HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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El ‘rebusque’ manda la ‘parada’

Seis de cada 10 trabajos en la ciudad son considerados informales. Actualmente la ciudad se ubica como la segunda capital con mayor tasa de informalidad con el 64,6 por ciento solo detrás de Cúcuta con el 71,8 por ciento.

POR
GIANCARLOS
VILLARREAL LARIOS

Santa Marta acaba de adquirir otro título, amén de los que ya posee. Ahora es la segunda ciudad con mayor informalidad en el país. Ello desde luego se traduce en adversos índices que impiden su desarrollo y avanzar hacia los términos de una ciudad sostenible.

La informalidad además de ser una legítimo modo de buscar cualquier persona su subsistencia, representa sin embargo un serio problema que le impide a Santa Marta crecer como ciudad y trastoca la organización y planificación de la urbe.

Como cada mañana de los últimos 16 años, Aura Fontalvo llega a su puesto de venta estacionario en el considerado “corazón” de la informalidad en Santa Marta, la avenida Campo Serrano. Esta mujer de 45 años, a punta de ventas de productos elaborados en cuero como correas, billeteras entre otros, asegura ha podido “sacar adelante” a sus dos hijos logrando que uno esté en la universidad y otro siga en el colegio formándose.

Esta vendedora informal hace parte de la elevada cifra de vendedores informales que hoy ubican a Santa Marta como la segunda ciudad con mayor tasa de informalidad con el 64,6 por ciento solo por detrás del Aérea Metropolitana de Cúcuta, donde la cifra llega al 71,8 por ciento.

Aura Fontalvo es consciente que estar en la informalidad si bien le provee el día a día, no la programa para el futuro ya que no cotiza pensión, por lo que sabe que deberá trabajar siempre para poder obtener recursos y poder mantenerse, por eso manifiesta tiene a sus hijos formándose para que no terminen siendo parte de las cifras de informalidad en Santa Marta.

Esta mujer que a pesar de haberse formado como Técnico en Enfermería, al no conseguir oportunidades laborales, y tener que mantener a sus hijos encontró en la venta en puestos en espacio público, la salida perfecta para obtener ingresos los cuales pueden llegar a $200 mil diarios, pero que no es permanente y varia por diferentes factores llegando incluso a tener días en que las ventas no superan los $40 mil.

“Gracias a este trabajo y a la lucha diaria he podido sacar a mi familia adelante (…) he sabido con lo que me gano poder valorar cada peso y poder de esta manera mantener a mi familia (…) uno termina aprendiendo a economizar y valorar las ventas, porque como hay días malos hay días buenos” anotó Fontalvo.

Como Aura Fontalvo son decenas las historias de vendedores informales a lo largo de la Carrera Quinta los cuales sobreviven en el mundo informal, ante lo que consideran ellos la falta de oportunidades laborales actualmente en la ciudad, y que de alguna forma los termina “arrastrando” a las ventas ambulantes, antes que acudir a otro tipo de prácticas como el robo.

‘ENEMIGO DE LA FORMALIDAD’

Pero el panorama de la informalidad si bien ha surgido como una respuesta inmediata ante la falta de oportunidades laborales como manifiestan algunos, también se ha convertido en el “enemigo” número uno del comercio formal y que paga impuestos, lo que preocupa a los líderes de agremiaciones del sector comercial a lo que las recientes cifras del Dane pueda significar a los inversionistas y al sector de la economía en general.

Para Angélica Silva, directora de Fenalco Santa Marta “La tasa de informalidad que presenta Santa Marta, ha sido desde hace varios años, superior a la del promedio nacional, según los informes presentados por el DANE. Son muchos los factores que inciden en la informalidad, pero el más relevante es la falta de oportunidades laborales en el sector formal (…) desde la perspectiva de Fenalco consideramos y defendemos la necesidad de otorgar desde el sector público, incentivos para el empresario formal y organizado”, expresó.

La señora Silva además agrega que: “los sectores en los que se presentan mayores tasas de informalidad para Santa Marta, son el de construcción y turístico (hoteles y restaurantes). Así mismo, en la ciudad es evidente la proliferación de establecimientos comerciales que no cumplen con las condiciones legales y normativas requeridas para ser formales y por supuesto, la invasión de espacio público por parte de vendedores ambulantes”.

ALARMANTES CIFRAS

Según el más reciente boletín estadístico la ciudad de Santa Marta, cada vez más se aleja del puesto de los entes territoriales con menor tasa de desempleo,el cual increíblemente lideró a principios de año, cuando según las estadísticas del Dane en la ciudad solo el 8,4 por ciento no contaba con vinculación laboral; cifra que hasta el boletín emitido esta semana la ubica en la octava posición con el 11,4 por ciento, es decir, cifra que sigue aumentando de forma considerable.

Precisamente el mencionado informe, no solo muestra el decrecimiento en la población vinculada laboralmente, sino que también muestra un aumento en otro de los problemas que ataca a la ciudad, y es la alta informalidad.

