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Salud mental, asunto que pone a pensar en Colombia

Carlos –se reserva su nombre para proteger su integridad– tiene 60 años de edad y desde los 17 es paciente siquiátrico con un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, que se caracteriza por tener ideas delirantes, alucinaciones y alteraciones de la personalidad.

Prácticamente ha tenido que pasar su vida con una sombra en la mente que, si no recibe tratamiento, no lo deja vivir en paz. No recuerda cuántas veces ha perdido la continuidad de su tratamiento médico y, por ende, tampoco tiene cuentas de las veces que ha pasado por un hospital mental, principalmente en Bogotá o Filandia (único del Quindío, donde reside), sobre todo porque, cuando no recibe el tratamiento, su actuar es diferente y pierde capacidad de ubicación.

Dos veces, en medio de “mis ataques de esquizofrenia caminé desde Calarcá hasta Bogotá”, comenta Carlos, sin tener en cuenta que en esos dos viajes recorrió por lo menos 798 kilómetros de distancia, algo así como ir de Medellín a Santa Fe de Antioquia 12,6 veces.

Su hermana, Martha, confirma lo dicho. Aunque es la que se ha encargado de estar pendiente de que “esté bien, su mal genio no le permite vivir con nadie. Por temporadas está en la calle o en habitaciones de viviendas en común”, agrega ella, tras explicar que en su última recaída, hace tres años, tuvieron que recogerlo de la calle e internarlo durante cerca de tres meses.

Carlos sigue en tratamiento médico, el cual incluye una inyección mensual y dos pastillas diarias, lo que le permite tener una vida normal. Sin embargo, autorizar las órdenes médicas con especialistas es un proceso lento, pues las citas son demoradas, cuando las dan.

Radiografía

Su caso es apenas una aproximación a lo que sucede en Colombia, dado que según la Encuesta Nacional de Salud Mental de 2015 (ver infografía), uno de cada cuatro colombianos ha sufrido por lo menos una enfermedad de este tipo. Además, la encuesta resalta que la depresión es la segunda causa de carga de enfermedad, solamente superada por la hipertensión arterial. Un dato más preocupante deja la encuesta y tiene que ver con que solo el 10 % de quienes requieren atención médica por trastornos mentales la reciben, lo que se traduce en un desafío para el sistema de salud.

Por esto, es importante mencionar que el país, desde noviembre del año pasado, cuenta con una política de salud pública en esta materia, aunque se demoró en llegar, pues la Ley 1616 de 2013 ordenó su reglamentación. Es decir, debieron pasar cinco años para que esta tarea se cumpliera.

El Ministerio de Salud, respondiendo a un cuestionario que envió EL COLOMBIANO, explica que en el país existe una necesidad cada vez más evidente de abordar el tema de la salud mental de los colombianos, especialmente ligada al desarrollo humano basado en derechos, al bienestar y a la inclusión social.

“Desde el 2013 el país cuenta con una Ley de salud mental que visibiliza este enfoque y ratifica que se requiere un instrumento estratégico sobre el cual, tanto desde el nivel nacional como desde el nivel territorial, se prioricen acciones, poblaciones en riesgo y entornos estratégicos con el objetivo de mejorar la salud mental y calidad de vida de los colombianos”, señala el Ministerio.

Por otra parte, destaca que en la actualidad, en el país la salud mental es una prioridad, igual que el consumo de sustancias psicoactivas, las cuales derivan en problemas mentales.

Las tareas

Pese a que existe, el gran reto de esta política es pasar del papel a la realidad. Lina María González, líder de Salud y Bienestar de la Fundación Saldarriaga Concha e investigadora del estudio sobre estigma y discapacidad psicosocial, publicado por la entidad el año pasado, señala que durante la investigación encontraron que cerca del 51 % de la población no consultaba ningún tipo de servicio de salud, porque consideraban que no era relevante o importante lo que estaba sintiendo.

