HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Santa Marta y el Magdalena duelen

A Santa Marta y el Magdalena, mi ciudad y departamento, los quiero profunda y entrañablemente. Generan emoción, orgullo, maravillan sus riquezas, embruja su biodiversidad; de allí que indigne sobremanera el que no hayamos consolidado aún una clase dirigente y política con perspectiva, horizonte, verdadera visión prospectiva y estratégica, mayormente consciente de sus debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas de manera totalizante y totalizadora, lo mismo que adentrada en todo cuanto significa planeación, organización, dirección y control en contexto de proceso administrativo; que entienda que los recursos deben administrarse mejor desde una óptima gestión y gerencia; así como trabajar por sus dirigidos con denuedo, voluntad, decisión, responsabilidad, vocación de servicio y sentido de pertenencia.

Como ciudad y departamento contamos con todo lo habido y por haber al que un territorio pueda tener, soñar y aspirar, razón por la que jamás ni nunca tendríamos que haber padecido pobreza ni violencia y menos una sociedad impasible, lo que denota que como conglomerado humano estamos fallando y fracasando sin remedio. Que no estamos haciendo bien las cosas. Que estamos dejando de hacer lo bueno, mejor y superior. Y lo que es peor, que buscamos culpables en los demás para pasar a debe la transferencia de nuestras responsabilidades, cuando la verdad irrefutable es, que los culpables somos única y exclusivamente nosotros como sociedad, al preferir seguir siendo apenas simples observadores y por ende cómplices de los desaciertos que acaecen a nuestros pueblos sin inmutarnos siquiera.

Impávidos vemos como nos saquean abierta e inmisericordemente unos más que otros, como si permaneciéramos en una especie de limbo mental, aislados y convencidos que de todas maneras “no hay nada que hacer”, que “así es la vida”, que la “política es sucia”. Íntimamente no creo que queramos para nosotros arrastrar ese sentimiento de impotencia. No, de ninguna manera. Considero que estamos llamados a combatir la desbordada corrupción a la que pareciera habernos habituado. De igual manera, dejar de lado la muletilla apocalíptica de “si hace, no importa que robe ya que todos roban”, a mi juicio lo más irracional que podamos aceptar. Hora es ya de acabar con tanta impunidad, alzar la voz, hacer más, exigir más respecto de conocer las verdades verdaderas de la corrupción. Que se aclare lo una y más veces denunciado sin resultados. Ir por respuesta racionales y coherentes es lo que necesitamos como principio de solución de este y otros devastadores flagelos.

Nada de seguir dejando lo importante en manos de los demás, lo que nos obliga a participar más en política (ciencia que promueve la participación ciudadana a través de la capacidad de distribuir y ejecutar el poder); y no solo para alcanzar un cargo público, sino para defender lo de todos, para exigir y defender lo injusto o ilegal. Participar activamente es la consigna, y nos corresponde a todos y cada uno de nosotros como ciudadanos que somos. Santa Marta y el Magdalena nos necesita; así que manos a la obra sin esperar que sea demasiado tarde y tengamos que seguir soportando desmanes y más desmanes de toda índole y factura. [email protected]

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