HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Guacamayal dónde existe el verdadero ‘Macondo’

Este letrero da la bienvenida a quienes ingresan al verdadero Macondo, ubicado en plena Zona Bananera.

POR:
GISSELL
CAMPO ACOSTA

Teniendo en cuenta la importancia que adquiere el término ‘Macondo’ con la publicación de Cien  Años de Soledad del premio nobel de literatura Gabriel García Márquez el  30 de mayo del año 1967, es mucho lo que ha escrito al respecto buscando el verdadero ‘Macondo’ pero realmente lo único que se conoce con ese nombre es la vereda que pertenece al corregimiento de Guacamayal municipio de la Zona Bananera y es que dista de unos 2 kilómetros según palabras textuales del periodista y escritor  Ernesto Mccausland cuando ‘Gabo’ le manifestó que este término  lo vio por primera vez en la parte alta de la puerta de una finca.

Este término ha servido de inspiración para muchos seguidores del premio nobel quienes aseguran que este evoca a todo lo relacionado con el ‘Realismo Mágico’, las costumbres propias de la costa Caribe que se han visto relacionadas en cada una de sus obras, sin embargo poco o nada se conoce de este lugar que tantas anécdotas e historias ha plasmado el premio nobel a través de sus obras.

El verdadero Macondo, lo menciona ‘Gabo’ en su obra ‘Vivir para Contarla’: “El tren pasaba a las once por la finca Macondo, y diez minutos después, se detenía en Aracataca”. Esta finca ubicada sobre el Río Sevilla, su nombre se debió a la presencia de dos famosos ejemplares del árbol macondo en el lugar.

 Seguidamente el escritor cataquero menciona en su obra: “El tren hizo una parada en una estación sin pueblo, y poco después pasó frente a la única finca bananera del camino, que tenía el nombre escrito en el portal: Macondo. Esta palabra me había llamado la atención desde los primeros viajes con mi abuelo, pero solo de adulto descubrí que me gustaba su resonancia poética. Nunca se lo escuché a nadie ni me pregunté siquiera que significaba… Lo había usado ya en tres libros, como nombre de un pueblo imaginario, cuando me enteré en una enciclopedia casual, que es un árbol del trópico parecido a la ceiba, que no produce flores ni frutos, y cuya madera esponjosa sirve para hacer canoas y esculpir trastos de cocina”.

Luego de inmortalizar este término se pudo conocer que diferentes periodistas de todo el mundo atraídos por la literatura de este genio de las letras, quisieron conocer de cerca aquel lugar que le sirvió de inspiración para tantas historias. Pero lástima que sus moradores o líderes cívicos y comunales por falta de capacidad organizativa no hayan podido conformar un comité para conmemorar los 51 años en que se dio a conocer internacionalmente y lo inmortalizó con la publicación de esta obra y así haberlo impulsado como uno de los mejores sitios turísticos del municipio de la zona bananera o del Magdalena y que han perdido mucho tiempo en promocionarlo para que lo conozcan internacionalmente.

Según algunos conocedores de la obra de García Márquez, Macondo es todo el Caribe, es toda su gente, sus costumbres, pero la realidad es que solo en elMagdalena existe un lugar con ese nombre que pocos conocen  y que han visitado.

Su gente es amable, trabajadora  y anhelan que alguna vez este pequeño lugar salga en una fotografía, en un vídeo o en un documental, donde se muestre ellugar que sirvió de inspiración para que un premio nobel lo usara para referirse a sus historias fantásticas.

Para Juan Gossaín, periodista y  amigo de ‘Gabo’ Macondo es cualquier pueblo imaginado por él, y es que si se habla de esos lugares se tiene que mencionar primeramente a Aracataca, luego a la Ciénaga Grande, La Sierra Nevada y por supuesto a la Zona Bananera.

Esta última como su mismo nombre lo indica está rodeada de plantaciones de banano de lado y lado, la cual ha visto la prosperidad y la muerte. En 1900 se estableció en esta región la compañía norteamericana United Fruit Company. Con la obsoleta idea de progreso, la empresa abrió vías y construyó casas de tres tipos para sus trabajadores: unas para capataces colombianos, otras para extranjeros y, finalmente, un condominio para los directivos de la empresa.

Aquellas construcciones perduran hoy como ruinas. A través de una trocha destapada, que se abre camino entre las plantaciones de banano y las palmas de corozo, se dibujan a ambos lados estas casas. Algunas, habitadas. Al final del recorrido están las que otrora fueron señal de lujo.