Sobre esto, González señala que “este dato dio pie entre otras cosas a empezar a mirar qué tanto las personas, si bien identificaban dificultades en su salud mental, terminaban evitando asistir a consultar por el miedo a terminar siendo estigmatizadas”, dice la experta, al agregar que no es una realidad propia de Colombia. “El estigma que esto crea alrededor del paciente es la gran barrera que se tiene para acceder a los servicios de salud mental”, agrega.

Con esto está de acuerdo Cristian Vargas, médico y especialista en siquiatría de la Universidad de Antioquia, quien sostiene que a este asuntó también debió apostarle la política del Ministerio. Por ejemplo, dice Vargas, “mucha gente no se toma una fluoxetina (antidepresivo), no porque la EPS no se la dé, sino porque tienen el estigma de que estar enfermos de salud mental es estar en la locura. La desestigmatización de la salud mental también debe ser una apuesta”, agrega Vargas.

Sobre esta radiografía y los cuatro trastornos mentales identificados por el Ministerio como principales retos en materia de atención, el viceministro de Salud, Iván Darío González, manifestó que aparecen la depresión, la violencia personal e intrafamiliar, los suicidios e intentos de suicidio, y el consumo de sustancias psicoactivas. el último aspecto, manifestó González, “el Gobierno nacional, a través del Ministerio, presentó a comienzos de abril la Política Integral para la Prevención y Atención del Consumo de Sustancias Psicoactivas, que es otra área que estamos abordando como una problemática de salud pública y que, por supuesto, se articula con la de salud mental”.

En el caso de Antioquia, de acuerdo con la encuesta, la tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes es del 72,6, que está por encima de la tasa nacional (52). De acuerdo con el Ministerio de Salud, las zonas que más preocupan son Abejorral, Amalfi, Belmira y Betania, que tienen tasas cercanas a los 100 por cada 100.000 habitantes.

Sobre este fenómeno, el Ministerio señala que “en 2018 se presentaron 27.649 intentos de suicidio” y las mujeres, con el 63,5 %, fueron las que más lo intentaron. Incluso, lo más preocupante de esto es que “en el 47,8 % de los casos eran personas entre los 15 y los 24 años”. Destaca el Ministerio que el desencadenante más común fueron los conflictos de pareja (46,7 %), mientras que la intoxicación fue el mecanismo más frecuente (62, 4 %).

¿Y el consumo de drogas?

El aumento del consumo de sustancias ilícitas también deriva en problemas de salud mental, según el Ministerio. Sobre esto, esta cartera señaló que frente al consumo de sustancias ilícitas se identificó disminución de un punto porcentual en la población escolar, pero el consumo aumenta en la población universitaria y en población general, especialmente a expensas del aumento del consumo en mujeres.

Sobre sustancias lícitas, la prevalencia del consumo de tabaco, el último año, disminuyó en todas las poblaciones, frente al consumo de alcohol, en el que se reporta disminución en la población escolar y estabilización en la población universitaria y general.

El ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, respondiendo a este diario durante un encuentro de salud que se realizó en Bogotá y que fue liderado por la Fundación Saldarriaga, manifestó que no hay una vara mágica que resuelva el tema de raíz y que es un asunto con el que “vamos a vivir por un tiempo largo, que ni los países más desarrollados han podido superar”.

Además, frente a la posibilidad de poner sobre la mesa propuestas como la legalización de las drogas o los centros de consumo controlado (implementados en Bogotá), el ministro señaló que la política contra las drogas es liderada por el presidente Duque, desvirtuando una posibilidad de legalización, y frente al segundo punto destacó que “hay departamentos que están trabajando con sustitución en adicciones a opiáceo y ahí se pueden desarrollar programas similares. Esa posibilidad no es incompatible con la política”.

El ministro destaca que la ruta establecida en la política de salud mental traza líneas de trabajo frente a los asuntos de salud mental en el país como son prevención, atención, rehabilitación integral, rehabilitación en comunidad y coordinación sectorial e intersectorial.

Con esta información usted tiene en sus manos la decisión de consultar con un médico porque, claramente, visitar al sicólogo o al siquiatra no es una locura.

El Colombiano

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