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“Mi obsesión es ver una Colombia creciendo”: Duque

Aunque gozaba del respeto de sus compañeros en el Congreso sin importar la filiación política, pocos se hubieran atrevido a apostar que Iván Duque, con solo 42 años, llegaría a la presidencia de la República. Pero, catapultado por el respaldo del expresidente Álvaro Uribe y del Centro Democrático, hace un año llegó a la Casa de Nariño. No ha sido fácil; un cargo de esta importancia y responsabilidad nunca lo será.

Su radical posición contra lo que califica como impunidad para los miembros de las Farc que dejaron las armas, su idea de gobernar sin componendas que impliquen “mermelada” a cambio de respaldo político o votos en el Congreso, una inmensa ola migratoria desde Venezuela y la tensión con el presidente de ese país, Nicolás Maduro, de quien reclama su salida del poder, y un complejo panorama económico en la región, son temas que ha tenido que sortear. Confía en el éxito de su gestión basado en los resultados, pero reconoce que hay mucho por avanzar. Su obsesión, asegura, es el crecimiento del país. Estas son las conclusiones de su primer año de mandato.

¿La mirada que tenía del país como candidato es diferente de la que tiene hoy como presidente?

“No creo que sea distinta, pero hemos llegado con más profundidad en un ejercicio de diálogo popular y social. Hemos realizado 34 talleres Construyendo País, incluso uno en el exterior, en Estados Unidos. A veces es duro porque el país no celebra el progreso, hemos llegado con soluciones, pero son tantas las cosas pendientes que siempre, a pesar de que se logran cosas, la pregunta es ¿y lo que falta?”.

¿Ese conocimiento le ha implicado ajustes en su plan de gobierno?

“Más que ajustes, me enfoco en ejecución. Encontramos un abandono del Gobierno a las regiones, no hubo contacto con el ciudadano. He sido uno de los presidentes más presente en el territorio, ahí uno se da cuenta de las necesidades en agua, saneamiento, vivienda, proyectos que no se ejecutaban. Pero por supuesto, uno siempre debe tener capacidad de adaptar las decisiones a las urgencias regionales como la vía al Llano, la situación de Hidroituango o la crisis que se presentó en La Mojana”.

Hay un reconocimiento de su claridad mental, de su concepción del Estado, pero tiene críticas como ejecutor. ¿Cómo responde a esos señalamientos?

“Con la evidencia. Llevamos un año y por primera vez en siete años paró el crecimiento de los cultivos ilícitos. Cuando empezamos la tasa de homicidios estaba creciendo al 5 % y logramos bajarla al 1 %. Una reducción del secuestro que supera el 40 %. Hemos tenido sí una situación sobre el hurto común, detonada por facilitar la denuncia electrónica. Cerca de 40.000 jóvenes están llegando gratuitamente a la universidad pública y cerraremos el año con 80.000. Otra de mis propuestas es el programa “Casa digna, vida digna”, 50.000 personas ya son beneficiarias y tenemos más de 100.000 inscritos en semillero de propietarios.

Pero hay que ser autocríticos si la meta es llegar al 100 %. Sería mentiroso si digo que todas las entidades están ejecutando a las mil maravillas, pero el ejercicio de gobernar por resultados es fundamental. A los colombianos nos cuesta celebrar y aplaudir el progreso porque siempre estamos pensando en lo que nos hace falta, pero los resultados van hablando”.

Lo que está contestando y como lo interpreto plantea que es un tema de actitud de los colombianos ¿A qué se debe?

“No les estoy echando la culpa. Son muchas las necesidades y las frustraciones acumuladas, pero creo que hay que juzgar por la evidencia. Les dije a los colombianos, vamos a eliminar trámites innecesarios y el balance del programa Estado simple, Colombia ágil es de 1.100 trámites intervenidos entre eliminación, digitalización y simplificación. Dije, voy a trabajar para que ni el secuestro, ni el narcotráfico sean delitos conexos al delito político y por ende amnistiables, se logró en el Congreso. Dije que necesitamos poner al día las deudas de la salud, sacamos el esquema de punto final, arrancamos el primer pago y terminaremos saneando gran parte de la deuda. Le dije a la costa: vamos a trabajar en Electricaribe. Se hizo el análisis de fragmentación de mercado, ya hay 6 proponentes, y esperamos que al final del año esté resuelto”.

