HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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La determinación ecuatoriana

Desde el pasado lunes, cuando entró a regir una norma en Ecuador que exige a los venezolanos visa para poder entrar a ese país, la tensión viene en aumento en el puente internacional Rumichaca, en Ipiales (Nariño). La nueva exigencia lleva a que miles de migrantes que pretendían avanzar por tierra ecuatoriana para llegar a Perú, Chile y Argentina, principalmente, permanezcan en territorio colombiano a la espera de poder pasar. Ante esta situación, los venezolanos en el lugar decidieron el martes bloquear el puente para impedir que cualquier persona cruzara, lo que obligó a que la policía colombiana tuviera que intervenir para despejar el camino.

La actitud del gobierno del presidente Lenin Moreno ha recibido críticas internacionales, desde donde se le pide que mantenga una actitud positiva y solidaria frente al más grande fenómeno migratorio de América Latina en este siglo, más si se tiene en cuenta que solo un pequeño porcentaje de estas personas pretenden quedarse en ese país, ya que la mayoría tienen como propósito ir más al sur. Ante la desesperante realidad en la que se encuentran en su país, bajo el régimen de Nicolás Maduro, esperan recomenzar sus proyectos de vida en otros lugares, donde buscan que se les dé esa oportunidad.

La realidad hoy es que sobre los hombros de Colombia está cayendo todo el peso de este fenómeno, que en el corto plazo exige reacciones rápidas para atender problemas sanitarios, apoyos en educación para los niños, alojamientos temporales y el suministro de ayudas alimentarias, entre otros, lo que demanda un alto costo para el Estado. La determinación ecuatoriana seguramente obligará a que muchos de ellos, que no pensaban quedarse en nuestro país, opten por hacerlo y se termine impactando de manera significativa sobre todo el suroccidente colombiano, donde ya hay problemas suficientes como para soportar más.

Otra reacción que podría surgir en medio de la actual tensión es que familias enteras se aventuren a pasar la frontera por trochas y caminos peligrosos para poder continuar su éxodo por la provincia de Carchi (Ecuador) y de ahí seguir hacia el sur. Así, los efectos de la medida, en lugar de dar soluciones agravarían los problemas. En un fenómeno como este más que prohibir el tránsito lo que hay que hacer es regularlo, activar una migración controlada, que pueda monitorearse y hacerle seguimiento. Las consecuencias serán que, de todos modos, miles de venezolanos mantengan su viaje en medio de toda clase de riesgos y consecuencias desfavorables para los mismos ecuatorianos.

Lo hecho por Ecuador contrasta con la actitud del gobierno colombiano que, desde el pasado 20 de agosto, entrega nacionalidad transitoria a los hijos de padres venezolanos que nazcan aquí. Además, desde Migración Colombia se promueve que en las regiones las autoridades locales allanen los trámites para que las familias venezolanas encuentren alternativas de ocupación, así como servicios de salud, educación y toda clase de apoyos, en medio de esta coyuntura que exige una reacción humanitaria.

Es momento de que desde organismos como las Naciones Unidas se impulsen mecanismos como el adoptado en la Unión Europea con los desplazados sirios, para que cada país tenga una especie de cuota de personas a las cuales les dé acogida y se les brinde condiciones de vida que les permita reiniciar sus vidas, de manera digna, en su nueva residencia. Si se lleva a cabo un proceso ordenado, en los próximos años los efectos para todos los países receptores podrían ser positivos, más aún si se logra que retorne la democracia a Venezuela y ese país retoma el rumbo de crecimiento y progreso que no debió perder nunca

*Internacionalista.

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