votó por su programa de gobierno o sus ideas, sino porque era la forma de derrotar a Petro”, dijo.

¿Cuál es su identidad?

El discurso de posesión del jefe de Estado fue en tono conciliador y de unidad. Habló de la nueva generación de la política, de la construcción colectiva de país y de la búsqueda de la equidad.

A pesar de ello, algunas decisiones de gobierno como la de no realizar acuerdos burocráticos con partidos políticos para garantizar gobernabilidad (mermelada), han dado visos de un estilo que aunque puede ser auténtico y firme, ha generado aislamiento.

Para Pedro Piedrahita, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Medellín, Duque tiene un equipo de alto perfil, pero ha sufrido un proceso de “sobre ideologización, que ha llevado que no se concentre en asuntos como el Plan de Desarrollo, sino en temas ideológicos como la paz, los niños, el consumo de drogas, y se observa un retroceso sobre todo en la garantía de derechos y de libertades”.

El senador conservador, Juan Diego Gómez, apuntó a que Duque es gobernante bien intencionado, pero está mal rodeado. “Tiene un equipo de gobierno que no interactúa con el Congreso. El presidente hace más esfuerzo del que debería, él tiene la carga de hacer trabajar al gabinete y eso le genera un desgaste enorme con las bancadas de los partidos”.

Silva por su parte, precisó que el norte del Gobierno ha sido confuso por ir al pasado a revisar asuntos ya superados, “pero en el PND hay rutas definidas y se espera que, para el segundo semestre, la agenda comience con lineamientos más claros”, indicó.

En el plano internacional, Duque optó por acercarse al presidente norteamericano Donald Trump para ejercer presión contra el gobierno venezolano de Maduro y, por ahora, ni Trump es su gran aliado ni el cerco diplomático ha logrado que en Venezuela haya cambio de gobierno o convocatoria a elecciones. No obstante, la crisis migratoria por la llegada de venezolanos no ha sido tan compleja como se suponía. El Gobierno la atiende y ha sido solidario con los migrantes.

El uribismo a la sombra

En materia de gobernabilidad, la influencia del partido de gobierno, el Centro Democrático, se ha convertido en un arma de doble filo para el mandatario. Bueno porque es su bancada, la que impulsa sus proyectos en el legislativo y la que, en cabeza del expresidente Álvaro Uribe, defiende sus tesis y posiciones. Sin embargo, al tiempo, su cercanía con ideales uribistas le han causado rencillas con otras colectividades y le ha mermado al Gobierno la posibilidad de lograr consensos con bancadas declaradas independientes como Cambio Radical.

“Desde la teoría de la política se explica el perfil que tiene Iván Duque, no de un político profesional sino que llegó por Uribe y los votos del partido”, subrayó Piedrahita.

El especialista considera que las “discusiones ideológicas” en las que ha entrado el jefe de Estado desgastan al Gobierno, como sucedió en el pasado. “Los gobiernos de Uribe estuvieron marcados por el estado de opinión, es decir, vamos a gobernar a partir de la opinión, si los ciudadanos esto es lo que quieren, pues hagámoslo”, añadió.

Contradictor de las cortes

Dos meses después de haberse posesionado como presidente, Duque daba señales de lo que sería uno de sus temas bandera en el país. En octubre de 2018 firmó el decreto para que la Policía confiscara y destruyera los gramos de dosis mínima de sustancias sicoactivas que las personas portaran en el espacio público.

En ese momento, aseguró que la idea no era llevar a la cárcel al consumidor sino a los jíbaros, porque esas sustancias les hacían daño a los niños.

El fallo del 6 de junio de este año de la Corte Constitucional, declarando inexequibles las prohibiciones del consumo de alcohol y sustancias sicoactivas en el espacio público, le generó otro malestar al mandatario, quien no dudó en afirmar que la decisión de ese tribunal iba en contra de la lucha contra el narcotráfico y que inducía a los niños al camino de las drogas.

Sus diferencias con la rama judicial no solo están allí. El presidente también enfiló contra la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Primero, objetó seis artículos de la ley estatutaria, aduciendo falta de claridad en la reparación a las víctimas, en los alcances investigativos de la Fiscalía en el posconflicto y en la extradición, entre otros.

A partir de allí, la JEP entró en una tormenta política y el país vivió días de polarización y enfrentamientos entre líderes y congresistas.

Los reparos de Duque a la JEP no fueron aprobados por el Congreso ni por la Corte Constitucional, pero quedó el precedente de que el Gobierno no estaba conforme con el funcionamiento del tribunal.

El desacuerdo mayor fue cuando la JEP ordenó la libertad y no extradición del exguerrillero “Jesús Santrich”. Duque dijo que era una ataque a las víctimas y luego, con la posesión del desmovilizado como congresista, el mandatario calificó el hecho como indignante y un descaro. A él lo tildó de mafioso.

Iván Garzón, docente de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, opina que el presidente se ha equivocado de interlocutores. “Él no puede ponerse al nivel de un personaje como ‘Santrich’ y no hace falta que case peleas con las cortes. Duque se ha puesto como pararrayo de controversias que no tienen que ver con su fuero, y solo gana aplausos en bases del uribismo”, precisó.

Lejanía con el Congreso

Este jueves concluye la primera legislatura y los avances que el Gobierno puede mostrar con el Congreso no son muchos. Sus dos reformas, la política y judicial no pasaron. Tampoco las objeciones a la JEP que ocupó a los congresistas por más de dos meses. Se desvió la agenda.

Aunque el Congreso aprobó la ley de financiamiento, la ley TIC, el PND y la ley de Orden Público entre otras; la promesa de no dar representación política en el ejecutivo y la distancia entre ministros y congresistas, le generan al presidente una tarea pendiente.

“Duque debe entender que no toda forma de participación política es mermelada, debe encontrar otra vía o seguirá siendo un gobernante solitario, con un gabinete que brilla por su ausencia en el debate público. Nadie se la juega por defenderlo y dar las peleas que todo gobierno debe dar”, concluyó Garzón.

Lo que viene

A dos meses de alcanzar su primer año, Duque ve una luz y un panorama favorable. Con la JEP la discusión personal llegó a su fin. En paralelo el Centro Democrático avanza en su propuesta por derogarla y unificar otras cortes.

Las reformas a la política y la justicia, volverán a presentarse en el Congreso recargadas, con la posibilidad de que el ejecutivo cuente con nuevas coaliciones que ya empiezan a salir a superficie. Cambio Radical, partido que fue clave en la aprobación del PND y que adelanta el proyecto de ley para prohibir el consumo de sustancias y bebidas alcohólicas en el espacio público, está a un paso de ser partido de gobierno, lo que le daría una fuerza extra a Duque en el legislativo y que su agenda, lejana de discusiones, comience a marchar por donde quiere.

El Colombiano

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