La legislatura pasada fue pobre, en esta que inicia ya descartaron las reformas a la justicia y política. ¿Va a hacer algún ajuste?

“Veo el debate y me sorprendo. No puede ser que estemos reflexionando si se necesita o no mermelada. ¿Qué es la mermelada? El canje de decisiones legislativas a cambio de contratación o por influencia en la contratación. Hoy no es así y yo lo defiendo porque buscamos la independencia de poderes y la cooperación armónica, lo contrario a una aplanadora aceitada con el erario público. Pero con el Congreso se han producido cosas importantes, no es solo un Plan de Desarrollo que tiene medidas en lo social, en emprendimiento y en la legalidad; está la Ley de Reactivación Económica; el Presupuesto General de la Nación; el Presupuesto Bienal de Regalías, que mejoró los recursos para regiones productoras y no productoras; el fortalecimiento de la Superintendencia de Salud, para endurecer las sanciones contra las EPS que abusan de los colombianos; avanzar en el ingreso de Colombia en la OCDE; la ley que creó las zonas especiales de intervención integral, que permite llegar a territorios golpeados por la violencia. La ley de las TIC, la creación del Ministerio del Deporte, el fortalecimiento del sistema de Ciencia y Tecnología”.

Pero hay reformas que están esperando desde hace más de una década y el Gobierno sabe que son necesarias…

“Hay cosas que no salieron, por ejemplo, la reforma a la justicia que hace parte de una de las múltiples reformas que se han intentado y han fracasado en los últimos 15 años.

Con la reforma política tomé la decisión de hundirla porque no estaba la esencia: las listas cerradas, limitar el número de períodos en el Congreso. Uno debe entender las realidades políticas y este Congreso no la quiere sacar adelante. Esta no es una democracia de aplanadoras aceitadas con el erario público”.

Usted lo reconoce, hay sectores en los que hay mayor cumplimiento que en otros, incluso hizo un balance de la ejecución de sus ministros en la Hacienda Hato Grande. ¿Va a hacer algún cambio en su gabinete?

“En el que se conformó tienen representación casi todas las regiones, es el primer gabinete paritario. Tenemos, además, el 44 % de los viceministerios en cabeza de mujeres, aquí hay ministros que están afiliados a partidos y otros que son independientes, eso no tiene por qué ser censurable. En los ocho años anteriores (Gobierno Santos) hubo seis ministros de Minas, cinco o seis de Comercio. Creo en la estabilidad, pero donde haya que hacer cambios, los haremos”.

¿Qué mensaje le va a enviar al país con la terna que va a presentar para fiscal?

“Personas con solvencia profesional y ética, que tengan sentido patriótico en la lucha contra la criminalidad. No quiero un fiscal al servicio de la política ni de causas oscuras. Quiero una persona que tenga el compromiso de avanzar en la lucha contra la criminalidad y la corrupción”.

Andrés Felipe Arias fue extraditado y su partido, el Centro Democrático, propone doble instancia retroactiva, eso reabriría procesos de parapolítica, Cartel de la toga, Odebrecht, entre otros ¿Cuál es su posición?

“La doble instancia es un principio esencial del debido proceso, reconocida en tratados internacionales a los cuales Colombia adhirió. ¿Debe ser retroactiva? Esa es una deliberación del Congreso. Sobre Andrés Felipe separo mi rol como presidente que debe ser en estricto apego a la Constitución pero, en mi fuero personal, creo que la sanción fue muy drástica, inclusive comparado con cómo la justicia ha tratado a criminales de lesa humanidad. Delincuentes de las autodefensas pagando cinco y ocho de años de cárcel, personas que ordenaron secuestros y asesinatos que no fueron y no van a ir a la cárcel, y ver a una persona que no se robó un peso con 17 años de condena, eso me genera reflexión. Es la razón para la doble instancia. No es Arias, es la justicia”.

