HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Tras la democracia real

Una democracia real necesita ciudadanos críticos y una oposición al gobierno, incluso cuando éste tiene altos niveles de aceptación; pero que quede claro que no se trata de oponerse por oponerse, ni competir en el terreno de las emociones, sino desde la razón y respecto de los problemas de fondo que se padecen, tales como violencia, movilidad, inadecuados servicios públicos, inseguridad y corrupción, para sólo nombrar algunos de ellos, con propuestas que marquen soluciones, forma única de dejar de ser parte del problema.

No es subirse porque sí a la ola de indignación en la que montada se encuentra la mayoría, sino que, desde la reflexión serena, puedan verse los caminos mejores que necesitamos para trasegar raudos en lo posible hacia el puerto seguro del desarrollo, el progreso e integral como duradera prosperidad, sobre bases reales que permitan alcanzarlo.

No es apelar al lado sentimental de la gente, como vemos que muchos hacen para pescar incautos y otros movimientos políticos de orden populista han venido haciendo y han tenido con ello éxitos electorales. Y tienen éxito tales movimientos políticos porque logran, con argumentos simplistas, fijar en los votantes el imaginario de un presunto enemigo de sus intereses, lo mismo que una serie de soluciones simplistas para deshacerse de sus problemas. Conquistan así las redes sin obstáculos y ganan con rapidez inusitada muchos adeptos.

Frente a esto, necesidad imperiosa tenemos, de darnos a la faena incansable de construir una democracia equilibrada, digna, sostenida, creciente, incluyente, fundamentada más en la razón que en el sentimentalismo, la sensiblería y la emoción. Una democracia sólida, argumentada, informada, documentada y que no genere polarizaciones ni rechazos, Es entender que siempre requerirá la democracia espacios en donde se puedan plantear debates provechosos que no sesgados y comprender que está hecha por seres humanos, de allí que deba reconocerse en su justo equilibrio.

 El perfeccionamiento de la democracia es el mismo del ser humano. Para que funcione no le bastan leyes excelentes, instituciones sólidas y expertos. Es la forma de gobierno más exigente porque requiere que estemos puestos en sitio, incontaminados, proactivos, prestos a construir y construirla sin maldad, plena de bondad, nunca enajenada. Es y será siempre fiel reflejo de la sociedad que la cultiva, debiendo tomar en cuenta la amplia dimensión del fenómeno humano sin limitarse al campo de las ciencias sociales (derecho, economía, sociología), sino extenderse al de las humanidades (pedagogía, historia, filosofía), garantizando así una mejor y más centrada sociedad. [email protected]

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