El boletín estadístico mensual en junio ubicaba a la ciudad en materia de informalidad en la cuarta posición; en la actual medición la ciudad se ubica en la segunda posición aumenta en el porcentaje y acrecentando posiciones en materia de informalidad en la ciudad llegando a la segunda posición a escasos siete puntos porcentuales de Cúcuta, área metropolitana que actualmente presenta la mayor tasa de informalidad.

La informalidad por otro lado, sigue siendo el sustento de las cifras de población ocupada en la ciudad, la proporción del empleo informal en esta, representa el 64,6 por ciento, esto se traduce, en que de cada 10 empleos 6 son informales.

LOS SECTORES MÁS GOLPEADOS:

Santa Marta, tiene dentro de sus pilares de la economía el sector turístico, que sin duda alguna se ha convertido en otro de los más golpeados por elcomercio informal, llegando a triplicar las personas que trabajan de manera informal las cifras de empleados vinculados de forma oficial por los hoteles.

Líderes gremiales expresan que el juego desleal que se le hace a los hoteleros y a los más de 12 mil empleos que se generan a través de este, solo afectan a la ciudad.

 “La parahotelería evade el pago de impuestos a la ciudad, evita que se generen mayor cantidad de empleos y es un juego desleal para los sectores legalmente constituidos (…) son cinco mil las habitaciones, cabañas y casas que le ofrecen de manera ilegal servicios a los turistas quienes por ahorrarse unos pesos se ven tentados, y en últimas afecta no solo a los hoteleros sino a toda la ciudad en cuanto este es uno de los principales pilares de la economía samaria” expresaron representantes.

Otro de los sectores que se ven afectados con el tema de la informalidad es el de los restaurantes, los cuales aseguran que la competencia que no está legalmente constituida en últimas lo que provoca es hacer menos atractiva la ciudad para inversores.

“No se ve tan atractivo para empresarios del sector gastronómico venir a invertir en la ciudad. Existen inversores preocupados que están llegando a la ciudad, y me preguntan que como se puede hacer con aquellos vendedores que están en los andenes compitiendo de manera informal (…) aunque elverdadero competidor desleal es aquel que se disfraza de legal, está en un local pero no cumple con las normativas legales y termina engañando a los consumidores y defraudando a la ciudad.

Esperamos desde el sector gastronómico que se tomen pronto medidas que permitan hacer frente a esto, no es bueno que aquel empresario que le apostó a crear empleo en la ciudad a través de su local gastronómico, por la competencia desleal y los informales termine viéndose desmotivado porque no obtiene los recursos que le permitan mantenerse y terminan yéndose de la ciudad” agregó Paola Narváez, directora ejecutiva de Acodres capítulo Magdalena.

LOS FORMALES SE VUELVEN INFORMALES

El panorama es crítico si se analizan casos como el Diego Madero, hoy ubicado desde hace tres años en los andenes de la carrera Quinta, tras tener un local comercial legalmente constituido en la zona del balneario de El Rodadero y que por la alta informalidad que en los últimos años ha aumentado de forma exponencial con el arribo de población venezolana, lo terminó llevando a convertirse en un vendedor informal.

“La gran competencia que se ha suscitado por población migrante, ya los locales comerciales no se pueden costear, uno que tenia negocio ha tenido que entregarlo y salir a las calles a pelear y ‘guerrearla’ ya para por lo menos poder obtener lo básico y esencial y no tener que pagar arriendo” aseguró.

Para Diego Madero, la principal preocupación es cada vez resultan surgiendo nuevos actores que de alguna forma le juegan desleal con precios cada vez más bajos, y productos de mala calidad, pero que en el juego de los precios la cual es uno de los principales factores que analizan los compradores terminan siendo “seducidos” por valores irrisorios, que no permiten a un comerciante lega poder asumir los costes operativos.

“Yo vendía artesanías y comercializaba una manilla a cinco mil pesos, ellos ahora venden tres en cinco mil, y eso como comerciante formal a uno no le dan los números para mantenerse de esta manera, es decir, entramos en una guerra de precios, en los que pagan arriendo, empleados, impuestos terminan siempre perdiendo la batalla (…) obviamente hay sectores legales que no tienen su equivalente en el campo informal y no se han visto tan afectados, pero uno que vende artesanías, se da cuenta que hasta en los buses las venden y ahí se ve la competencia desleal” expresó este comerciante.

Madero manifiesta que la situación cada vez es más complicada y que en últimas el único camino que ve es migrar a otras poblaciones como lo han hecho varios de sus conocidos, los cuales ante el crítico panorama han decidido abandonar la ciudad.

A pesar de diferentes programas de formalización desarrollados por la Alcaldía y  de proyectos de reubicación de vendedores informales, la realidad palpable y diaria, es que la situación laboral en Santa Marta no es ajena a contexto nacional, por lo que se hace urgente una política pública o estrategia que resulte en una reconversión de lo informal a lo formal de los miles de samarios que hoy en la calle han encontrado una manera de sobrevivir, pero que no les programa un futuro alentador.

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