Su respaldo a las Fuerzas Armadas es claro, pero han estado en tela de juicio por hechos de corrupción y se habla del regreso de los falsos positivos…

“Cuando llegué decían que Duque tenía que echar a la cúpula de Santos. Grave error, las Fuerzas Armadas no le pertenecen al presidente y dejar que se politicen es gravísimo. El General Alberto Mejía, que era el comandante, participó en la elaboración del Plan Bicentenario, se hizo una transición ordenada con la que llegó una nueva cúpula. Antes de designarla verificamos si tenían investigaciones y no las había. El General Nicacio (Martínez) fue Comandante de la IV Brigada, de la V División, de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega e Inspector General del Ejército. ¿En 6 meses se volvió todo lo contrario a lo que decía su hoja de vida? Un General no se improvisa”.

¿Qué puede decir de las denuncias de The New York Times y la Revista Semana sobre la posibilidad de que regresen los falsos positivos y por los comprobados hechos de corrupción?

“Cero tolerancia con la corrupción y en lo que tiene que ver con respeto a los Derechos Humanos es exactamente igual. Pero eso sí, tenemos que volver a estar en la línea de combate para enfrentar a los grupos armados ilegales: los “Guachos”, los “Jeyson Orejas”, los “Rodrigo Cadete” han caído producto de la acción de la fuerza pública, y caerán más, pero siempre con los más altos estándares en respeto de los Derechos Humanos”.

Venezuela se ha convertido en el refugio de los jefes disidentes de las Farc ¿Qué información de inteligencia tienen sobre el grupo denominado “Los Caminantes”?

“Vi en un periódico que los llaman así. No creo que sean tan sofisticados como para tener esa estrategia de marketing. Para mí son delincuentes, bandidos, sinvergüenzas que deben estar en la cárcel. Ahí está “El Paisa”, “Iván Márquez”, “Romaña”, “Grannobles” y por supuesto el señor “Santrich” que ahora también está en Venezuela protegido por la dictadura de Nicolás Maduro”.

Frente al Acuerdo de Paz usted ha sido duro con la impunidad, pero ha avanzado en proyectos productivos y obras en las regiones. ¿Cree que no le reconocen ese trabajo en el cumplimiento de la implementación?

“En el fragor de la política todo el mundo quiere mantener vivo el ambiente de campaña, eso es desafortunado. Antes de nuestra llegada había dos proyectos productivos colectivos, hoy tenemos 25; se habían cerrado dos planes de desarrollo con enfoque territorial, hoy son 16. Pedí a Naciones Unidas que se quedara y nos acompañara en el proceso de reincorporación. Sacamos un principio esencial para mejorar la asignación de la tierra, el catastro multipropósito. Nos preocupa el asesinato de líderes sociales y por eso lanzamos el PAO (Plan de Acción Oportuna de Prevención y Protección); creamos un mecanismo de respuesta a las alertas tempranas. En lo corrido de nuestro gobierno hay una reducción de casi el 35 % de estos asesinatos, según las cifras del Consejero para los Derechos Humanos, valoradas por la información que tiene Naciones Unidas. Pero no me conformo, esas cifras hay que llevarlas a cero”.

Colombia tiene una buena relación con Estados Unidos pero el Presidente Trump está en campaña y es impulsivo, un día destaca su labor y otro lo critica ¿Está en riesgo la certificación del país?

“Las relaciones entre los estados no se manejan con jalones de orejas. Colombia no enfrenta las drogas porque nadie se lo reclame, lo hace porque es un deber. Por cada tonelada que Estados Unidos decomisa nosotros incautamos 18. Podemos representar más del 50% de las incautaciones en el hemisferio occidental. Hablar de descertificación cuando logramos por primera vez en siete años parar el crecimiento de cultivos de hoja de coca es injusto.

Estados Unidos acompañó los acuerdos que se firmaron entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc, y el punto cuarto (solución al problema de drogas) fue avalado. Eso fue una política de los gobiernos de Obama y Santos. En efecto Trump tiene un enfoque distinto y nosotros también. Es un ejercicio de cooperación y corresponsabilidad”.

