HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Isla de Salamanca.

La carretera que va de Ciénaga, Magdalena a Barraquilla parece que tiene más detractores que benefactores; pues desde que el Presidente de Colombia, General Gustavo Rojas Pinilla en 1956 ordenó su construcción, esta carretera que se llamó en un principio la Carretera de la Prosperidad para unir a Santa Marta con Barranquilla, bordeando la parte norte del departamento del Magdalena separa al Mar Caribe de la Ciénaga Grande de Santa Marta  atraviesa la Isla de Salamanca.

Durante muchos años, a nadie le interesó la obra, ni la ciénaga ni la carretera, sin reconocerle su servicio prestado; pues esta carretera resolvió el gran obstáculo para el desarrollo que generaba el transporte de carga y de pasajeros desde el interior del país hacia el destellante puerto de Barranquilla, cuando los vehículos debían desviar desde Fundación hacia el occidente para pasar por Piñuelas, Medialuna, Pivijay; en este punto pasar por un largo, estrechísimo y peligroso puente de madera con tablas casi desclavadas, sobre el Caño Schiller o Caño Ciego, llegar hasta Salamina en el departamento del Magdalena para luego atravesar el Río Magdalena hacia el departamento del Atlántico, mediante el abordaje de los “ferry boats” que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) de la época estableció allí para facilitar el transporte a Barranquilla.

La nueva carretera por la Isla de Salamanca permitía a los transportadores que en vez de desviar desde Fundación hacia Piñuelas, siguieran a Ciénaga para llegar hasta un punto a orillas del Río Magdalena, frente a Barranquilla, lo que significó una ganancia en tiempo, combustible, seguridad y bajo riesgo para la carga y pasajeros. Allí, los habitantes y usuarios de la ciénaga y del río, mientras esperaban el ir y venir de los “ferry boats”  fundaron un Centro Poblado que llamaron Palermo ubicado dentro del territorio del municipio de Sitionuevo. El MOP tuvo que ubicar allí otros tres “ferry boats” para trasladar todos los camiones y buses directamente a Barranquilla, hasta que se construyó y se puso en servicio el Puente Pumarejo, concluyendo de esta manera el principal objetivo de construir dicha carretera.

La desgracia de esta vía surgió después que por desprevenida observación, algunas inquietas personas se dieron cuenta que los manglares de la isla mostraban signos de secamiento y muerte vegetal. Desde entonces aparecieron organizaciones y ambientalistas quienes expusieron varias teorías que posibilitaban suponer lo que le estaba sucediendo a los manglares. También acompañó la alerta, el hecho singular de la ausencia del fenómeno paisajístico de aves migratorias que llegaban a acampar temporariamente en este lugar.

Una de las entidades que primero empezó a investigar y a diagnosticar, a priori, fue el entonces recién creado Instituto de Investigaciones Marinas Colombo-Alemán de Punta Betín Invemar. Después, un montón de organismos estatales como la Corporación Autónoma Regional del Magdalena Corpamag, Colciencias, Universidad Nacional de Colombia, Ministerio del Medio Ambiente y otros ambientalistas internacionales han adelantado proyectos gubernamentales para la recuperación de la Ciénaga.

En medio de uno de tantos foros ecológicos que despiertan exaltadas inquietudes en el Caribe, se conoció que la Sociedad de Ingenieros del Atlántico ha considerado que esta carretera, terminada en 1960, es la obra que mayor daño ambiental ha generado en el país. Actualmente, después de casi 60 años aún se especula con discutibles estudios científicos acerca de la muerte de los manglares. Mientras tanto, la carretera aunque sigue siendo objeto y causa de ataques por ambientalistas “per se”, conserva su podio entre las vías de mayor tráfico del país.

*Economista

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Aceptar Leer más