Es en estas ruinas donde sobresale el mágico Macondo, que existe en medio de las plantaciones de banano  y que se niega a desaparecer, al contrario hacenel llamado a los dirigentes de turno para que les den un espacio en este mundo literario que ha tomado tanta fuerza  y que es conocido en otros países a través de las obras de Gabriel García Márquez.

En este lugar los jóvenes también quieren estudiar, ser reconocidos y salir adelante; entre sus polvorientas calles se pueden ver jugando con un balón viejo o acompañando a sus padres en la jornada de corte para traer un racimo de ‘guineo’.

 Aquí el tiempo no ha pasado quizás por la falta de interés que se le ha dado a este lugar que hoy tiene el privilegio de tener un nombre tan importante, sus casas a medio pintar, sus calles sin pavimento, la falta de algunos servicios públicos y ni que decir de una biblioteca, esta última que permitiría a las nuevas generaciones conocer acerca de quien los hiciera mundialmente famoso y que tanto se habla.

Para nadie es un secreto que al hablar de Macondo todo el mundo se transporta hacia el municipio de Aracataca, y si se dan cuenta este municipio está tratando por todos los medios de que este legado heredado por su hijo ilustre se mantenga vivo.

Es común ver en sus calles nombres relacionados con el escritor colombiano, así como el esfuerzo que están haciendo sus dirigentes por preservar cada uno de los lugares, como lo son la casa donde ‘Gabo’ vivió los primeros años de vida, donde trabajo su padre y los sitios que él menciona en sus conocidas obras literarias.

Desafortunadamente para los que habitan en el verdadero ‘Macondo’ esta inversión no se ha hecho en sus tierras, es como si se hubiera detenido en eltiempo, como si todavía ‘Gabo’ fuera aquel niño que vio ese sonoro nombre en el portón de una finca bananera.

 Todavía en este lugar es muy común ver  calles de polvo, niños barrigones y desnudos, diluvios, peste, fiebres de insomnio, delirio de prosperidad. “Macondo naufragaba en una prosperidad de milagro. De la antigua aldea de José Arcadio Buendía solo quedaban entonces los almendros polvorientos, destinados a resistir a las circunstancias más arduas, y el río de aguas diáfanas cuyas piedras prehistóricas fueron pulverizadas por las enloquecidas almádenas de José Arcadio Segundo, cuando se empeñó en despejar el cauce para establecer un servicio de navegación”.

 ‘GABO’ Y MACONDO 

Para nadie es un secreto que este término tiene muchos significados, dentro de un universo mágico e infinito de cuyas miserias y proezas han surgido y siguen surgiendo quienes cuestionan su existencia.

Macondo en la obra literaria  fue el lugar de lo imposible, el lugar de todas las cosas, de los santos y los demonios, de la condena y la resurrección, del amor y el desamor, de la espera, de la locura, y de ser lugar pasó a ser adjetivo, saltándose de un solo brinco la opción de ser gentilicio. Y fue adjetivo sin calificativos, un poco como su creador. Se decía, se dijo y se dirá macondiano, y esa sola palabra entrañará magia, fulgor, luz, sombra, o en últimas, lo imposible: “Melquíades terminó de plasmar en sus placas todo lo que era plasmable en Macondo, y abandonó el laboratorio de daguerrotipia a los delirios de José Arcadio Buendía, quien había resuelto utilizarlo para obtener la prueba científica de la existencia de Dios”. Macondianos fueron los hombres y sus delirios. Macondianos fueron la lluvia sin fin y el sol opaco. Macondiano fue dios.

MACONDO EL PUEBLO

 Aquí y ahora a unos pocos pasos de Aracataca se encuentra esta vereda de Guacamayal en plena Zona Bananera, ubicada al margen izquierdo del río Sevilla a unos dos kilómetros de este corregimiento.

Las personas que vivieron allí desde sus inicios se dedicaron a la siembra de melón, cacao últimamente banano y palma africana, donde la mayoría construyeron sus viviendas en las parcelas, unas 20 casas; estas casas que parecen como si nunca les hubiera pasado el tiempo, debido al estado de abandono en que se encuentran.

Según sus habitantes deberían ser restauradas y así convertirlas en un lugar de atractivo turístico que genere fuentes de empleo entre sus habitantes. Segúnel escritor Cesar Meriño oriundo de Guacamayal,  este lugar debería ser apadrinado por el gobierno local y nacional y de esta forma dar a conocerlo en todas partes del mundo, como el sitio que sirvió de inspiración a Gabriel García Márquez.

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