Sobre el glifosato la Corte decidió mantener las condiciones y darle prioridad a lo planteado en el Acuerdo de paz en materia de sustitución de cultivos, por su parte, el Gobierno dice que en poco tiempo se puede iniciar la fumigación ¿Cómo avanza el inicio de las aspersiones para enfrentar los cultivos de uso ilícito?

“Pareciera un debate sobre un herbicida. En el 90% de los cultivos tradicionales se usa glifosato y en el caso de la aspersión aérea de cultivos de uso ilícito ha probado ser eficaz. La discusión de fondo es sobre las 209.000 hectáreas de coca que teníamos cuando empezó nuestro gobierno, recordando que cuatro años atrás teníamos 60 mil. Esa es una amenaza porque producto del narcotráfico tenemos grupos armados que quieren capturar gobiernos locales. Asesinan líderes, extorsionan, generan disminución en economías locales a partir de ingresos del lavado de activos. La fumigación no es la bala de plata, pero es una herramienta a la cual no podemos renunciar. Vamos a hacer sustitución voluntaria, erradicación manual, pero también aspersión donde se requiera con la debida precisión. No soy activista en defensa de un herbicida, pero sí en defensa de la Constitución y la ley”.

El Fondo Monetario Internacional y los principales organismos multilaterales han planteado un crecimiento a la baja en América Latina, el Banco de la República también bajó las expectativas en el país ¿Desde su gobierno mantienen las expectativas positivas pese a esos indicadores?

“Tenemos que marchar en crecimiento con equidad. Hay economías que han crecido, pero no han cerrado brechas sociales. Otros países no crecen lo suficiente y se quedan anclados en la pobreza o en la carencia de la expansión dinámica de la clase media.

Colombia tiene todo para crecer por encima del 4 o 5 %. Llegamos a la OCDE en donde el promedio de ingreso per cápita de los países es de más de 30.000 dólares, en Colombia es de menos de 8.000. ¿Cuánto tiempo nos tomaría llegar a ese nivel? 100 años creciendo al 1% o dos décadas al 7%. Cuando empezó el gobierno estábamos con un crecimiento del 1.4%, llegamos, en los dos trimestres que nos correspondieron, al 2.8%. Este año estamos creciendo por encima del 3.4%. Eso no ocurre ni por decreto, ni por deseo, es la confluencia de muchos factores: la ley de reactivación económica nos permitió bajarle la carga tributaria a quienes generan inversión, estimular el emprendimiento, motivar los sectores que pueden ser dinámicos. Mi obsesión es ver una Colombia creciendo”.

Presidente, ha habido diferencias con el Banco de la República, algo que no es habitual. ¿Eso cómo se explica?

“Generó una polémica la afirmación que hizo su gerente de que había síntomas de estancamiento en la economía, pero valoré el gesto gallardo que tuvo: me llamó, tuvimos una conversación sincera en la que reconoció que la economía no estaba estancada, pero sí me dijo que hay un deseo de que crezca más, y yo lo comparto. Ambicionamos crecimiento con control de la inflación. Hace dos años o tres tuvimos inflaciones por encima del 5%, hoy estamos en el rango meta del Banco de la República, lo que muestra que se están armonizando las brechas”.

Estamos creciendo, pero aumenta el desempleo, eso resulta un contrasentido…

“Tenemos un millón y medio de inmigrantes. Una cosa es Colombia creciendo al 3.5% sin problemas y otra es hacerlo soportando la más grave crisis migratoria que haya vivido América Latina. Pero no podemos echarle la culpa a quien está huyendo de la dictadura para buscar refugio, eso sería injusto y xenófobo ¿Qué hacemos? Enfocarnos en los sectores generadores de empleo; la apuesta está en la recuperación de las obras de infraestructura que estaban paralizadas y hoy están reactivadas. En el sector de vivienda de interés social hay proyectos nuevos y esperamos un impacto en la generación de empleo. El comercio está creciendo por encima del 6, 7 %, la hotelería por encima del 7 %. Nos falta trabajar más en agro, pero ya empezó el programa de “Coseche y venda a la fija”.

Usted no estuvo de acuerdo con la venta de Isagén. Fue, tal vez, el principal crítico desde el Congreso, ¿Cómo explica que ahora se esté planteando la venta de activos de la nación, incluso se ha hablado de ISA o de Ecopetrol?

“Las privatizaciones no se pueden juzgar todas como si fueran lo mismo. Las consideraciones que hice sobre la venta de Isagén fueron claras, no solamente por ser un sector estratégico sino porque considero que la presencia del Gobierno es fundamental para la expansión de los grandes proyectos energéticos. Sobre Ecopetrol no he dicho que vayamos a avanzar en el corto plazo en una venta, lo que aplaudimos es lo que ya se hizo, una transición en la capacidad accionaria para que los colombianos pudieran comprar acciones en la compañía. Eso permitió capitalizarla para que invirtiera y creciera más. Sin embargo, no hemos dado ningún paso, he dicho que este gobierno no va a proceder con tozudez a vender sin criterio. Ahora, ¿tenemos necesidades en vías terciarias? Claro. Son importantes para mejorar competitividad, cerrar brechas y mejorar el crecimiento”.

En campaña no fue claro con el fracking, decía que si se daban las condiciones lo haría, casi que con su llegada se autorizaron los pilotos. ¿Cómo va la posibilidad de explotación no convencional?

“Fue el gobierno anterior el que autorizó el fracking, incluso otorgó licencias. La discusión no puede ser ideológica o politizada, debe ser científica. Para avanzar con seriedad se conformó una misión de expertos y concluyeron que no se puede dar autorización sin pilotos que le digan al país que sí se puede. También veo, por ejemplo, a Canadá, que tiene desarrollo de hidrocarburos en yacimientos no convencionales pero también energías renovables y un liderazgo mundial en lo ambiental. Colombia no es diferente, va a ser reconocido como el país de mayor expansión de energías renovables, el primer país de América Latina con una economía circular de reducir, reciclar, reutilizar, producir conservando, conservar produciendo”.

La problemática pensional está diagnosticada y una reforma resulta impopular, al punto que el gobierno pasado no fue capaz de hacerla. ¿Con usted se va a dar?

“Hay un reto, tenemos un problema de cobertura en protección para la vejez. ¿Cuántas personas están ocupadas? 22 millones ¿Cuántas están cotizando? Cerca de 8 millones ¿Cuántas se están pensionando? Menos de 2.7 millones. Hay una informalidad en el largo plazo de casi el 90%. Debe haber más cobertura, más personas cotizando y eso no se logra sino tenemos más inversión, creación de empresas y por esa vía más trabajo formal.

La discusión no está en aumentar la edad o la cotización. Tenemos que mejorar la cobertura y la asignación de los subsidios en función de los más necesitados. Empezamos una deliberación con todos los sectores para caminar hacia un gran pacto por la protección de la vejez y que eso nos permita ser consistentes de que debe haber más cobertura con sostenibilidad financiera”.

La ministra de Transporte ha sido clara en que se van a concentrar en los errores financieros que había dejado el anterior gobierno. ¿Eso quiere decir que no van a hacer un programa propio de vías?

“Mi padre fue gobernador de Antioquia, le correspondieron casi dos años en esa época que eran designados por el Presidente. Encontró que cuando los gobernadores eran liberales no terminaban las obras de los conservadores y cuando eran conservadores no terminaban las de los liberales. Entonces lanzó el programa Concluir, en dos años finalizaron 334 obras. Uno no puede ejercer el gobierno con vanidad, por eso la tarea es concluir, concluir y concluir. Encontramos el 70% de los proyectos de 4G quietos, hoy están reactivados y generando empleo. También hay iniciativas nuestras, por ejemplo, Puerto Antioquia es para mí una obsesión porque ayudará a la competitividad. Urabá está próxima a ser una región de un millón de personas y necesita un distrito de riego doble propósito, para irrigación con fines productivos y para el suministro de agua. No puedo dejar de mencionar el canal del Dique que es el proyecto más importante que tendrá América Latina en las próximas dos décadas para mitigación y adaptación al cambio climático, pero al mismo tiempo para competitividad de la Bahía de Cartagena”.

Hagamos énfasis en los proyectos para Antioquia, en su compromiso con el departamento…

Estoy comprometido con Puerto Antioquia, Mar 1, Mar 2. Mire lo que hicimos en Medellín con el alcalde, llevamos el primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial a un país hispanoparlante. También es prioritaria la infraestructura social del departamento. Pero lo más importante es ratificar el compromiso, es una tierra que está en mi corazón, la tierra de mis ancestros y quiero trabajar para que el departamento progrese.

Hidroituango llegó a la cota 435 que es un hito, se ve el proyecto con optimismo, ¿el Gobierno continuará su respaldo?

“Es el proyecto de infraestructura más grande en materia de generación de energía que haya visto el país, tuvo que pasar por una crisis, pero pudimos acompañar en la responsabilidad desde el Gobierno, no solamente al departamento, también a los municipios en el área de influencia ante una posible catástrofe. Dejó un mensaje importante: podemos trabajar todos para que Colombia y Antioquia salgan adelante con un proyecto necesario y emblemático”.

¿Cómo le ha ido trabajando con el alcalde Federico Gutiérrez?

“Él ha tenido la valiente actitud de llamar las cosas por su nombre, enfrentar lo que era una calma chicha de compromisos entre delincuentes para combatirlos. Por eso se han producido capturas de cabecillas de los Pachely, de la Oficina, o como quieran llamar a esos delincuentes. También tratando de apretar para que la ciudad tenga una tendencia más baja en homicidios. Es una de las figuras políticas de mi generación”.

En educación hay rezagos en calidad, equidad y cobertura ¿Qué avances ha dado su gobierno?

“Tenemos retos como la educación de la primera infancia con nutrición y protección integral. Nuestra meta es pasar de un millón a dos millones de niños, ya hemos aumentado más de 300 mil. En jornada única apenas tenemos un 12 % y si usted lo compara con la educación privada eso es totalmente desigual. Por eso, la meta es duplicar el número. Está el reto de la formación para el empleo, ahí se requiere articulación con el Sena para que los últimos tres años del bachillerato se obtenga el título de técnico. La meta es llegar a 600.000 jóvenes con doble titulación en 2022.

Frente a la llegada a la universidad. Había una polémica sobre Ser Pilo Paga que tenía 40.000 estudiantes por un costo cercano a 800.000 millones, vamos a honrar esos compromisos, pero mire lo que se logró en 11 meses: tenemos 40.000 jóvenes que están llegando gratis a la universidad pública, cerraremos el año con 80.000 y el Gobierno con 334.000. En la zona rural del Cesar habrá una sede de la Universidad Nacional, esas son las cosas en las que estamos abocados. En el campo es donde tenemos el mayor reto, mayor deserción y fallas en calidad. Pero el enfoque también tiene que mirar hacia los profesores, que los normalistas se profesionalicen, que los profesores tengan niveles de maestría y doctorado, esa es una necesidad”.

El presidente, el papá, el esposo

Le salió competencia. Su esposa en la Cumbre de la OEA, en Medellín, hizo un panel para empresarios. La voz común fue de admiración por sus ideas. ¿Cómo describe usted a su mujer?

“Ha sido mi compañera de vida. Es una relación de afecto, amor y admiración. María Juliana ha sido una extraordinaria profesional. El país va a ir descubriendo, aunque mantiene un perfil bajo, que todos los días está pensando cómo hacer el bien para las personas más necesitadas, la juventud, y la primera infancia. Podría decir que el ser humano más espléndido que he conocido”.

¿Cómo le sentó a su familia, a sus hijos, este cambio de vida con la llegada a la Casa de Nariño?

“Hemos vivido en nuestra casa, pero creo que ya va a llegar el momento, por muchos motivos, para vivir en la Casa de Nariño. Ha sido muy bonita la forma en la que los niños han comprendido algo que para mí es duro, y es que he sido un papá muy apegado, me encanta jugar con ellos, divertirme, chocholiarlos.

He tenido que hacer un sacrificio en tiempo, entonces trato que sea enriquecedor. Ellos han entendido el cambio y las responsabilidades que trae este cargo para mí, pero disfruto mucho cuando llegan a la Casa de Nariño y los veo por ahí correr, entran a la oficina, saludan y traen alegría a esta cotidianidad. Eso me hace muy feliz”.

El Colombiano

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